La existencia de canales iónicos mecanosensibles en el interior de los dientes podría proporcionar nuevos tratamientos para la sensibilidad y el dolor dental. Así se pone de manifiesto en una investigación liderada por el Dr. Juan José Gaite, quien nos comparte más sobre los importantes hallazgos descubiertos hasta el momento.
– Dr. Gaite, una investigación de la Unidad Dental de la Clínica Universidad de Navarra, de la que usted es codirector, y del Departamento de Morfología y Biología Celular de la Universidad de Oviedo, ha descubierto la existencia de canales iónicos mecanosensibles en el interior de los dientes que podría proporcionar nuevos tratamientos para la sensibilidad y el dolor dental. ¿Bajo qué hipótesis nació esta investigación? ¿Cuánto tiempo llevan en ella?
– Bajo el concepto, amparado por la biología molecular, de que los odontoblastos son células multisensoriales, que no solo intervienen en la formación de la dentina. Existían datos previos, de nuestro grupo de trabajo y otros, de la presencia de canales iónicos multifuncionales, pero quedaba sin demostrar que también expresaran canales iónicos de la familia Piezo sensibles a las fuerzas. En cuanto al tiempo, los primeros resultados se publicaron en 2011, pero centrados en los canales iónicos mecanosensibles, en los últimos 5 años.
«Ya se conoce que los odontoblastos y otras células de la pulpa expresan canales iónicos para diferentes tipos de sensibilidad»
– Además de usted y del Prof. José A. Vega, del Departamento de Morfología y Biología Celular de la Universidad de Oviedo, ¿quiénes más forman parte de esta investigación?
– Además de los grupos de investigación de Pamplona y Oviedo, ha intervenido de forma decisiva en el estudio el Prof. Benjamín Martín Biedma, del Área de Estomatología de la Universidad de Santiago de Compostela.
– Según ha explicado usted mismo, en dientes humanos –ya extraídos- y en dientes de ratones, han localizado los canales iónicos de la familia Piezo -Piezo1 y Piezo2-. ¿Cómo han conseguido llegar hasta este hallazgo?
– Los canales iónicos de la familia Piezo se descubrieron en 2010 y en 2021. Por este descubrimiento, Ardem Patapoutian recibió el Premio Nobel de Medicina. Investigar su presencia en los dientes y tejidos adyacentes es lógico si se tiene en cuenta que estos canales detectan estímulos mecánicos en todas sus variantes: presión, estiramiento… Si los dientes soportan presiones, por el ejemplo al masticar, alguna de las células que los forman deben de detectarlas; y los mejores candidatos, por su situación dentro de la pulpa dentaria, son los odontoblastos y otras células pulpares relacionadas con ellos.
– ¿Cuáles son las técnicas que han utilizado en la investigación?
– El estudio en dientes humanos y de ratón se realizó, exclusivamente, utilizando técnicas de inmunofluorescencia acoplada a microscopía láser confocal. Además, sobre una línea celular de preodontoblastos humanos, se utilizaron técnicas de biología molecular, analizando la influencia de la fuerza (estiramiento) en la expresión de Piezo1 y Piezo2.
– Una vez identificados este tipo de canales iónicos, ¿cuál es el siguiente paso a llevar a cabo en el proyecto?
– Sin duda, establecer cuáles son los tipos de fuerzas que más y mejor modulan los canales.
– ¿Qué supone este importante avance científico en el campo de la Endodoncia?
– Que los factores mecánicos condicionan la fisiología de la pulpa y, en el caso de los dientes humanos, que las fuerzas podrían estar implicadas en el proceso de diferenciación de preodontoblasto a odontoblasto.
– ¿Se podría aplicar también a otras disciplinas de la Odontología? ¿De qué forma?
– Sin duda, porque también hemos detectado la presencia de ambos canales Piezo en el ligamento periodontal. Por tanto, al menos periodoncistas y, sobre todo, ortodoncistas, podrían beneficiarse de estos hallazgos.
– Para la investigación han partido de una idea básica: preguntar cuál es el engranaje necesario para que un diente responda ante un estímulo de frío, de calor, de sensación dulce o ácida.
– Efectivamente, además de factores mecánicos, también inciden sobre el diente factores térmicos y químicos. En la detección de esos estímulos participan otras familias de canales iónicos; son canales de las superfamilia TRP y ASIC, entre otras.
– Los hallazgos hasta el momento han sido prometedores, pero, ¿qué queda por hacer?
– Ya se conoce que los odontoblastos y otras células de la pulpa expresan canales iónicos para diferentes tipos de sensibilidad; ahora hay que establecer los mecanismos de funcionamiento y de modulación farmacológica.
– ¿En qué otros estudios están trabajando su grupo?
– En establecer las bases moleculares de la sensibilidad dentinaria a la temperatura y en cómo se transmiten los impulsos sensitivos, de cualquier tipo, desde los odontoblastos a las fibras nerviosas.
– ¿Con qué dificultades y retos se enfrentan en su labor investigadora?
– La obtención de material humano en condiciones idóneas para llevar a cabo los experimentos y la financiación de los estudios son los principales obstáculos con los que nos encontramos. Por otro lado, la investigación utilizando técnicas de biología celular y molecular es costosa.
– ¿Cómo se podría mejorar esta situación de cara al futuro?
– Desde mi punto de vista, uno de los aspectos podría ser incentivando a profesionales jóvenes en el campo de la docencia y la investigación como base al desarrollo clínico.
El problema de la sensibilidad dental
«La sensibilidad dental es la molestia o dolor que se produce en los dientes por estímulos fríos, calientes, dulces o ácidos. Se considera muy común y afecta de forma leve u ocasional a entre el 10% y el 30% de la población, llegando a presentar manifestaciones graves para entre el 1% y el 3%. Algunas de las causas de la sensibilidad dental son la erosión del esmalte, las caries, la retracción de las encías o procedimientos dentales como blanqueamientos. Los tratamientos pasan por el uso de pastas y selladores dentales específicos, el empleo de flúor y, en casos severos, la realización de endodoncias», destacan desde la Clínica Universidad de Navarra.