Mascar chicle no es algo nuevo, aunque el chicle como tal no se patentase hasta hace poco más de 150 años. Desde este trabajo de la Universidad de Murcia (UM), se informa de la existencia de trozos de resinas arbóreas prehistóricas con impresiones dentales humanas y una antigüedad de entre 7.000 a 2.000 años antes de Nuestra Era. Como dato curioso, las impresiones de las mordidas, encontradas en el norte de Europa, sugieren que la mayoría de nuestros antepasados mascadores tenían entre seis y quince años de edad.
Es decir, masticar chicle en muchas formas ha existido desde el Neolítico, pasando por los mayas, aztecas, antiguos griegos, e incluso indios americanos, que igualmente masticaban resina – como en el Norte de Europa, – en este caso, hecha de la savia de abetos.
El primer paso para llegar al chicle tal como lo conocemos hoy en día, se dio en 1846, cuando el estadounidense John Curtis fabricó y comenzó a vender con éxito la primera goma de mascar, hecha con resina de abeto y parafina. Pero fue William F. Semple, dentista de Mount Vernon (Ohio) quien patentó el chicle el 28 de diciembre de 1869.
Sin duda, él buscaba que la goma con sabor ayudara a que la persona mantuviera sus dientes limpios. Paradójicamente, esta creación del dentista americano se convirtió en la golosina menos recomendada por la mayoría de sus compañeros de todo el mundo, que consideraban nocivo para la salud dental el hábito de masticarlos.
Por suerte, los chicles sin azúcar le hicieron justicia, ya que éstos pueden usarse:
- Como una alternativa para no tener caries. De hecho, la Asociación Dental Americana (ADA) asegura que hay estudios que indican que masticar chicle sin azúcar durante 20 minutos después de una comida puede prevenir dichas caries.
- Y no solo eso, los chicles sin azúcar son también indicados como uno de los remedios caseros contra la boca seca, pues estimulan el flujo salival.
La idea original de Williams F. Semple ha ido siendo aceptada hasta tal punto, que se podemos encontrar ejemplos de otras patentes de chicle, como esta publicada en Google, la cual describe una nueva composición, poseedora de «buenas propiedades de eliminación de la placa y una agradable sensación bucal».
Igualmente, y aunque hoy en día se sabe que masticar chicle (sin azúcar) puede ser beneficioso, hay que hacerlo con moderación. En este sentido, la SEPA (Sociedad Española de Periodoncia y Osteointegración), indica que «un consumo abusivo o continuado, puede producir posibles fenómenos de sobrecarga muscular» ya que la masticación continua está haciendo trabajar constantemente a una musculatura que no está preparada para hacerlo tan de seguido.
En conclusión, desde que hace 152 años el dentista William F. Semple patentó el chicle, hasta la actualidad, este ha conseguido finalmente abrirse camino como una de las opciones para ayudar a la salud bucal. Tal como él envisionaba.