Introducción
Las técnicas que utilizan aloinjertos o xenoinjertos para la reparación de los defectos óseos periimplantarios y los alveolos postextracción no acaban de mostrar una total eficacia, debido a que éstos no se reabsorben fácilmente por su alta densidad. Numerosos estudios demuestran que, incluso después de 14 años (1,2), las partículas de hueso bovino son fácilmente observables en pacientes sin ningún signo de reabsorción, de ahí que, cada vez más, se recurra a materiales aloplásticos, fundamentalmente los basados en hidroxiapatita o en fosfato tricálcico para la regeneración ósea en Implantología (3,4).
Las hidroxiapatitas (HA)(Ca10(PO4)6(OH)2) porosas tienen la propiedad de favorecer el osteotrofismo (capacidad de aumentar la formación de hueso en presencia de células osteogénicas), dada, sobre todo, su similitud estructural con el hueso trabecular, que permite que sean utilizadas como «andamiaje» para la reconstrucción del tejido óseo (5). La reabsorción de la hidroxiapatita es debida principalmente a la acción celular y está limitada a la superficie del material, ya que las células no pueden penetrar la estructura microporosa del cemento y éste se mantiene estable en el organismo durante períodos superiores a doce meses (6).