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«En nuestra profesión además del diagnóstico y el tratamiento hay que saber enfrentarse al paciente»

Dignificar la profesión

La solución a los problemas que padece la profesión en parte pasa, según los participantes en el desayuno, por la necesidad de dignificar la profesión. «Quizá no nos damos cuenta –apuntó la Dra. Morales– de que es preciso hacer una regeneración moral de la profesión. Tenemos que ser conscientes, por ejemplo, de que el diagnóstico es fundamental, que hay que emplear un tiempo. Hay que asumir que no somos infalibles. Uno tiene que aspirar en su profesión a la excelencia, y todos cometemos errores, pero me gustaría pensar que el «primum non nocere», ese principio que nos enseñaron en la Universidad, por lo menos, lo hemos intentado».

La tarea de dignificar la profesión la ve Rafael Cisneros complicada. «Nosotros tenemos una gran parte de culpa. Cuando ves un anuncio que pone: implantes a 200 euros y tú lo estás cobrando a 900 euros, la sensación que tiene el de la calle es que le estás engañando. O cuando escuchas por ahí que dan 25 tratamientos gratis, la percepción que va a tener el paciente es, primero, que ésta es una profesión de cachondeo, y segundo, que los dentistas que no cobramos esa cantidad estamos ganando mucho dinero. Entonces la dignificación es muy complicada porque no pertenecemos a una entidad. Cada uno está en su consulta, defendiendo su pequeño imperio como puede».

Otro problema añadido es el de los nuevos actores que han entrado en escena en los últimos años. Según el Dr. Trapote, «antes estábamos los dentistas, cada uno defendiendo nuestras parcelas, agrupados en unos colegios que defendían mejor o peor nuestros intereses, pero de hace 10 años a esta parte han entrado en juego en la profesión y, además, de qué manera, las aseguradoras y las clínicas franquicias que desde el punto de vista empresarial han tomado nuestro sector como un elemento para generar su negocio y están fagocitando nuestra actividad». «Si a esto –continuó– le unimos la gran cantidad de estudiantes de Odontología que se incorporan a la licenciatura y después al mercado de trabajo, la falta de valores y de formación humanísitica nos encontramos con que el ambiente es propicio para que el implante se anuncie a 200 euros y haya alguien que lo ponga por esa cantidad».

En relación a los precios, Rafael Cisneros apuntó que «el problema es que el paciente no ha percibido que ese dentista que está ganando dinero y que cobra bien, lo cobra porque da una calidad». A este respecto añadió Araceli Morales que «tenemos que hacerle entender al paciente y a los compañeros que no es lo que te diga la casa comercial que vale el implante, sino que el recorrido de formación, el esfuerzo, y el trabajo tienen un precio». Para José Rábago el tema de los precios lo determina el mercado. «Y éste a su vez, dependiendo de dónde estés, de lo que ofrezcas y de lo que quieras, hará que pongas un precio más alto o más bajo en tu clínica».

Al margen de cuestiones monetarias, la Dra. Paola Beltri compartió con los asistentes lo que quiere como paciente. «Busco la formación del profesional, alguien que si surge una complicación sea una persona capaz de solucionar ese problema y, si no sabe, porque no somos dioses, sepa cuál es el momento para decir: hasta aquí he llegado. Tengo que derivarte a otro especialista», precisó.

Sobre este último punto, Sergio Trapote señaló que «cada vez somos más conscientes de las limitaciones que tenemos cada uno. Llega un punto en que el buen profesional sabe dónde tiene que parar y derivar al paciente. La consulta entendida como el dentista aislado, el yo me lo guiso yo me lo como, va a desaparecer. Lo que ahora se hace es incorporar distintos especialistas al equipo, y se intenta evitar derivarlo fuera de la clínica, para no perder al paciente. Las técnicas que se aplican hoy en día en las distintas áreas de tratamiento son muy sofisticadas como para poder abarcarlas todas y si hablamos de derivar, hablamos de casos complicados».

José Rábago recordó la figura del superdentista de antes. «Un profesional que hacía de todo. No tenía una calidad suprema, pero hacía ortodoncia, hacía cirugía, hacia odontopediatría… Ahora lo que hacen es decir: hay una persona que hace endodoncias, pues vienes un día cada tres semanas. La clínica lo que consigue es quedarse con el paciente. Y eso de andar mandando al paciente de un sitio a otro, se termina». Rafael Cisneros apuntó la razón económica como otro factor que anima a derivar pacientes: «El jefe de la clínica lo que hace es derivar aquello que económicamente no le es rentable».

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