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En España se diagnostican 5.000 casos de cáncer oral cada año

El cáncer oral tiene en común con los demás cánceres el que si se diagnostica pronto las tasas de supervivencia tras su tratamiento son altas y si es tardío el pronóstico es bastante sombrío. En España la tasa de supervivencia es del 50 por ciento a los 5 años, lo que quiere decir que se está diagnosticando tarde.

Cada año se diagnostican en España 5.000 casos de cáncer oral, estando entre el 75 y el 90 por ciento de ellos ligados al consumo de tabaco y alcohol. Si bien hace pocos años el perfil del paciente de cáncer oral era un varón adulto y habitualmente no menor de 50 años, se está viendo cada vez más en jóvenes y en mujeres debido fundamentalmente al aumento del consumo de tabaco entre ellos.

Los fumadores que no consumen alcohol tienen un riesgo de entre 2 y 4 veces mayor de desarrollar cáncer oral que las personas que no beben ni fuman, mientras que las personas que presentan un consumo elevado tanto de cigarrillos como de alcohol, tienen un riesgo entre 6 y 15 veces mayor de sufrir un cáncer oral. Las lesiones se pueden llegar a malignizar en un 20 por ciento de los casos, más en fumadores que en no fumadores.

Todos estos datos se dieron a conocer en una rueda de prensa ofrecida por el presidente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), el Dr. Francisco Rodríguez Lozano, junto al presidente del Colegio de Dentistas de Santa Cruz de Tenerife, Francisco Perera y la secretaria, Concepción de León, con motivo de la celebración el 31 de mayo del Día Mundial sin Tabaco.

Las lesiones precancerosas y malignizables, como las leucoplasias, se presentan con una frecuencia seis veces mayor en fumadores que en no fumadores. El abandono del hábito de fumar cigarrillos prácticamente elimina el incremento del riesgo de desarrollar cáncer oral en un plazo de 5 a 10 años y la leucoplasia oral puede remitir o desaparecer tras abandonar el tabaco. El dentista es el profesional capacitado e indicado para detectar estos procesos en sus estadios iniciales, por lo que visitarlo regularmente nos aportará tranquilidad en este sentido.

En cualquier caso, se debe acudir al dentista ante: una úlcera que dura más de 15 días, la presencia de alguna dureza, ante manchas de color blanco (leucoplasia) o rojo (eritroplasia) en la boca, al sangrar anómalamente por algún lugar en la boca, ante una dificultad para masticar, hablar o tragar y ante la presencia de dolor, hormigueo o sequedad de boca sin causa aparente.

Aparte del cáncer oral, es conocido que el hábito de fumar tiñe los dientes, las restauraciones dentarias y las prótesis. El sabor puede verse afectado especialmente en el caso de la sal, teniendo los fumadores un umbral de detección de concentración de sal de 12 a 14 veces mayor que los no fumadores. El fumar es causa también de halitosis y cuando se deja de fumar se vuelve a disfrutar de los sabores.

Los fumadores presentan una mayor prevalencia y gravedad en la periodontitis, incluyendo una mayor pérdida de hueso, bolsas periodontales más profundas y una pérdida de inserción más grave. Además, los fumadores presentan un riesgo de entre 2,5 y 6 veces mayor de sufrir enfermedad en las encías. Los postoperatorios de los tratamientos periodontales son peores y presentan peor pronóstico. Dejar de fumar puede detener la progresión de la enfermedad y mejorar el resultado del tratamiento periodontal en un plazo de unos meses después de dejar de fumar.

El hábito de fumar también ha demostrado tener un efecto adverso sobre la cicatrización de las heridas, mayor dolor tras las extracciones dentarias, y peor capacidad de recuperación de las encías después de una limpieza bucal. En los grandes fumadores la mucosa oral se pigmenta por melanina. No da sintomatología, no es una lesión premaligna y la pigmentación es reversible, aunque suele tardar un año o más en desaparecer tras dejar de fumar. Este efecto que se presenta en más del 30 por ciento de los fumadores, puede tener un impacto negativo en el grado de confianza social del fumador.

También hay que destacar que se pierden más implantes por fumar que por no limpiarse la boca. El índice de fracasos de implantes, es de un 4 por ciento en no fumadores, y un 12 por ciento en fumadores, afectando en el maxilar superior a un 18 por ciento. Si existen otros factores en contra, como puede ser un hueso poco adecuado para el implante y la diabetes, entre otros, el porcentaje de fracaso es mayor.

Se ha demostrado que con una abstención de una semana, antes de realizar el implante, y ocho después, las tasas se igualan a los no fumadores, por lo que es un arma a utilizar con los fumadores: tras nueve semanas de abstención se está muy cerca de dejar de fumar.

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