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Los fumadores tienen un riesgo tres veces mayor de sufrir periodontitis avanzada que los no fumadores

Además, en estas personas la enfermedad progresa más rápidamente, se suele retrasar el diagnóstico y, por lo tanto, la puesta en marcha de un tratamiento oportuno.

Ésta es una de las principales conclusiones que se extraen del informe que la Sociedad Española de Periodoncia y Osteointegración (SEPA) presentó coincidiendo con la celebración de su campaña «Cuida tus Encías».

Los autores del documento, titulado «Cuida tus encías… especialmente si fumas», los doctores, David Herrera, vicepresidente de SEPA; Rafael Magán, vocal de la junta directiva de SEPA; e Isabel Santa Cruz, investigadora de la Facultad de Odontología de la Universidad Complutense de Madrid coinciden en calificar el tabaco como «uno de los más importantes factores de riesgo ambientales y modificables de padecer enfermedad periodontal y pérdida dentaria».

Los fumadores tienen mayores niveles de bacterias patógenas en el periodonto y presentan una disminución de las defensas de la encía frente al ataque bacteriano, lo que se asocia con un importante aumento en la susceptibilidad a sufrir una infección periodontal.

Principales causas

En el trabajo, que fue presentado dentro de la campaña de SEPA «Cuida tus encías» por David Herrera, vicepresidente de SEPA y por el director general de Atención Primaria de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Antonio Alemany, se abordan los diferentes factores que pueden explicar el riesgo de sufrir periodontitis y la mayor velocidad de progresión de la enfermedad en los fumadores. Así, una mayor presencia de patógenos bucales, una menor cantidad de células del sistema inmune (que, además, presentan alternaciones en sus funciones), la existencia de alteraciones en los fibroblastos (responsables de la síntesis del colágeno) y una menor vascularización de la encía son algunos de los hallazgos etiopatogénicos más relevantes.

Según el Dr. Rafael Magán, «la encía del fumador recibe un menor aporte sanguíneo y de oxígeno, a la vez que disminuyen sus mecanismos defensivos contra las bacterias de la placa bacteriana. Esto justifica que estas bacterias dañinas produzcan una mayor destrucción del conjunto de elementos de sujeción del diente». Numerosos trabajos apuntan a que los fumadores podrían tener un mayor número de patógenos periodontales en comparación con los no fumadores.
«También se ha observado un efecto perjudicial del tabaco sobre los fibroblastos, lo que puede tener impacto en el proceso destructivo, y en la respuesta de curación», apunta el Dr. David Herrera. Igualmente, algunos estudios sugieren que el tabaco afecta a las células del sistema inmune más importantes en la encía: a los leucocitos polimorfonucleares (reduciendo su cantidad y alterando su funcionamiento) y a los linfocitos B (alterando la producción de anticuerpos).

Respecto a la vascularización de la encía, los estudios demuestran que la densidad vascular no está afectada por el consumo de tabaco en la encía sana, sin embargo, cuando los tejidos están inflamados sí existen diferencias, documentándose un número de vasos sanguíneos significativamente menor en las localizaciones inflamadas de fumadores en comparación con localizaciones inflamadas de no fumadores.

En este sentido, los autores aluden a un problema adicional que existe habitualmente en el abordaje de la enfermedad periodontal en los fumadores. «No sólo se diagnostica más tarde, sino que esto conlleva un retraso significativo en la puesta en marcha de las necesarias medidas terapéuticas», afirma el Dr. Rafael Magán. Y es que, según el Dr. David Herrera, «la respuesta inflamatoria en los fumadores podría estar alterada debido a los efectos del tabaco en la vascularización, lo que podría a su vez explicar la reducción de signos inflamatorios y un menor sangrado de las encías de los fumadores».

Por lo tanto, en estas personas es más común que se enmascare la enfermedad, al ser menos frecuente y patente uno de los principales signos de alarma que llevan a muchas personas a consultar a su odontólogo, como es el sangrado de las encías. A este propósito, advierte la doctora Santa Cruz, «si se es fumador, no hay que confiarse en que las encías estén sanas aunque no sangren».

Importantes consecuencias

Las encías de los fumadores presentan, por norma general, varias alteraciones importantes. Así, habitualmente, se trata de una encía fibrótica, con menor sangrado gingival, con bolsas periodontales más profundas, las encías están descarnadas (recesión gingival), es más frecuente la acumulación de sarro dental y tinciones dentales oscuras y la progresión de la periodontitis es más rápida.

También resulta más común entre los fumadores la concurrencia de la enfermedad periodontal y el desarrollo de otros trastornos asociados como la aparición de leucoplasias en las encías.

Pero, además, la respuesta a las medidas terapéuticas es menor. Se aprecia una menor reducción de bolsas tras el raspado y alisado radicular, y tras cirugía periodontal hay mayor probabilidad de reaparición de las bolsas periodontales y es más frecuente que haya resistencia al tratamiento periodontal convencional.

El tabaco hace que la respuesta al tratamiento periodontal básico (raspado y alisado radicular) y avanzado (cirugía periodontal) sea mucho peor, siendo hasta un 50% menor la mejora en algunos aspectos clínicos. Además, se ha observado que entre el 86 y el 90% de los pacientes que no responden adecuadamente a los tratamientos periodontales son fumadores.

La respuesta a tratamientos periodontales más específicos también baja considerablemente entre los fumadores. Los resultados de la cirugía mucogingival empeoran en un 25% en los fumadores; en los tratamientos regenerativos los fumadores alcanzan una tasa de respuesta que es prácticamente la mitad que la lograda por los no fumadores; y la tasa de fracaso de los implantes dentales es dos veces superior entre la población fumadora (mayores dificultades para que el implante se una al hueso).

Recomendaciones

Ante este panorama, los autores del documento de SEPA ofrecen algunos consejos prácticos.

El principal reto y objetivo es conseguir que el fumador abandone este hábito ya que los beneficios que se derivan son inmediatos a nivel de las encías. «Si se deja de fumar, en tan sólo 4-6 semanas empieza a recuperarse la revascularización de la encía, mejora la respuesta al tratamiento periodontal y se reducen progresivamente todos los riesgos y problemas asociados».

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