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Carta a la memoria de un compañero

Reproducimos a continuación la carta que el Dr. José Luis Roldán González, presidente de SEDCYDO (Sociedad Española de Disfunción Craneomandibular y Dolor Orofacial), dedicada también a la memoria del Dr. Fernando Magdaleno Quintanal. “Hace unas semanas, y sólo catorce días después de nuestra reunión anual, fallece en Bilbao nuestro compañero y gran entusiasta de todo lo concerniente a disfunción y dolor orofaciales: el doctor Fernando Magdaleno Quintanal.

Profesor pionero, junto con dos de sus grandes amigos de Fisiopatología de la Oclusión y de la ATM en la Universidad del País Vasco. Dictante de cursos por toda nuestra geografía. Fiel oyente de todas las charlas posibles relacionadas con estos temas a los que dedicó gran parte de su conocimiento y práctica clínica. De entre los fundadores, sin duda de los más participativos, año tras año, reunión tras reunión, en todas las convocatorias de nuestra Sociedad a la que también sirvió como vicepresidente que fue.

Fernando deja tras de sí una profunda vocación por el estudio del Dolor y la disfunción orofacial y muchos años de enseñanza a gran parte de los interesados en estos asuntos de este país. Pero siendo ello notable, su gran mérito no son sólo esas largas horas de estudio y de impartición de cursos; a mi juicio, y no es la primera vez que se ha comentado, Fernando tiene en su haber una especial aportación que le hace acreedor para siempre de nuestro respeto y admiración: su espíritu crítico implacable con cualquier información independientemente de dónde o de quién viniera.

Desde que le conocí —va a hacer veintidós años, en el Pankey de Miami— puedo dar testimonio de esta curiosidad casi voraz; pero sin concesiones. Era entonces comprensible que, por lo novedoso para nosotros de la “experiencia americana”, estuviéramos especialmente permeables a cualquier información o truco clínico que nos ayudara a crecer en este campo. Fernando, sin embargo, ya cuestionaba alguna de las cosas en que nos trataban de adiestrar. Y, aun pudiendo ser calificado —según sus propias palabras-— de escéptico, muchas de ellas respondieron más bien a sus argumentos que a cualquier otra razón que supuestamente se nos quisiera mostrar como válida. Y esta actitud suya fue una constante en nuestras reuniones. Con gran educación, pero con el mismo rigor, enriqueció año tras año cualquier mesa de debate de nuestros cursos y congresos.

Porque además era hombre servicial en lo que estaba en sus manos. Siempre hacía por estar disponible para cualquier evento académico, para facilitar cualquier información científica… para echar cualquier mano que pudiera y, en definitiva, para atenderte. Esa atención a los demás, que me decían sus amigos entrañables Eduardo, Pascual y Paco cuando acudí a compartir el sufrimiento de los suyos, era directriz en la vida de Fernando.

En nombre de esta Sociedad que presido, deseo manifestar nuestro más sincero pesar por esta pérdida a sus familiares. Todos los que le hemos conocido y trabajado con él le llevaremos siempre en nuestro recuerdo.”

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