La elevación de seno transcrestal, con la utilización de implantes cortos o ultracortos, es un procedimiento ampliamente extendido en la cirugía oral, siendo generalmente de elección cuando la cresta ósea residual nos permite estabilizar el implante sin problemas de micromovimiento en la fase temprana de la oseointegración (1, 2).
Además, este tipo de procedimiento tiene más sentido que el abordaje convencional cuando tenemos un seno afectado por diferentes patologías, como la sinusitis crónica, o existe algún pequeño pólipo o quiste de retención que podría romperse al realizar una elevación de seno convencional, siendo muy complejo su sellado y la colocación de injerto en el interior del seno sin exponernos a una infección del material (3, 4). Para estos casos, por lo tanto, el abordaje transcrestal puede permitirnos llevar a cabo la colocación del implante en una zona adyacente a la que tiene el problema en el seno; o cuando el implante se tiene que situar en el área afectada, a través del acceso crestal, podemos realizar un drenaje del seno de forma puntual y contenida (5-7). Una vez drenado, podemos sellar el propio seno con la colocación del implante, quedando, de este modo, aislada la perforación y evitando la adición de materiales de relleno que se puedan contaminar (8).
Este procedimiento de sellado mediante el ápice del implante puede ser también empleado en aquellos casos en los que puede generarse una perforación accidental al fresar el neoalveolo o existe ya una comunicación existente entre el seno y la cavidad oral con la membrana prácticamente a nivel de la cresta, hecho que se produce con frecuencia cuando existe un escaso volumen óseo residual y la zona ha sufrido infecciones de repetición (9, 10). En este caso, podemos también optar por el sellado del seno mediante el implante única y exclusivamente.