Los implantes monofásicos, o monobloque, suponen una herramienta clásica en
rehabilitación del paciente edéntulo. Históricamente la investigación científica y las publicaciones se han centrado en los implantes que podemos conocer como convencionales, pero existe cierta tendencia al alza a la rehabilitación con este tipo de implantes. Se presentan dos casos clínicos de arcadas completas rehabilitadas con implantes monofásicos y prótesis fija tipo 1 (PF1).
Introducción
Los implantes dentales supusieron una revolución en rehabilitación oral, principalmente en pacientes edéntulos totales cuya única alternativa eran las prótesis removibles mucosoportadas.
«La literatura avala el uso de implantes estrechos como una alternativa con expectativas de éxito similares a los implantes de diámetro convencional»
Si bien la osteointegración como concepto no fue presentada por Brånemark et al. hasta 1977 (1), existen dispositivos implantológicos previos como el de Greenfield (1909), el cual presentó el primer implante sumergido, realizado en platino iridiado (2).
La autodenominada Escuela Italiana de Implantología data de unos 15 años antes del primer artículo de Brånemark, cuando Tramonte presentó en 1962 «Un nuovo metodo di impianto endosseo» (3).
Desde entonces, la que podríamos denominar Escuela Sueca (o Escuela de Goteborg) y la Escuela Italiana han supuesto dos alternativas de rehabilitación implantológica, siendo, principalmente, la Italiana la promotora y defensora de los implantes monofásicos. En 1996, Muratori y la Sociedad Española de Implantes (SEI) publicaron un interesante artículo acerca de la historia de la Implantología oral (4).
Aunque los implantes bifásicos que conocemos como convencionales tienen mayor presencia mediática y un mayor número de estudios científicos reglados que los sustentan, los implantes monobloque han sido, y son, para muchos profesionales un medio satisfactorio y eficaz para llegar al fin de rehabilitar pacientes edéntulos parciales y totales.
La rehabilitación sobre estos implantes también ha evolucionado, existiendo actualmente la opción de rehabilitar de la manera clásica con metal colado y cerámica feldespática, hasta materiales más modernos como la zirconia monolítica fresada, polimetilmetracrilato (PMMA), polieteretercetona (PEEK) e, incluso, resina compuesta (composite). A pesar de ello, el material que presenta menos complicaciones en grandes rehabilitaciones ferulizadas sigue siendo el metal-cerámica, aunque con la implementación y uso de los escáneres de clínica y laboratorio ha evolucionado y, actualmente, las técnicas más habituales en el procesado del metal son fresados y sinterizados.