En las últimas décadas los implantes dentales han sido el tratamiento de elección para sustituir los dientes perdidos, con un buen pronóstico a largo plazo (1, 2). La microtextura de la superficie del implante ha acelerado el proceso de osteointegración (3) y, recientemente, la bioquímica de la misma ha mejorado la cicatrización ósea temprana (4).
Sin embargo, cuando estos implantes con topografía superficial modificada se exponen al entorno bucal, existe un posible impacto de estas superficies en la adhesión bacteriana, aumentando la formación de biopelículas y, por ende, la inflamación del tejido periimplantario.
Actualmente, aunque las tasas de supervivencia en tratamientos con implantes dentales son elevadas (5), la prevalencia de enfermedades periimplantarias es también muy alta. En España, un 27% de los pacientes y un 27% de los implantes en el caso de la mucositis, así como un 24% de los pacientes y un 20% de los implantes en el caso de la periimplantitis (6).
La periimplantitis y la periodontitis presentan características clínicas comunes. Se ha demostrado que las lesiones de estas dos patologías muestran grandes cantidades de infiltrado inflamatorio, extendiéndose en el caso de la periimplantitis a un nivel más apical que en la periodontitis (7, 8).
«Existe un mayor riesgo de desarrollar periimplantitis en pacientes con antecedentes de periodontitis, escasa capacidad de control de la placa y sin cuidados regulares de mantenimiento tras el tratamiento con implantes»
Además de las características de la superficie del implante, existe evidencia sólida de que existe un mayor riesgo de desarrollar periimplantitis en pacientes con antecedentes de periodontitis, escasa capacidad de control de la placa y sin cuidados regulares de mantenimiento tras el tratamiento con implantes. Sin embargo, los datos que identifican el «tabaquismo» y la «diabetes» como posibles factores de riesgo o indicadores de periimplantitis no son concluyentes (9).
Para reducir la implicación de los factores de riesgo relacionados con los implantes, se han propuesto los implantes híbridos, en los que los dos tercios apicales tienen una superficie moderadamente rugosa y el tercio coronal tiene una superficie mecanizada. El objetivo, por tanto, de este diseño de implante es proporcionar una porción coronal, que, si queda expuesta al medio bucal, podría limitar la adhesión del biofilm reduciendo así la infiltración inflamatoria y facilitar el posible tratamiento de la enfermedad periimplantaria.