Resumen
El autotrasplante dental es el reposicionamiento de un diente autógeno en un alveolo postextracción o en un sitio receptor formado quirúrgicamente para reemplazar dientes que, por ejemplo, faltan congénitamente o involucran una erupción ectópica, con caries severa, con enfermedad periodontal, y que han sufrido traumatismo o fracaso endodóntico. Siguiendo los criterios de selección adecuados, así como una técnica quirúrgica minuciosa, puede resultar una alternativa terapéutica ideal en ciertos pacientes. En la presente revisión bibliográfica se repasan las indicaciones, contraindicaciones, criterios de éxito y posibles complicaciones y fracasos.
Palabras clave: autotrasplante dental, desarrollo radicular, ligamento periodontal, tasa de éxito.
Introducción
El autotrasplante dental fue documentado, por primera vez, por un médico francés, Pierre Fauchard, en su libro «Le Chirurgien Dentiste», publicado en 1728, en el que movió quirúrgicamente un diente de un sitio a otro en el mismo individuo (1). Sin embargo, este procedimiento data del antiguo Egipto, cuando los esclavos eran forzados a donar sus dientes a los faraones (2).
A principios de la década de 1950, el autotrasplante era popular para reemplazar los primeros molares deteriorados con terceros molares impactados muy inmaduros, pero decayó su aceptación debido a las bajas tasas de éxito en ese momento (alrededor del 50%) (3-5). Sin embargo, los estudios clínicos y experimentales sobre el autotrasplante en los últimos 40 años han demostrado que puede ser una opción de tratamiento más predecible en la terapia dental (6).