En un artículo publicado en el Journal of American Dental Association, – y del cual destacamos los puntos más importantes a continuación – los autores revisan la historia de las pandemias y las probables causas de su aparición. Incluyendo la pandemia COVID-19 por el virus del síndrome respiratorio agudo severo 2 (SARS-CoV-2) y sus variantes, así como sus posibles impacto en la odontología en el período pospandémico.
Las pandemias a lo largo de la historia de la humanidad
Las pandemias han modificado significativamente nuestro comportamiento social a lo largo de los milenios, y la pandemia de COVID-19 no es una excepción. Cuando los humanos eran cazadores y recolectores, vivían en pequeños grupos de población en zonas muy concretas, desprovistos de medios de transporte, motivo por el cual los contagios se limitaban a grupos de población focales.
Posteriormente, se implantó un estilo de vida sedentario gracias al ganado y la agricultura, que evolucionó hacia una sociedad agraria comunal y en este ambiente sí se produjeron contagios de enfermedades transmisibles, como la tuberculosis o la tos ferina de los cerdos y perros.
De hecho, los historiadores han estimado que en los últimos 2 milenios, se han desarrollado más de 450 epidemias, incluidas pandemias. Y todas ellas, incluyendo la pandemia de COVID-19 y la epidemia de SARS de 2003, tienen significativas semejanzas con las pandemias más antiguas, ya que se basan en la dinámica de transmisión de infecciones de animales a humanos, que tan bien conocemos hoy en día.
¿Por qué las pandemias se repiten de forma regular?
Si bien las transformaciones sociales y culturales de cazadores y recolectores a una existencia más nómada y comunitaria podrían haber contribuido a las epidemias iniciales, no está claro por qué continúan repitiéndose regularmente.
Existen múltiples razones por las cuales ocurren pandemias catastróficas, como son la explosión demográfica, la migración masiva y la supervivencia prolongada de cohortes debilitadas y susceptibles a varios inmunosupresores. Todo ello, junto con el calentamiento global y la consiguiente pérdida de hábitats que conlleva, provocan una serie de vicisitudes de los seres humanos y la naturaleza que conducen a que los microbios evolucionen y muten a un ritmo exponencial, allanando el camino para las pandemias.
Cómo han afectado las pandemias a los dentistas
Poniendo ahora el foco en los trabajadores de la salud, la pandemia de COVID-19 ha provocado la muerte de personal médico en todo el mundo. Los trabajadores de la salud dental parecen haber sido más afortunados, ya que la tasa de infección de los dentistas por el COVID ha sido más baja que para otros profesionales sanitarios. Esto puede ser debido a una combinación de las estrictas adicionales medidas de control de infecciones que se utilizan en Odontología y la probabilidad de que los pacientes con una infección aguda grave no se sometan a tratamientos dentales.
Y es que hoy en día es difícil visualizar la práctica de la odontología clínica con las manos sin guantes o sin una mascarilla quirúrgica, pero no siempre ha sido así. No fue hasta finales de la década de 1980 que se produjo una llamada de atención a la profesión dental cuando se publicaron informes afirmando que varios cirujanos orales y dentistas de EEUU y UK habían transmitido la infección por hepatitis B a algunos de sus pacientes. Lo cual, como es lógico, desencadenó una publicidad bastante adversa en los medios de comunicación.
Durante la pandemia del VIH, se denunció un caso de contagio del virus por un dentista a varios de sus pacientes, y aunque posteriormente se probó falso, ya había dado lugar a una nueva crisis de reputación.
Pero gracias a este caso, y considerando las enfermedades existentes, como el VIH y la hepatitis B o la tuberculosis multirresistente, las autoridades sanitarias de Estados Unidos y Reino Unido emitieron directrices sobre el control de infecciones en entornos dentales, que se promulgaron formalmente en 1987 bajo el título «Recomendaciones para la prevención de la transmisión del VIH en los entornos de atención de la salud«. En este tratado, se recalcaba la importancia del control de infecciones para todas las prácticas dentales el mundo, y esa es la línea que se ha seguido desde entonces.
La Odontología del futuro tras la pandemia
A causa de que el COVID-19 puede convertirse en una enfermedad endémica, particularmente debido a las variantes emergentes del SARS-CoV-2, la comunidad dental debe adoptar diferentes medidas de control de infecciones, como las que vemos a continuación.
Vacunas COVID
Si bien la rapidez de respuesta ante la pandemia desarrollando una vacuna efectiva ante el COVID es encomiable, se han presentado obstáculos como escasez de vacunas, redes logísticas comprometidas durante su distribución y los procesos de vacunación en sí, particularmente en los países en desarrollo. Sin olvidar a la parte de la población que recela a la hora de ponerse la vacuna.
En el caso de los odontólogos, las pautas estándar de control de infecciones establecen que los trabajadores de la salud bucal deben vacunarse contra varias infecciones transmisibles, en esta caso incluyendo la vacunación del personal sanitario contra el COVID. Pero esto puede conllevar ciertos problemas que hay que resolver como la existencia de personal que se niegue a recibir la vacuna debido a sus creencias, las comorbilidades contraindicadas para la vacunación y la necesidad de una dosis de refuerzo de la vacuna, así como la frecuencia de su administración, entre otras.
Pruebas de diagnóstico en el punto de atención
Dado que es probable que COVID-19 sea una infección endémica, es fundamental que los odontólogos y demás personal que trabaja en el cuidado de la salud oral, se aseguren de que los pacientes que tratan a diario estén libres de reservorios virales que puedan crear nuevos grupos de infección. Una forma de conseguirlo es realizando pruebas de diagnóstico rápidas para antígenos y anticuerpos del SARS-CoV-2 a todos los pacientes inmediatamente antes del tratamiento.
Se espera que se produzcan este tipo de kits de forma masiva y a precios asequibles, para que estén disponibles para todas las clínicas. Pero aun así, surgen preguntas: ¿debería hacerse la prueba a cada paciente en cada cita con el dentista? ¿Cuál debería ser la frecuencia de las pruebas? ¿Qué sucede si un paciente se niega a hacerse la prueba o no quiere asumir su coste? ¿Se debe protocolizar la derivación de un paciente a un centro de pruebas de confirmación pre-identificado?
Estas preguntas deben responderse a través del diálogo, particularmente con los proveedores de atención médica, una vez que la demografía evolutiva de COVID-19 sea más clara.
Teleodontología: la práctica odontológica a distancia
Minimizar el contacto físico con pacientes o personas presintomáticas será fundamental para frenar la propagación del COVID-19 en un mundo pospandémico. La Teleodontología, definida como «la facilitación remota de tratamiento, orientación y educación dental mediante el uso de tecnología de la información, sustituyendo al contacto directo cara a cara con los pacientes«, podría ser un brazo esencial del protocolo de gestión de la atención al paciente. Especialmente durante el resurgimiento esporádico de la infección en focos regionales o en áreas donde la pandemia puede durar meses.
De hecho, ya han surgido varias iniciativas en las que se realizan tratamientos básicos de ortodoncia a distancia, llevados a cabo por algunas startups odontológicas.
Pero es aún un enfoque nuevo, lo que hace que haya muchas dudas tanto por parte de los dentistas – recientemente se ha hecho una declaración conjunta precisamente sobre los riesgos de la ortodoncia a distancia – como los pacientes. Sin embargo, con el tiempo llegará a ser una sólida herramienta de diagnóstico y gestión de la atención al paciente, ya que cada vez se usan más los servicios de datos basados en la nube, la inteligencia artificial o el big data a través de la bioinformática.
Pedagogía y educación continua
Durante el período pospandémico, las universidades y establecimientos similares deben considerar cuál es la mejor manera de brindar educación dental en un entorno seguro y libre de enfermedades, por el bien de todas las partes interesadas. Se debe lograr un equilibrio adecuado entre la adquisición y capacitación de habilidades necesarias por los estudiantes y el mantenimiento de las medidas esenciales para el control de infecciones.
Algo que por ejemplo se ha llevado a cabo en España durante la pandemia del COVID, estableciendo protocolos para, en la medida de lo posible, estudiar Odontología a distancia. Y dando lugar a la pregunta de si se debía incrementar el componente no presencial en la docencia de Odontología, para así disminuir el riesgo de exposición y contagio frente a enfermedades contagiosas futuras que no tengan vacunas.
Para ello, además de controles administrativos, se podría recurrir a conferencias virtuales y tutorías en grupos pequeños; perfeccionar el uso de protocolos de formación en Odontología operatoria a distancia; optimizar la proporción estudiantes/pacientes en las clínicas donde se imparten prácticas; y establecer apropiados períodos de inactividad entre las sesiones de tratamiento del paciente, todo ello encaminado a disminuir la transmisión de enfermedades en los entornos de la clínica.
Control de infecciones
Los procedimientos que generan aerosoles son parte integral de la odontología clínica. Esto hace que sea imperativo el rediseño o reacondicionamiento del consultorio dental en base a controles de ingeniería de vanguardia para prevenir las enfermedades transmitidas por aerosoles. Estamos hablando de mecanismos de evacuación extraoral de gran volumen, ventilación con presión negativa, filtración de aire eficaz mejorada, irradiación ultravioleta de los quirófanos o barreras transparentes en los puntos de comunicación entre el paciente y el personal administrativo.
Uno de los muchos ejemplos de este tipo de medidas es la reciente reforma de la Clínica Solidaria del COEM, en la que se han instalado tanto lámparas UV-C como lámparas UV y cierres practicables de vidrio en todos los espacios.
Conclusiones del estudio
Aunque la profesión dental fue un paso por delante en la protección frente al COVID-19 debido a las rigurosas medidas de control de infecciones que se utilizan universalmente, la profesión debe estar preparada no solo para una enfermedad recurrente y posiblemente endémica de varias variantes virales del SARS-CoV-2, sino también para nuevas infecciones emergentes, que se prevé que lleguen periódicamente en diversas formas.
En definitiva, es probable que los ecosistemas clínicos en el futuro se vuelvan aún más seguros al predecir cómo evolucionan los patógenos y preparar el sistema inmunológico humano para la próxima ola de combatientes microbianos.
Además, los responsables de la formulación de políticas y los organismos reguladores, deben analizar de forma amplia y profunda cómo la pandemia ha afectado a la profesión odontológica y revisar y modificar las pautas y recomendaciones en todo el espectro de la práctica y la formación odontológicas.