Años de experiencia
Muchos de los profesionales que actualmente trabajan en pueblos responden a un perfil joven, en pleno desarrollo profesional, que realizan su labor en clínicas que han abierto sus puertas hace poco tiempo. Aun así, en muchas localidades españolas pequeñas, con menos de 20.000 habitantes, también existen clínicas dentales tradicionales con una experiencia consolidada en el tiempo. Es el caso del centro que dirige desde hace 27 años el Dr. Francisco Torres en la localidad onubense de Gibraleón.
En declaraciones a Gaceta Dental, recuerda que sus inicios no fueron fáciles. Tras cursar la carrera de Odontología en Bruselas y formarse allí hasta el inicio de los años 90, decidió emprender una nueva etapa en su pueblo abriendo su propia clínica dental. «Un compañero decidió dejar su clínica en Gibraleón después de cinco o seis años e irse a la capital, a Huelva. Así que, con mucha ilusión, decidí trabajar, formarme y montar mi consulta. El salto fue muy duro. Aquí lo que imperaba era quitar el dolor, no se hacía prevención», describe el Dr. Torres. La concepción de la profesión en las zonas rurales de España era muy diferente a la que existía ya en aquella época en Bruselas. Este hecho generó cierta sensación de desánimo en el odontólogo. «Me vine bastante abajo, pero mi reacción no fue irme, sino luchar hasta que, después de mucho esfuerzo, conseguí entender el ámbito rural. Ahora estoy adaptado y acomodado a la situación».
Por su experiencia, entiende a la perfección a todos aquellos dentistas que actualmente deciden trabajar en zonas rurales. Eso sí, es consciente de que hoy en día el escenario es distinto. «Ahora lo que imperan son las franquicias, por lo que el dentista de cabecera, aunque no vaya a desaparecer, está sufriendo lo que en las ciudades padecen las tiendas de barrio. En los pueblos, las cadenas de clínicas dentales también encuentran su hueco», afirma el Dr. Torres. Con ello, este odontólogo recuerda que trabajar en un pueblo no implica tratar a todos los pacientes de la localidad. Del mismo modo, reconoce las diferencias con respecto a las clínicas instaladas en zonas urbanas. «Aquí la luz y la factura del autónomo es la misma que en el centro de Sevilla. En cambio, una empresa de mensajería realiza sus servicios a las 10 de la mañana y ya no vuelve hasta el día siguiente. Está claro que si mi clínica estuviese en el centro de Sevilla, tendría un mayor acceso a determinados recursos».
Servicio más económico
«Al estar en un pueblo tienes que tener unos precios especiales para ser más competitivo», lamenta el Dr. Torres, quien deja en el aire la siguiente pregunta: «¿Es rentable tener unas instalaciones con todos sus gastos en un pueblo de 850 habitantes?».
El hecho de estar al frente de su clínica en Gibraleón durante casi 30 años no ha hecho que el Dr. Torres se aleje de la realidad que actualmente viven los odontólogos más jóvenes que comienzan a desarrollar sus carreras en clínicas dentales de zonas rurales. Es más, la conoce de cerca, ya que su hijo forma parte de ese colectivo de dentistas que se encuentra en pleno emprendimiento profesional. Es el Dr. Eduardo Torres, lincenciado en Odontología y Máster en Cirugía e Implantes.
El día a día de este odontólogo en la clínica es singular, ya que desarrolla su trabajo en varios centros situados en diferentes puntos de la geografía española. Los lunes y los martes trabaja en la clínica de su padre en Gibraleón y el resto de la semana se encuentra en Madrid. Así, por su experiencia diaria conoce las diferencias que existen entre trabajar en una consulta de pueblo y en otras situadas en lugares con una población mayor.
En este sentido, destaca que las ciudades españolas sufren una masificación en cuanto al número de clínicas dentales. Sin embargo, es consciente de que muchas poblaciones rurales carecen de los servicios de un dentista. El hecho de trabajar en lugares distintos de la geografía española hace que el Dr. Eduardo Torres observe diferencias notables en clínicas que están en lugares con desigual densidad de población. «No existe realmente una diferencia en cuanto a la labor del profesional porque prácticamente todas las consultas tienen las infraestructuras diseñadas de la misma forma, atendiendo al material clínico o radiológico. Aunque sí es cierto que en grandes urbes hay más equipamiento que en zonas rurales, básicamente por un tema económico. Los pacientes en un pueblo son más reacios a tratamientos de gran envergadura, como por ejemplo a una rehabilitación entera con implantes de toda la boca». El Dr. Eduardo Torres considera, por tanto, que el dentista de un pueblo dispone de un menor volumen de trabajo. «En una clínica de un municipio como Gibraleón no puedes hacer un desembolso para albergar todo tipo de tecnología porque no te sale rentable. En una ciudad, por el contrario, al haber un nivel de primeras visitas abrumador, sí puedes hacer frente a un gasto así».
Inversión tecnológica
La dotación tecnológica de una clínica dental ayuda a los odontólogos a ofrecer una mejor atención bucodental a los pacientes. Sin embargo, muchos profesionales señalan este punto como una de las principales claves para entender la desigualdad geográfica del trabajo del dentista en España.
El Dr. Ismael Cerezo es implantólogo y cuenta con clínicas dentales en pueblos de las provincias andaluzas de Córdoba, Granada y Jaén. Una de sus prioridades es «acercar la tecnología más avanzada a estas zonas geográficas». Por su experiencia, es consciente de que las grandes cadenas de clínicas dentales concentran su trabajo en las ciudades de más de 20.000 habitantes. De este modo, ha dedicado parte de su esfuerzo a invertir en este aspecto. «Podemos presumir de contar con la tecnología más avanzada en todas nuestras clínicas. Para garantizar nuestros diagnósticos contamos con TAC dental, ortopantomografía, telerradiografía, periapicales, cámaras intraorales y otros equipos tecnológicos», señala este odontólogo.
Gracias a la tecnología, el acceso a determinados tratamientos mejora considerablemente. La Dra. María Prado, que trabaja en dos pueblos de Asturias, tiene claro que no existe ninguna dificultad añadida para acceder a determinada aparatología de última generación en comparación con otras consultas. «En absoluto. De hecho, la tecnología digital ayuda mucho a solucionar el problema de la mensajería física, ya que agiliza los plazos», afirma.
Los Colegios de Dentistas de toda España fomentan el desarrollo tecnológico de los profesionales que trabajan en las provincias que representan. Recientemente el Colegio de Dentistas de León abrió una nueva sede en Ponferrada con vistas a continuar con el trabajo que desarrolla el Centro Odontológico de Formación Integral de León. Las nuevas instalaciones cuentan con un escáner CBCT para el diagnóstico y la planificación de tratamientos en el área bucodental. Este equipamiento está disponible para todos los dentistas del área del Bierzo.
Otro ejemplo es el de la Oficina de Transformación Digital con sede en el Colegio de Dentistas de Córdoba. Este centro está planteado para que se lleven a cabo acciones de difusión y de apoyo a los centros sanitarios de Andalucía para que implementen, dinamicen y profundicen en las tareas de digitalización. Existen 27 centros de este tipo en toda España.
Acceso a la formación en zonas rurales
La investigación en Odontología avanza imparable, lo que hace imprescindible una constante actualización del profesional en la clínica. En este sentido, los expertos coinciden en que el dentista rural cuenta con las mismas posibilidades de acceso que cualquier otro odontólogo que desarrolla su labor en zonas urbanas. Aun así, el Dr. Ismael Cerezo reconoce que «el acceso a la formación de calidad en el sector odontológico no es fácil» cuando se empieza una nueva aventura profesional en un pueblo. Sin embargo, la oferta formativa actual es muy rica.
La Dra. Marta García señala que «a día de hoy hay muchos sistemas de formación en Odontología que permiten al profesional ampliar su conocimiento en diferentes ramas». De hecho, añade, «es importante que el profesional esté en continua formación para actualizarse en las nuevas terapias de tratamiento que surgen».
Cuando un dentista trabaja en un pueblo debe desplazarse a las ciudades para recibir la formación, ya que la mayoría de los cursos se concentran en los núcleos urbanos. «Pero al final, las principales demandas son comunes para todos los odontólogos independientemente de donde vivamos: queremos que se organicen cursos de calidad», dice la Dra. María Prado.