Introducción
Los implantes cigomáticos, originariamente diseñados por Branemark en 1989 (1), ofrecen una alternativa más al cirujano en el momento de planificar un tratamiento protésico-rehabilitador implantosoportado, en aquellos pacientes con un maxilar superior atrófico en los que la realización de injertos óseos tienen una alta complejidad y una baja predictibilidad (2).
Por otra parte, las técnicas de carga inmediata sobre implantes cigomáticos, solos o en combinación con implantes alveolares, tienen una alta predictibilidad a la vez que facilitan una rehabilitación inmediata a la cirugía y una rápida recuperación de la función del paciente (3).
El diseño de la rehabilitación definitiva juega un papel fundamental, ya que en estos casos con atrofias extremas es fundamental la definición prequirúrgica de la misma, para poder planificar de forma decisiva la cirugía.
Resulta fundamental en estos casos la incorporación del análisis facial, no solo por el diseño de la sonrisa y la valoración estética del paciente, sino por la repercusión final del tratamiento en su función.
Flujo digital en implantología
El flujo digital en Implantología no está estandarizado de una manera definitiva, si bien, todos los autores coinciden en la necesidad de diferenciar cuatro fases diferentes (4) (Figura 1).
1. Diagnóstico
En la fase de diagnóstico se recogen los datos que servirán para los siguientes pasos, entre los que cabe destacar la impresión intraoral y la de escaneo facial, como aquellas que van a definir de manera fundamental los condicionantes de la planificación.