Introducción
Se conoce como fatiga al proceso de daño progresivo que sufren los materiales cuando se les somete a cargas alternantes. Este proceso está ampliamente reconocido y considerado como una de las principales causas de fallo de los componentes metálicos y consiste, principalmente, en la aparición de microgrietas en puntos localizados que, bajo ciertas condiciones, crecen hasta convertirse en macrogrietas, que provocan, finalmente, la rotura del componente.
La Figura 1 muestra cinco modos de fractura de distintos implantes, pudiéndose apreciar que, dependiendo de la geometría, el comportamiento será uno u otro (1).
Los implantes dentales han sido muy utilizados para el tratamiento rehabilitador de pacientes parcial o totalmente desdentados desde finales de los años 60 (2). A pesar de que los implantes oseointegrados están considerados como muy eficaces para reemplazar los dientes perdidos (3) y su supervivencia a largo plazo está muy bien documentada (4-7), el fallo de estos implantes existe.
El comportamiento a fatiga de los implantes dentales depende, entre otros factores, del diseño morfológico de los mismos (longitud, diámetro, superficie, tipo de conexión) y de factores relacionados con el paciente como, por ejemplo, la edad, los hábitos y la calidad del hueso, entre otros (3,8,9).