Introducción
Los movimientos dentarios están condicionados por una serie de factores que pueden favorecer o dificultar su recorrido. En ellos se distinguen, entre otros, los factores estructurales que son de sobra conocidos por los especialistas y han sido ampliamente difundidos a lo largo de los años. Por enumerar y destacar alguno de ellos, nos encontramos la calidad de la esponjosa del hueso alveolar y la presencia de corticales como los factores condicionantes estructurales más representativos.
Luego hay otros factores que están vinculados con la musculatura como es el biotipo facial y la interdigitación de la oclusión que favorecen o dificultan estos movimientos.
Por último, las fuerzas que, según su aplicación, la dirección, la intensidad y la intermitencia pueden provocar reacciones periodontales y tisulares que terminan por responder con un movimiento dentario.
Estos movimientos dentarios alcanzan su máxima expresión en el cierre de espacio postextracción donde, gracias al movimiento de retrusión del frente anterior y/o de la mesialización de los segmentos posteriores, se recuperan los puntos de contacto entre las piezas adyacentes en la arcada.
En las distintas mecánicas de cierre, en términos generales, se ponen en antagonismo los grupos dentarios anteriores y posteriores desestabilizándose entre sí, en función de las discrepancias de superficies radiculares expuestas al movimiento y de los factores antes mencionados.
En estos cierres de espacio, y para conseguir los objetivos planteados por el especialista, es relevante el control del anclaje. Solo teniendo un buen manejo de la estabilidad del sector posterior se puede administrar el espacio, para disponer y distribuir la dentición según lo deseado.
Palabra clave. El anclaje y el seno maxilar.