La enfermedad periodontal es un proceso patológico que afecta a los tejidos periodontales, estando formado el periodonto por la mucosa masticatoria, hueso alveolar, ligamento periodontal y cemento.
Esta enfermedad se caracteriza por la inflamación de los tejidos periodontales, debido a un proceso infeccioso, que puede llevar a una destrucción crónica de los tejidos, conduciendo a la formación de bolsas periodontales y la consecuente pérdida dental (1).
Este proceso inflamatorio arroja al torrente sanguíneo bacterias gram negativas y citoquinas proinflamatorias, que influyen en la salud de los diabéticos.
Por otra parte, la Diabetes Mellitus promueve la liberación de citoquinas proinflamatorias, que modulan la respuesta del huésped, haciéndola más susceptible a la infección periodontal (2).
Además de esto, las altas concentraciones de glucosa sanguínea en los pacientes diabéticos, llevan a una producción elevada de productos finales de glicosilación avanzada, los cuales se unen a las células endoteliales y monocitos, generando las complicaciones de la Diabetes Mellitus (3).
Si la Diabetes Mellitus y la enfermedad periodontal son procesos inflamatorios crónicos, la liberación de citoquinas proinflamatorias de una de ellas, podría influir en el curso de la otra y viceversa.
Por lo tanto, se ha visto que la glucemia se estabiliza después del tratamiento periodontal, ya que la enfermedad periodontal produce desestabilización de la glucemia.
Se ha comprobado también que la prevalencia de la enfermedad periodontal es mayor en pacientes diabéticos, que en no diabéticos (4).
En cuanto a la severidad de la periodontitis, ésta se ha relacionado con la duración de la diabetes y con el mal control de la glucemia (5).