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«El futuro de la Ortodoncia pasa por la especialización»

La formación y el futuro

Y es el propio Cacho quien se encarga de llevar la tertulia hacia el futuro de la Ortodoncia, «porque el presente ya lo conocemos». Y en ese futuro tienen mucho que decir los próximos odontólogos, los que saldrán graduados de las universidades bajo el régimen del plan Bolonia. Profesor universitario, Cacho habla de tres aspectos fundamentales en estas nuevas promociones de estudiantes: «La homologación de todos los estudios a nivel europeo, que facilita la libre movilidad de los profesionales; un cambio al pasar de la enseñanza centrada en el profesor a una en la que el protagonismo lo tiene el alumno, lo que sin duda supone un cambio en la forma de enseñar y de aprender, y, finalmente, el de instaurar una cultura de calidad dentro de todo el proceso de formación». De nuevo el tiempo aparece en la conversación, esta vez en el argumentario del doctor Cacho sobre la tardía puesta en marcha del Plan Bolonia en las universidades españolas, «que se vieron obligadas a elaborar los planes de estudios con prisas porque el Real Decreto que regulaba Bolonia salió muy tarde, unos planes de estudios que podremos evaluar cuando termine la primera promoción». En cuanto a los estudios de postgrado, también regulados por un Real Decreto, el doctor Cacho distingue entre dos tipos distintos: el máster oficial y el título propio. «La mayoría de las universidades tienen un máster oficial, homologable en cualquier país de la Unión Europea, que también se rige por los mismos criterios de Bolonia, es decir, que no solamente se evalúa al alumno sino también a las instituciones y sus programas y características que pueden hacer que el máster sea especializante, profesionalizante o de investigación». Las universidades públicas han optado de forma mayoritaria por el máster de investigación «que dé lugar a la cantera de doctores e investigadores» mientras que los centros privados se han decantado por los másteres especializantes que, avisa Cacho, «no son homologables a los futuros estudios que, tarde o temprano, se tendrán que instaurar en una ley de especialidades odontológicas». Esa falta de regulación en las especialidades es la que limita el valor de la segunda categoría de estudios postgrado, el Título Propio, al no estar reconocida en el resto de Europa. «En España hay unos ochenta Títulos Propios de Ortodoncia, un centenar si sumamos los que respaldan universidades que carecen de facultad de Odontología, es decir, que la oferta universitaria para estudiar o ser magíster en Ortodoncia es más que suficiente». El último ciclo de los estudios universitarios, el doctorado, también inmerso en el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) y regulado por un Real Decreto de 2012, está llamado a ser la base de la futura sociedad, según las autoridades comunitarias. «Los nuevos tipos de doctorado se están creando para responder a las necesidades de formar doctores e investigadores para el futuro desarrollo social europeo. Se quiere hacer una transformación de la sociedad basada en más investigación y más innovación».

Proyectos útiles

Toda la investigación «tiene que ir encaminada directamente a una utilidad sobre la población», interviene Cervera. «Ahora la obtención de fondos para llevar a cabo cualquier proyecto europeo pasa por su utilidad social. La investigación, incluso la básica, tiene que tener una aplicación directa en la sociedad».

«De hecho –interviene la doctora Martín–, en todo proyecto, ya sea nacional o europeo, uno de los apartados más importantes es la aplicabilidad que tiene en la sociedad. Cuanto más desarrolles ese tema, más hincapié hagas en cómo va a mejorar la salud de los pacientes, más posibilidades tienes de que te lo den. Es decir, tienen que ver una traslación de la investigación básica a la aplicabilidad clínica. Se pretende que, en investigación, todas las decisiones clínicas que afectan al paciente se tomen en base a la evidencia científica que hay, y esto está mejorando los protocolos de realización de los estudios. Es que en Odontología y especialmente en Ortodoncia hay poco demostrado y muchas cosas se hacen por tradición o porque un gran clínico nos enseñó una técnica en la que todos creimos. Ahora se está dando un giro en las decisiones clínicas que tomamos basándonos en lo que está demostrado científicamente». La vicedecana de Odontología de la UCM define tres grandes campos en la investigación «que se desarrolla a marchas forzadas» en Ortodoncia: «el de los materiales dentales, que está en constante evolución; el de las nuevas tecnologías diagnósticas, con el 3D y los escáneres CBCT, y la forma en que se está midiendo cómo vemos los dientes y qué aplicabilidad tiene. En el segundo apartado hay muchas reticencias porque de no usarse se ha pasado a un abuso y se está planteando su restricción por la radiación que conllevan. En Estados Unidos, país que lidera toda la investigación, se ha creado una controversia acerca de la justificación del uso del CBCT de forma rutinaria porque no se pueden utilizar en todos los pacientes. Pero para hacer ciertas investigaciones, siempre que los comités éticos lo aprueben, creo que es uno de los campos que más están cambiando la Ortodoncia».

Y en su intervención la doctora Martín deja marcados los tres ejes futuros de la Ortodoncia: el movimiento dentario, el diagnóstico en 3D y los materiales, «y yo incluso añadiría la robótica, porque tanto los alambres como los brackets van a ser diseñados a la medida de cada paciente y cada tipo de maloclusión», añade el doctor Cacho.

«El futuro de la Ortodoncia pasa por la especialización»
En el desayuno hubo representación de la industria, la enseñanza, la profesión, la sociedad científica y la investigación relacionadas con la Ortodoncia.

Juan Carlos Palma insiste en la falta de evidencia científica que hay en la Ortodoncia, «sobre todo en los temas clínicos. Hacemos las cosas porque nos han dicho que hay que hacerlas así y del mismo modo se lo transmito yo a mis alumnos, pero realmente hay pocas cosas comprobadas científicamente». Por ejemplo, «es habitual que no se hagan extracciones porque el perfil se retruye, y eso no es verdad». Ese deseado soporte científico podría venir dado con la creación de la especialidad, apunta el doctor Palma, quien introduce el problema de la excesiva mediatización que existe en la investigación por parte de la industria. «Se investiga lo que es rentable, brackets nuevos que sean muy caros, y se dejan de lado trabajos sobre aparatos funcionales, que se hacen en un laboratorio y cuestan muy poco. Interesan las técnicas con brackets carísimos. Es cierto que la Ortodoncia progresa gracias a la industria, pero a cambio de un beneficio económico alto».

Esos elevados márgenes de beneficio que se buscan son un riesgo para las propias empresas, «porque si quieren durar han de ser éticamente válidas –explica el doctor Cervera–. La industria que tiene una trayectoria de décadas y sigue creciendo e investigando es porque en su filosofía hay una ética empresarial. Hay que saber distinguir estas empresas de las que, efectivamente, quieren hacer dinero rápido, que son las menos, pero hacen mucho daño».

El doctor Palma da entrada a los métodos utilizados por las empresas «para hacernos depender de ellas totalmente, con el riesgo de convertirnos en enfermeras de las casas comerciales». Y profundiza en este aspecto Santiago Jiménez al dejar constancia de la evolución seguida por las empresas grandes «para crear nuevos caminos de ingresos. Las grandes distribuidoras de brackets están creando sus propios laboratorios para fidelizar al cliente mediante la personalización de esos brackets con un sistema informático propio de difícil acceso. Es lo que va a marcar la evolución de la Ortodoncia: nuevos objetivos de las casas comerciales, que crean sus propios laboratorios para fabricar sus propios brackets personalizados con un código propio. Y desde mi pequeño puesto artesano me doy cuenta de que la única solución de futuro es ponerme al rebufo de esas tecnologías e investigar, de lo contrario el laboratorio terminará por desaparecer. La artesanía desaparecerá».

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