Después del cordal inferior, el canino superior es el diente que encabeza la frecuencia de las inclusiones dentarias con un 34% (1), fluctuando su prevalencia entre la población ortodóncica, según algunos autores (2-4), entre el 2 y el 5%. Se han barajado múltiples causas, desde factores locales (discrepancia oseodentaria, pérdida precoz del canino deciduo, quistes, tumores, etc.) (5-6), origen genético (7-8), o asociado incluso a incisivos laterales más pequeños manteniéndose una correcta longitud de arcada (9-10).
En el presente trabajo, independientemente de cuál fuese la causa de la inclusión, se describe la reconducción ortodóncica de los dos caninos superiores incluidos en una paciente joven, utilizando brackets de autoligado y arcos que desarrollan fuerzas ligeras.
Caso clínico
Paciente de 24 años de edad que acude a consulta refiriendo que «al sonreír la parte de delante me la veo muy estrecha».
La historia clínica revela antecedentes de adenoidectomía a los cinco años de edad, presentando respiración bucal en la infancia aunque actualmente es nasal. La actitud es de plena colaboración.
La exploración extraoral (figuras 1 a 3) revela simetría con patrón mesofacial, 1/3 inferior aumentado y labios competentes. Al sonreír se aprecia elevación simétrica de las comisuras, amplitud escasa evidenciada por los corredores bucales y líneas medias dentarias desviadas (la superior 1 mm hacia la izquierda y la inferior 1 mm hacia la derecha con respecto a la línea media facial).