La decoloración dental se produce por diversas razones. Ingredientes comunes como sustancias del té y el café, así como antibióticos como la tetraciclina o colorantes alimentarios, pueden filtrarse en los dientes y,
por lo tanto, estas manchas pueden persistir en la estructura porosa del esmalte. Fumar también contribuye a la decoloración dental, ya que las toxinas del humo del tabaco se acumulan de forma similar.
Con la edad, los dientes tienden a decolorarse con la acumulación de diversas manchas, además de la erosión gradual del esmalte, que expone la dentina amarilla.
Los agentes blanqueadores actuales se basan principalmente en peróxido de hidrógeno (HP) o peróxido de carbamida (CP). Su mecanismo de acción se basa en la oxidación de grandes moléculas cromógenas, responsables de la decoloración del esmalte y la dentina. El blanqueamiento dental provoca cambios significativos en la morfología del esmalte (aumento de la porosidad, depresiones y erosiones) y una reducción de su contenido mineral. El uso combinado de agentes blanqueadores con agentes remineralizantes no afecta la efectividad blanqueadora, especialmente los que contienen calcio y fosfato.