La persistencia o desarrollo de una lesión periapical posterior a un tratamiento o retratamiento de conductos es un problema para la salud oral al cual se debe prestar atención, especialmente, por los especialistas en Endodoncia (1). El reimplante intencional está definido como la extracción de un diente, la manipulación endodóntica reparando el problema y colocación del diente en su alveolo de nuevo. Debido a la mejor eficiencia, la intención de evitar estructuras anatómicas delicadas, tales como el agujero mentoniano o el hueso mandibular grueso en cirugía periapical; y la dificultad de acceso quirúrgica, esta opción de tratamiento está propuesta para resolver la patología endodóntica en casos seleccionados (2, 3).
Para un mejor resultado del procedimiento, están implicados múltiples pasos quirúrgicos que se deben ejecutar de manera precisa. El diente seleccionado se ha de extraer de la forma más traumática posible para evitar fracturas y minimizar el daño del ligamento periodontal. Para una curación a largo plazo, se ha observado que la supervivencia de las células del ligamento periodontal es un factor crítico (4, 5).
La incorporación de los materiales actuales y la microcirugía apical en los procedimientos de reimplante intencional puede aumentar el potencial de no reabsorción y la regeneración ósea periapical. Los estudios más recientes exponen que la tasa de supervivencia a largo plazo puede alcanzar el 73-77% (6, 7).
Respecto al tiempo extraoral, un tiempo mayor de 15 minutos fuera del alveolo puede afectar a las condiciones del ligamento periodontal, aumentado el riesgo de anquilosis. Se recomienda que dicho tiempo extraoral sea lo más corto posible, preservando el diente en un ambiente húmedo para mejorar los pronósticos del tratamiento (8, 9). La ferulización del diente el cual ha sido sometido a un reimplante intencional sigue siendo un tema controvertido, habiéndose publicado múltiples métodos y materiales de fijación, e incluso diferentes períodos de tiempo de dicha ferulización (10).