Las restauraciones directas en resina compuesta en el sector anterior suponen un reto en la práctica clínica diaria, ya que muchas veces se trata de un procedimiento complejo debido al gran compromiso estético. Llevar a cabo este tratamiento exige al odontólogo establecer un protocolo de actuación que sea previsible y reproducible, así como conocer las características del diente natural y de las resinas compuestas(1).
El reemplazo de las restauraciones antiguas de composite por el mismo material o por un material cerámico siempre ha sido discutido entre los odontólogos restauradores. Las ventajas y desventajas están presentes en ambos materiales.
Las resinas compuestas son biomiméticas, con propiedades mecánicas y ópticas muy similares a los dientes naturales. Tienen una perfecta adhesión tanto a la dentina como al esmalte y son un tratamiento muy conservador. Además, el tratamiento puede ser realizado en una única sesión y podemos reparar cuando sea necesario(2).
Por otro lado, las restauraciones cerámicas son estables al color y brillo, altamente biocompatibles con los tejidos blandos y tienen excelentes propiedades mecánicas. Como desventaja, son un tratamiento menos conservador comparadas con los composites.
Los pros y contras deben ser informados al paciente y la toma de decisión debe ser de manera conjunta. Debido a la edad de la paciente y por elegir un tratamiento lo más conservador posible, se decide reemplazar las restauraciones antiguas por facetas de composite directas.