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Dr. José Ramón Molinos Granada, Medalla de Oro al Mérito Científico del COEM

Investigador en diferentes materias relacionadas con la Odontología y docente en varias universidades españolas e internacionales, el Dr. José Ramón Molinos Granada nos recibe en su clínica para repasar una trayectoria plagada de vivencias enriquecedoras y marcada por la excelencia.

—Dr. Molinos, ha sido galardonado con la Medalla de Oro al Mérito Científico por parte del Colegio Oficial de Odontólogos de la I Región (COEM). ¿Qué supone para usted recibir este reconocimiento tras cuatro décadas en la profesión? ¿Cuál es la clave del éxito?

—Este reconocimiento es algo con lo que has podido soñar en alguna ocasión, pero nunca pensaba que se haría realidad, ya que hay muchos compañeros, muchísimos, que se lo merecen, incluso igual o más que yo. ¿Qué dónde radica la clave de éxito? En el trabajo y en tener un altísimo nivel de exigencia. La inteligencia la pondría en un segundo plano, el mundo está lleno de personas inteligentísimas fracasadas.

«El Dr. Vicente Jiménez me enseñó a disfrutar trabajando, siempre con una sonrisa, con un sentido del humor inimitable y una humanidad inusual»

—En este tiempo, además de ocupar la presidencia de la Federación Internacional de Implantología Oral (FIIO), también fue vicepresidente de la Comisión Científica del COEM. ¿Qué valoración hace de esta parte de su trayectoria? ¿Qué le ha aportado a nivel profesional?

—He sido miembro de la Comisión Científica del Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de la I Región (COEM) durante cuatro candidaturas, es decir, 16 años, lo que se traduce en que han sido muchos los compañeros con los que he compartido una época muy especial, llena de vivencias maravillosas desde cualquier punto de vista, tanto profesional como afectivo.

Centrándome en lo profesional, es sencillo imaginar que, con el nivel de cada uno de ellos, ha sido un enriquecimiento enorme. Solo por mencionar a los presidentes de mi época, éstos fueron, nada más y nada menos, que Vicente Jiménez, Sabino Ochandiano, Javier Alández, Luciano Badanelli, Eugenio Grano de Oro, Ramón Soto-Yarritu y Jaime Jiménez, todos diferentes, pero con un mismo factor común, que eran únicos. Y si nombrara a todos los miembros que formaban estas candidaturas no podríamos seguir con esta entrevista, porque cada uno de ellos, en su especialidad, están en el grupo de cabeza de toda España. Esa es la realidad.

—¿Desde siempre tuvo claro que quería dedicarse a la Odontología? ¿Cuál es el recuerdo más bonito que tiene de la profesión ¿Y el más duro?

—¿Cómo lo explicaría? En mi caso, pertenezco a las últimas promociones de médicos estomatólogos. Odontólogos son mis hijos Ana y Jaime, y de ellos sí que sé por qué son odontólogos, ya que me ayudaban a colocar las diapositivas en los carruseles desde chiquitines y estaban encantados. ¿Por qué soy yo dentista? Cuando era pequeño, el padre de uno de mis mejores amigos lo era, y su abuelo protésico. Tenían la clínica y el laboratorio en su mismo domicilio, y allí pasábamos horas y horas viendo sacar muelas a su padre, y con charnelas a su abuelo. Quizás naciera así mi vocación, aunque, realmente, lo que quería ser de mayor era futbolista profesional, como mis hermanos, o periodista como mi padre. De hecho llegué a jugar en el Real Zaragoza juvenil y en la Selección de Aragón. Pero al cumplir 18 años y comenzar Medicina me vi obligado a dejar el fútbol.

«La clave del éxito radica en el trabajo y en un altísimo nivel de exigencia»

En cuanto a mi mejor recuerdo, fue, una vez licenciado, cuando el destino puso en mi camino al Dr.Jiménez, que ha sido mi ‘hermano mayor’. Vicente me abrió las puertas de su consulta de par en par. Habían pasado muchos años y las charnelas habían sido sustituidas por articuladores, los tenía a docenas, era otro mundo. Me enseñó a disfrutar trabajando, siempre con una sonrisa, con un sentido del humor inimitable y una humanidad inusual.

Jamás olvidaré el momento en el que me dijo: ‘Moncho, este mes que viene, Sabino y tú vais a compartir una conferencia conmigo. Era la primera vez que iba a hablar en público, todavía recuerdo el título: «Oclusión y Articulación Temporo Mandibular en Ortodoncia».

Respecto a mi momento más duro, creo que ninguno, porque ha habido lucha, cansancio hasta el agotamiento y, a veces, preocupación, pero siempre con una sonrisa.

Miembro de la Comisión Científica del Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de la I Región (COEM) durante cuatro candidaturas, el Dr. José Ramón Molinos Granada guarda un grato recuerdo de esta etapa, tanto profesional como afectivamente.

—¿Por qué decidió especializarse en Implantología y Rehabilitación Oral, Implantología Maxilofacial e implantes osteointegrados? ¿Qué fue lo que le llamó la atención de estas ramas de la Odontología?

—Soy el pequeño de ocho hermanos, y mi madre siempre nos había dicho que le gustaría tener un hijo cura y otro cirujano. Ninguno de los siete anteriores habían tomado ese camino, y yo quise darle una alegría, y entre cura o cirujano opté por lo segundo. Estudié Estomatología en la Universidad Complutense de Madrid para más tarde ir a los Estados Unidos a formarme en Implantología. En realidad, los médicos curamos los cuerpos y los curas curan el alma, o sea, que en ese aspecto nos parecemos bastante.

—Como nos comenta, su formación se ha dividido entre España, Estados Unidos y también Francia. ¿Ve muchas diferencias en la formación entre los distintos países? ¿Cree que la formación odontológica en España está a buen nivel? ¿Quiénes han sido sus referentes o figuras clave?

—En los países desarrollados no hay grandes diferencias. La tecnología es la misma, y los conocimientos los compartimos. España está en el más alto nivel y, actualmente, no tenemos que envidiar a ningún otro país.

En cuanto a mis referentes, en España fui tomando contacto con la Implantología siguiendo los consejos del profesor Feliciano Salagaray, un extraordinario pionero en este campo, uno de los primeros que pusieron implantes en nuestro país. Y todavía más extraordinaria persona, si esto fuera posible.

Más tarde fue el doctor Luis Cuadrado el que me sirvió de guía, ¡y menuda guía! Su manera de trabajar impecable, sus grandísimos conocimientos y su forma de ser, inmejorable. Una experiencia maravillosa estar a su lado durante ese tiempo y el que encendió la mecha para mi salida hacia Estados Unidos. Allí, junto con mi compañero el doctor Alfonso Álvarez Valdés, conocí, entre otros talentos, a Hilt Tatum, creador de la técnica de elevación sinusal para posterior colocación de implantes, que, con decir esto, está dicho todo.

«España está en el más alto nivel y no tenemos que envidiar a ningún otro país actualmente»

También el profesor Leonard Linkow, quien creó y patentó, en 1963, el primer implante autorroscante. Ya en esas fechas utilizaba lo que él llamada ‘función inmediata’, la denominada actualmente carga inmediata, colocando 1.900 implantes aplicando esta técnica. Del Dr. Linkow contaban que podía trabajar con una turbina en cada mano al mismo tiempo, aunque cuando yo le pregunté que si era cierto, él sonriera. Pero nunca lo afirmó y tampoco lo negó.

En el corto espacio de tiempo que fui presidente de la Federación Internacional de Implantología Oral (FIIO) lo traje a España, al Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de la I Región (COEM), para dar un curso donde nos contó sus experiencias en este campo. Unos años más tarde formamos juntos parte del profesorado del Máster en Implantología y Rehabilitación Oral en la Universidad de Nueva York, en la que impartían también la docencia los profesores Linkow, Tarnow, Lazara y Forum, principales figuras mundiales.

Precisamente, otra de las personas que más han influido en mi carrera profesional fue el doctor Ballester, que era y es el director de dicho Máster. Todo un honor. Y ¡qué decir del Dr. Carl Misch! El que no tenga los libros de Carl Misch no puede ser un buen cirujano, porque es el todo de la docencia.

Todo está en sus libros, libros que no pueden faltar en nuestras consultas. Es un referente mundial. No quiero profundizar porque no es necesario, pero sí contar que al presentar mis casos de Implantología Oral en el estrado para obtener el Fellow en el Internacional Congress of Oral lmplantologists, me dijo: ‘usted y yo coincidiremos de nuevo compartiendo enseñanza’. Y de esto hace ya cerca de 30 años.

El Dr. Molinos Granada, junto a su hijo Jaime Molinos, miembro del equipo de Máxima Excelencia Instituto Dental y profesor del Departamento del Máster de Cirugía e Implantología Oral Avanzado en la Universidad Europea de Madrid (UEM).

—Basándose en su experiencia como director de Máxima Excelencia Instituto Dental (MEID) y tras un largo recorrido dentro de la profesión, ¿cuál diría que han sido los cambios más significativos que ha experimentado la Odontología? ¿Qué se ha conseguido hasta ahora?

—Son muchos los cambios. Hay que tener en cuenta que mis comienzos fueron en la época de las amalgamas de plata, los inicios de los composites y también de los implantes. La verdad es que el mundo de la Odontología ha dado un cambio radical en los últimos años, sobre todo, con la digitalización de la profesión.

Recuerdo que para planificar un caso de Ortodoncia, mis ortodoncistas de aquella época tenían que zocalar los modelos de una forma determinada y seguetear manualmente. Actualmente, la ortodoncista de nuestra clínica es mi hija Ana Molinos Morera, quien demuestra lo que siempre digo, que con trabajo y exigencia se alcanza la excelencia.

De hecho, fue la primera de su promoción en la Universidad Complutense de Madrid y consiguió el premio a la Excelencia en los Estudios de Odontología, otorgado por la Conferencia de Decanos de Odontología. A ella la veo planificar virtualmente los casos, enseñando el antes y el después, incluso superponiendo la imágenes del CBCT con los dientes para permitir saber perfectamente los movimientos, no solo de las coronas, sino también de las raíces en los tres planos del espacio…, ¡parece ciencia ficción!

Con respecto a la Implantología, hoy en día, disponemos de los escáneres intraorales y extraorales que nos permiten digitalizar y trabajar tanto con la boca como con la cara del paciente, junto con los CBCT, que nos facilitan realizar cirugías guiadas de manera totalmente digital mejorando tanto la planificación como la ejecución, siendo más predecibles y efectivos.

Actualmente, es mi hijo Jaime Molinos Morera, el que lleva casi totalmente este servicio, ocupando, además, el puesto de profesor del Departamento del Máster de Cirugía e Implantología Oral Avanzado en la Universidad Europea de Madrid (UEM).

El Dr. José Ramón Molinos Granada se interesó por la Implantología siguiendo los consejos del profesor Feliciano Salagaray, pionero en esta disciplina.

—Y, pensando en el futuro, ¿qué queda por hacer?, ¿qué le gustaría ver dentro de la Odontología, y especialmente dentro de las ramas en las que usted se ha especializado, que no se haya logrado hasta el momento?

—Me gustaría ver una solución para las fisuras dentarias. Es curioso, cuando empecé en esta profesión era rarísimo ver una fractura o fisura dentaria, y se asociaban a comer alimentos duros, principalmente. Hoy en día, vemos fisuras y fracturas, semanalmente, asociadas al estrés y al bruxismo. Por eso, me encantaría que se consiguiera un tratamiento eficaz para poder sellarlas y evitar que se exodoncien. Sería el invento del siglo, porque estamos quitando dientes y muelas todas las semanas.

—Además de su faceta clínica, colabora como docente con varias universidades españolas e internacionales. ¿Cómo ve la cartera de dentistas que se forman en ellas?

—La verdad es que la docencia me apasiona porque creo que los conocimientos que adquirimos a lo largo de los años, tenemos, no solo el deber, sino la obligación de compartirlos. De otra manera, no hay avance. A lo largo de mi vida he dado múltiples cursos y seguimos impartiéndolos, actualmente, en nuestra clínica dental Máxima Excelencia Instituto Dental (MEID), siendo nuestras especialidades, la Implantología, Periodoncia, Ortodoncia y Estética facial para odontólogos.

Con respecto a la formación que tienen los dentistas al salir de las universidades, tengo que decir que cada día salen mejor formados, con muchísimos conocimientos. Claro está que no salen con la especialidad hecha, pero para eso están los Másteres. De ese modo, obtienen una formación mucho mayor, pues el tiempo invertido en la experiencia da un mayor nivel profesional.

Desde aquí, animo a todos los estudiantes que nunca dejen de apostar por la formación. Hay que estar en constante renovación.

—¿Qué les recomendaría a todos aquellos estudiantes que quieren dedicar su vida a esta profesión? ¿Qué deben tener en cuenta?

El Dr. Molinos recomienda a aquellos que quieran dedicar su vida a esta profesión, que esta elección sea puramente vocacional «para que merezca la pena».

—Yo les recomendaría que esta elección sea puramente vocacional, pues es una profesión que genera muchísimo estrés y mucho tiene que gustarte para que merezca la pena haberla elegido. Estamos tratando a pacientes que vienen con dolor y ese dolor muchas veces persiste, aún con tratamientos correctos. Otras veces, realizamos rehabilitaciones completas orales, en las que no solo el paciente tiene que comer bien, sino que el factor estético es muy importante, sobre todo, cuando se actúa en sectores anteriores. Y la estética, además, es muy subjetiva según las personas.

Por tanto, se debe saber antes de llevarla a cabo el tratamiento que quiere el paciente, qué desea, pues una vez que el protésico, siguiendo nuestras instrucciones, termina su trabajo, ya no hay vuelta atrás, con lo que esto nos supone.

En las sesiones clínicas que realizamos en nuestro Instituto, con mis hijos Ana y Jaime, una vez elegido el plan de tratamiento, pregunto: ¿este es el tratamiento que elegirías para la persona que más quieres, madre, hermano, padre, abuela, tu mejor amigo…? Si la respuesta es sí, adelante.

«Los conocimientos que adquirimos a lo largo de los años, tenemos, no solo el deber, sino la obligación de compartirlos. De otra manera, no hay avance»

—También es investigador en diferentes materias relacionadas con la Odontología. ¿Qué le aporta o ha aportado su faceta investigadora en el ámbito nacional y europeo? A su juicio, ¿hacia dónde deberían dirigirse las principales investigaciones en materia odontológica?

—La faceta investigadora siempre me ha servido para buscar la excelencia en nuestros tratamientos. Es importante, siempre, plantearse la evidencia científica para determinar los planes de tratamiento. El futuro de la Odontología, como en muchos ámbitos de la Medicina, es la Genética, el ADN salivar como herramienta tanto preventiva, diagnóstica y de tratamiento. El futuro y la apuesta tienen que ir hacia ese camino. Porque la aparatología ya la tenemos, entonces hay que ir por la investigación.


Perfil profesional

  • Licenciado en Medicina y Cirugía. Universidad de Zaragoza.
  • Médico estomatólogo. Universidad Complutense de Madrid.
  • Máster en Oclusión y Rehabilitación Oral con el profesor M. Obrech.
  • Máster en Endodoncia con el profesor Lasala.
  • Máster en Medicina Estética. Universidad Rey Juan Carlos.
  • Maxi Residencia en Implantología y Rehabilitación Oral. Universidad de Pittsburg.
  • Postgrado en Implantología por Mish Implant Institute, Michigan.
  • Felow del International Congress of Oral Implantologist.
  • Diplomatura en Implantología Oral y Maxilofacial. Facultad de Medicina de Creati Paris XII.
  • Profesor del Máster de Implantología y Rehabilitación Oral. Universidad de Nueva York.
  • Miembro de diferentes Sociedades Científicas.
  • Publicaciones en diferentes revistas científicas.
  • Dictante de numerosas ponencias, conferencias y cursos en Universidades y Sociedades Científicas.
  • Ex Vocal de la Comisión Científica del Ilustre Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de la I Región.
  • Medalla de Oro al Mérito Científico por el Ilustre Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de la I Región.

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