«Siempre he admirado a los grandes clínicos que han sido capaces de aportar soluciones y técnicas que han hecho que la Ortodoncia sea hoy lo que es». Ésta es tan solo una de las revelaciones que el Dr. Enrique Solano Reina, referente nacional y mundial para los profesionales de la Ortodoncia, desvela en esta entrevista en la que aborda, también, asuntos como la digitalización, las últimas tendencias de esta disciplina o su esperado reconocimiento como especialidad odontológica.
Hablamos con el Dr. Solano Reina, Catedrático de Ortodoncia de la Facultad de Odontología de la Universidad de Sevilla; Director académico de Instituto IDEOD y Director clínico de Coinsol Dental.
—Recientemente fue valorado por el propio colectivo médico y de especialistas de cada área como uno de los mejores estomatólogos de España, siendo el único ortodoncista destacado. ¿Qué supone para usted este tipo de reconocimientos?
—La verdad es que siempre es gratificante un reconocimiento, sobre todo, cuando es por votación de los pacientes y compañeros de la profesión, pero mis 40 años de ejercicio de la Ortodoncia me han enseñado que estamos en continuo aprendizaje y que no hay mayor tesoro que el trabajo en equipo con espíritu de superación y formación continuada, en mi caso rodeado de mis cuatro hijas y mi mujer, Asunción Mendoza. Todas ellas son parte de Coinsol Dental, en sus diferentes especialidades, y sostén de mi vida profesional.
—En líneas generales, ¿cómo describiría la situación actual de la Ortodoncia en España?
—La Ortodoncia en España, al igual que en otros muchos países, ha sufrido profundos cambios, por su continua evolución y la aparición de nuevas técnicas y procedimientos digitales. Este hecho ha derivado en una mayor exigencia de profesionales altamente formados, cuestión que es muy atípica en España al ser el único país de la Unión Europea que todavía no cuenta con un sistema de especialidades, mientras que países de nuestro entorno -como Portugal, Francia, Italia y Grecia- ya gozan del reconocimiento de la especialidad de Ortodoncia y de sus beneficios desde hace más de 15 años. Sin embargo, la formación de nuestros ortodoncistas es reconocida en el mundo de la Ortodoncia y nuestro país presume de auténticos referentes internacionales, contando con el mayor número de Masters NEBEOP (Network of Erasmus Based European Orthodontic Postgraduate Programme) de Europa.
En estos momentos, con la aprobación y a la espera de la puesta en marcha de la Ley de Especialidades de la Salud por el Ministerio de Sanidad, se abre por primera vez un camino claro a seguir, y esperemos que de factible realización, gracias al impulso del Consejo General de Dentistas y a través de las sociedades científicas representadas en el Consejo (SEDO e AIO), de la Universidad y de las autonomías que lo implanten, ya que cada uno de estos actores tiene un papel fundamental en este proceso.
—A este respecto, ¿cuáles son los principales escollos para que no terminen de reconocerse dichas especialidades en España?
—No fue hasta el 2017, tras la reunión del Consejo Interterritorial de Salud, cuando se acordó desvincular las nuevas especialidades de la troncalidad, hecho que se produjo mediante su derogación, para apostar por su desarrollo independiente a través de sus propios Reales Decretos. Y es justo aquí donde nos encontramos, con la puesta en marcha por el Ministerio de Salud del Real Decreto 589/2022 por el que se regula «La formación transversal de las especialidades en ciencias de la salud» donde se conceptualizan y se desarrollan los requisitos para aplicar una nueva Especialidad o Áreas de Capacitación Específicas (ACEs), así como el tipo de pruebas anuales de acceso a plazas de formación.
Aunque este nuevo Real Decreto que regula las especialidades en Ciencias de la Salud ha dejado clara la vía de acceso a las mismas, en el caso de la Odontología nos resultará especialmente difícil cumplir algunas de sus normativas como el acceso a la especialización a través de un sistema de residencia en centros acreditados y la necesidad de esta práctica especializada en, al menos, siete servicios autonómicos de salud y que sea aceptada por la mayoría de las CCAA, siendo esta cuestión, a todas luces, difícil de cumplir por lo que implica como coste para las autonomías y la falta de plazas para odontólogos en el sistema público de salud.
Y, para mayor abundamiento, debemos de saber que la Universidad española tiene impedimentos normativos para que las especialidades se puedan realizar a través de una titulación universitaria, tal como recoge la LOPS.
A pesar de todo ello, estoy seguro de que el buen hacer de las partes implicadas y el interés común porque las especialidades odontológicas sean una realidad, tal y como ya ocurre en toda Europa -en especial con la Cirugía Bucal, la Ortodoncia y la Odontopediatría, que tienen implantación casi en la totalidad de los estados miembros-, nos llevará a buen puerto y sabrá conciliar lo que mayoritariamente es una actividad privada con limitada presencia en el ámbito sanitario público, con un incremento y mayor cobertura de la salud bucodental de los españoles desde el ámbito de la especialización.
—Bajo su punto de vista, ¿cómo debería, entonces, articularse la formación especializada en Ortodoncia?
—Tenemos que partir de La Directiva 2005/36/ CE del Parlamento Europeo y del Consejo, relativa al reconocimiento de cualificaciones profesionales, como La Directiva 2013/55/UE (posterior modificación), que establecen que la especialización debe durar como mínimo tres años con un contenido académico y clínico definido, y debe realizarse en instituciones aprobadas por la autoridad competente en cada país.
En el caso de la Ortodoncia, será a través de este RD 589/2022, tras la petición y concesión de la especialidad, por el que se establezca y regule la misma, en el que la Ortodoncia debería ser una de las primeras especialidades, como así ha ocurrido en el resto de los países europeos.
Soy conocedor del esfuerzo y trabajo que se está realizando desde la Sociedad Española de Ortodoncia (SEDO) y les deseo el mayor de los éxitos en esta labor, pero por mucho que nos pese, también soy consciente de su dificultad y de lo que será un arduo y prolongado camino hasta su implantación.
«Será la inteligencia artificial la que permitirá, en un futuro no muy lejano, el verdadero desarrollo de lo que hoy entendemos por mundo digital»
—Al contrario de lo que puede creerse, y pese a que las ventajas de la Ortodoncia invisible suelen asociarse a la Estética, este sistema está también diseñado para afrontar casos complejos. ¿Cuáles destacaría? ¿Y qué beneficios aporta con respecto a la Ortodoncia tradicional?
—Yo, al igual que otros muchos compañeros, nos interesamos en los años 90 por una técnica como la Ortodoncia lingual como respuesta a las necesidades y requerimientos de nuestros pacientes, que entonces era considerada como la auténtica Ortodoncia invisible frente a los brackets estéticos ya existentes en aquel momento.
La verdad es que entonces pensábamos que esta Ortodoncia lingual podía dar las mismas soluciones que la técnica vestibular, cumpliendo con las exigencias de estética e invisibilidad.
Con la aparición de la Ortodoncia plástica hemos visto cómo, en primer lugar, y lo digo por experiencia personal, los mismos pacientes han ido demandándola en sustitución de los brackets estéticos y de los linguales. En mi caso, al igual que otros muchos compañeros, seguimos trabajando con ambas técnicas, pero también es cierto que, en la medida en que los alineadores han dado un mayor grado de corrección y predictibilidad, ha aumentado de forma ostensible su uso y aplicabilidad incluso en casos muy complejos pudiendo decir que, al igual que ocurre con las otras técnicas, cada vez son menos los casos que no podríamos abordar con su empleo. Yo destacaría que el conocimiento que se requiere es tan extenso como con la Ortodoncia tradicional si quieres conseguir resultados similares. No es menos cierto que ha simplificado mucho nuestra labor, en especial en la planificación de tratamientos multidisciplinares e incluso de Cirugía Ortognática.
—¿Sería osado afirmar que los brackets pasarán a la historia en las próximas décadas?
—El hecho de que el tiempo de tratamiento con los alineadores sea similar o incluso inferior al tratamiento con brackets, además de otras ventajas como que estos aparatos son removibles y, por lo tanto, la higiene bucal es más sencilla y el riesgo de caries disminuye; que son más confortables por ser lisos y adaptarse perfectamente a los contornos de los dientes evitando rozaduras o llagas, así como urgencias; y, en último término, que sean muy estéticos por su transparencia dando una sensación de casi invisibilidad, han hecho que el paciente los aprecie de una forma especial, aunque tenemos que saber que hay limitaciones en el tratamiento de determinadas maloclusiones y tratamientos en los que los brackets son los recomendados.
Francamente, no creo que los brackets puedan ser sustituidos en todas sus facetas y aplicaciones, tanto en cuanto que determinados principios biomecánicos no son aplicables con la misma precisión y fiabilidad con los alineadores.
—Como método cada vez más demandado por la población, ¿cuáles son, a día de hoy, los principales desafíos a los que se enfrenta la Ortodoncia invisible y cómo se están abordando? ¿Y las amenazas? ¿Cómo hacer frente, por ejemplo, a la proliferación de compañías que promocionan sus productos en las redes sociales sin control por parte del dentista?
—Su punto débil, como ocurre en el desarrollo inicial de cualquier Ciencia, y en este sentido la Ortodoncia invisible todavía es muy joven, es la carencia de estudios científicos que muestren una alta evidencia científica de sus efectos, desde los buenos a los adversos, como la reabsorción radicular, el comportamiento de las encías o la estabilidad de los movimientos, a los que se le trata de dar evidencia desde el punto de vista clínico, pero que requieren de un estudio mucho más científico, siendo para mí su principal desafío.
Por el contrario, el que el número de casas que lo comercializan haya aumentado de forma exponencial, se debe al éxito del procedimiento y a la predeterminación del tratamiento manejado por técnicos; de ahí la necesidad de que el tratamiento sea realizado por un especialista en Ortodoncia, previo diagnóstico y planificación.
La amenaza proviene del hecho de que estos tratamientos sean realizados por odontólogos generalistas y difundidos a través de campañas de marketing por parte de los propios dentistas y de las compañías como tratamientos estéticos, de gran simplicidad y grandes resultados, y esto tiene difícil solución mientras en España no exista la especialidad en Ortodoncia.
—Gracias al desarrollo de la tecnología ya es posible planificar de forma digital cada fase del tratamiento y visibilizar el resultado final antes incluso de haber comenzado con el procedimiento. ¿Imaginaba en sus comienzos toda esta evolución en el uso de la tecnología digital en Ortodoncia? ¿Cuáles diría que han sido los mayores avances o hitos en este sentido y cómo han influido en la práctica clínica?
—A lo que estamos asistiendo es a un extraordinario desarrollo y aplicación de la tecnología digital en el campo de la Ortodoncia, mediante la combinación de tecnologías, servicios y flujos digitales de trabajo que se interconectan para ofrecer soluciones globales en los tratamientos desde un enfoque interdisciplinar. Esto ha permitido alcanzar un hito más al incrementar la efectividad y predictibilidad de los tratamientos en los casos más complejos, al ser compatible con tratamientos de Cirugía Ortognática y el uso de anclaje óseo con minitornillos.
El flujo digital en nuestras consultas nos resulta imprescindible y es una forma de integrar e interconectar a todo el equipo multidisciplinar, pudiendo incluso facilitar la comunicación con el paciente al poderle mostrar la planificación y los previsibles resultados que se obtendrán.
Bajo mi punto de vista, será la inteligencia artificial la que terminará dándole el auténtico espaldarazo a todo este desarrollo y la que permitirá, en un futuro no muy lejano, el verdadero desarrollo de lo que hoy entendemos por mundo digital.
—Y, actualmente, ¿cuáles son las principales tendencias en la Ortodoncia y qué tecnologías están permitiendo su desarrollo?
—A la tecnología digital se le unen procedimientos clínicos y tecnológicos que han facilitado que, lo que separaba antes la Ortodoncia convencional con brackets de los tratamientos con alineadores, se vea ahora con la misma capacidad de alcance y efectividad, con determinadas excepciones. La aceleración del movimiento dentario mediante vibraciones, fotobiomodulación, láser o decorticación alveolar ha permitido que casos con extracciones sean totalmente abordables y predecibles en su oclusión final. Si a eso le unimos protocolos biomecánicos específicos con alta predictibilidad en los movimientos y un seguimiento incluso a distancia por vía digital involucrando al paciente, tan solo podremos presenciar una demanda cada vez mayor de estos tratamientos.
La aparición y desarrollo de diferentes softwares que nos permiten realizar predeterminaciones de los movimientos dentarios, impresión digital de los modelos y construcción de los alineadores en nuestra consulta redundará, sin lugar a duda, a un mayor uso e implantación de este tipo de tratamiento dentro de un segmento de dificultad moderada, tanto por su coste como por su uso en tratamientos interdisciplinarios y pequeñas recidivas.
—Cada vez más adultos optan por un tratamiento ortodóntico, parcela más reservada en el pasado a niños y adolescentes. ¿Qué razones han propiciado esta evolución? ¿Es ahora el paciente más consciente de que un tratamiento de Ortodoncia puede mejorar la salud oral en general, e incluso otras dificultades como puede ser la apnea del sueño?
—El estado del bienestar y el interés por la salud han propiciado que la sociedad actual, y en particular los adultos, se hayan interesado por lo que les ofrecían a sus hijos, al ser más conscientes de que una buena salud bucal afecta de forma importante al estado general del organismo, al evitar infecciones y patologías asociadas.
Somos cada vez más conscientes de los aspectos funcionales de la masticación al vivir en una sociedad cada vez mejor informada y de los problemas que acarrean enfermedades como la apnea del sueño, hoy considerada como invalidante, sobre todo, para determinadas profesiones e incluso para la longevidad.
En gran medida, este acceso a la información se debe al colectivo dental y su relación con otros colectivos de la salud, como ocurre con la apnea del sueño, así como a los colegios profesionales que han hecho una gran labor continuada de información a la población en general.
También hay que significar el interés por la estética, que ha ayudado a canalizar muchas de estas iniciativas y tratamientos para devolver la salud y funcionalidad, a la vez que embellecer la sonrisa. De ahí la importancia de trabajar de forma interdisciplinar y que la mayoría de las consultas trabajen de esta forma con equipos integrados en ellas, donde el ortodoncista es uno más.
—Volviendo al tema de la formación, y con su larga trayectoria como docente, ¿cómo cree que ha podido contribuir a la formación de nuevos ortodoncistas? ¿Qué huella le gustaría haber dejado a los alumnos que, a lo largo de los años, se han formado con usted en Ortodoncia?
—Llevo más de 40 años en la docencia y he de decir que siempre aprendiendo; si estás en esto es porque te gusta y te resulta gratificante. Yo me formé como ortodoncista en el Postgrado de Ortodoncia de la Universidad Complutense de Madrid y quien fue mi maestro, el Profesor Juan Pedro Moreno, me enseñó no solo la práctica de la Ortodoncia, sino que también me dio la oportunidad de enseñarla como docente en su Cátedra.
Posteriormente, mi estancia en la Universidad de los Ángeles (UCLA) y en la consulta de Rickets, maestro de maestros, hizo que me enamorara de la profesión y de transmitirla bajo mi propia filosofía, la técnica MSE.
En 1986 inicié esa docencia postgraduada en la Universidad de Sevilla, impartiendo cursos de especialización hasta llegar al actual Máster de Ortodoncia de tres años con acreditación europea (NEBEOP) que ha permitido a los alumnos de otros países vecinos que lo han cursado poder después realizar su práctica como especialistas en Ortodoncia en su país de origen donde la especialidad ya estaba reconocida, y facilitando este mismo reconocimiento a los españoles que han querido también ejercer la práctica de la Ortodoncia en el entorno europeo. Ahora que imparto mi último año en la Universidad de Sevilla y echo la vista atrás, me doy cuenta de lo mucho que he disfrutado y de lo corto que se me ha hecho el camino. Sigo joven de espíritu y ánimo, a la vez que ilusionado por mi nueva etapa como director académico en el Instituto de Desarrollo Odontológico Digital (IDEOD), donde trabajo con un excelente claustro conformado por quienes fueron antiguos alumnos míos y a quienes entiendo haber transmitido ese amor por la Ortodoncia y su enseñanza, pues así me lo demuestran día a día al ver cómo se vuelcan en la instrucción de los nuevos ortodoncistas que formamos en IDEOD.
—¿Qué le aporta, en concreto, dicha faceta docente que no le aporte la práctica clínica? ¿Y viceversa?
—Yo siempre me he considerado en primer lugar como un clínico, motivado a transmitir lo que aplico e investigar sobre nuevos desarrollos fundamentados en el diagnóstico y procedimiento o técnicas de gran aplicabilidad y permanente actualización. Pero he de decir que, si me faltara la docencia, perdería algo fundamental en mi trayectoria, porque es la que me ha permitido mantenerme actualizado y me ha hecho indagar sobre las cuestiones a las que no encontraba la respuesta adecuada.
Por eso he practicado una gran variedad de técnicas, buscando que el tratamiento fuera el más adecuado para cada maloclusión y eso es lo que he practicado y enseñado en las formaciones que he dirigido, independientemente de que mi propia técnica sea la que más conozco y aplico. Por eso me ha gustado rodearme de aquellos que conocen y aplican con maestría otros tipos de procedimientos, completando así la formación de mis alumnos de una forma plural y diversa.
Aunque haya publicado más de 100 artículos en revistas de impacto e investigado en diferentes áreas de la Ortodoncia como la metalurgia, el movimiento dentario o el diagnóstico, siempre he admirado a los grandes clínicos que han sido capaces de aportar soluciones y técnicas que han hecho que la Ortodoncia sea hoy lo que es.
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Tres avances imprescindibles
El Dr. Enrique Solano tiene claro, cuando se le pregunta que si al final de su trayectoria profesional le obligaran a quedarse con tan solo tres avances tecnológicos, cuáles escogería. «Uno sería el diagnóstico y planificación en 3D y su flujo digital. Nosotros ya hemos desarrollado con Nemotec (empresa española de gran implantación internacional) la cefalometría MSE en 3D y estamos realmente maravillados de lo que es capaz de aportar. Un segundo avance es lo que aporta el anclaje óseo en el día a día en el tratamiento de Ortodoncia convencional y, sobre todo, en los tratamientos compensatorios de casos complejos, en los que podemos obtener resultados anteriormente cuestionables. En nuestro caso es una rutina el uso de miniplacas como máxima expresión de lo que puede aportar el anclaje óseo, al poder soportar varios vectores de fuerza como sistema compensatorio, en casos que tradicionalmente se consideraban ortognáticos. Un tercer avance sería el de la Ortodoncia plástica con alineadores y la aplicación de la inteligencia artificial (IA) en este campo.
Actualmente, nosotros realizamos el seguimiento del tratamiento de nuestros pacientes, monitorizándolos a través del sistema scan-box, que nos permite un control y supervisión de lo obtenido, al superponer las imágenes de la predeterminación del tratamiento con la obtenida, lo que ahorra visitas presenciales en la clínica y reduce el tiempo de sillón.
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La ortodoncia, «una ciencia y un arte insustituible»
«La Ortodoncia es una Ciencia y, a su vez, un arte insustituible, vislumbrando un gran futuro donde un porcentaje elevado de la población seguirá necesitando nuestra atención, a pesar de que la incidencia de caries y rehabilitación protésica pueda disminuir.
Actualmente los mayores temores de los potenciales ortodoncistas son la alta competencia por la práctica generalizada de la Ortodoncia y la falta de reconocimiento tras tres años de formación, sin que la población, por lo general, ponga en valor esta cuestión.
Con la llegada de las especialidades volveremos a ver un resurgir por la buena praxis, espero que alejada de lo comercial o lo falto de evidencia, que aporte lo que necesitamos en nuestros tratamientos, funcionalidad y estabilidad de los resultados, sin renunciar a la estética por ello». Así vislumbra el Dr. Solano el futuro de la Ortodoncia, así como los principales temores que encaran los potenciales ortodoncistas.