Andrea Quagliariello es biólogo, especializado como científico bioinformático, interesado en la coevolución entre humanos y microorganismos. Con un doctorado en Evolución Humana, ha trabajado además en el microbioma humano, centrando su investigación en el estudio de cómo la enfermedad y/o la dieta son capaces de moldear la composición y sus funciones.
Si bien lo que ha estudiado principalmente ha sido el microbioma intestinal, a partir de 2020 empezó a trabajar en el microbioma oral, su evolución y la relación con la salud y la dieta.
Este camino fue el que le llevó a realizar un estudio sobre el sarro en dientes fósiles y cómo podría arrojar información sobre las dietas del Neolítico, a raíz del cual, desde Gaceta Dental, nos hemos puesto en contacto con él para hacerle unas preguntas.
– En la Universidad de Padua, usted pertenece al Departamento de Biomedicina Comparada y Nutrición. ¿Qué papel desempeña la microbiota oral en su investigación?
– AQ: Llevo varios años estudiando el microbioma humano. Al principio, mi investigación se centraba en el microbioma intestinal y solo más recientemente (desde 2020) empecé a centrarme en el microbioma oral. Colaboro tanto con arqueólogos y antropólogos para utilizar el microbioma para responder a preguntas evolutivas, como con la Unidad de Odontología del Hospital de Padua para analizar la variabilidad del microbioma oral en relación con la enfermedad y la dieta.
– ¿En qué ha consistido exactamente la colaboración con la Unidad de Odontología del Hospital de Padua?
– Ellos están directamente involucrados en varios proyectos sobre el microbioma oral a partir de (digamos) «muestras modernas», pero de todas formas durante nuestros clubes de revistas y actualización de laboratorios estuvieron involucrados en la discusión de los resultados antiguos, aunque no directamente en el desarrollo de este proyecto.
– En las diversas investigaciones que ha llevado a cabo sobre la microbiota de la placa dental, como la evaluación de la influencia de la dieta mediterránea en su composición, ¿cuál ha sido el hallazgo más inesperado o más sorprendente?
– Me sorprendió mucho la detección de esta variabilidad entre las personas. Era algo que no se había descrito antes, por lo que observar la existencia de un cierto nivel de variabilidad que podría asociarse a factores externos fue algo que nos entusiasmó mucho a mí y a mis colegas.
«El sarro está poco estudiado desde una perspectiva clínica y biológica en las poblaciones actuales. Sospecho que podría darnos numerosas sorpresas positivas en el futuro».
– ¿Cómo se forma el sarro, en qué se diferencia del biofilm y qué información aporta su análisis?
– Personalmente creo que el sarro es un elemento muy subestimado en la investigación biológica. La importancia del análisis de este minúsculo elemento bucal es universalmente reconocida en el ámbito arqueológico, ya que constituye una especie de «caja negra» de la vida del individuo. Pero está poco estudiado desde una perspectiva clínica y biológica en las poblaciones actuales. Sospecho que podría darnos numerosas sorpresas positivas en el futuro.
– ¿Qué es la llamada metagenómica del sarro?
– El estudio del material genético recuperado directamente del sarro.
– ¿Qué hallazgos le llevaron a concluir que los pueblos paleolíticos tenían los dientes más sanos?
– Las muestras del Paleolítico italiano que analizamos ya se consideraban de buena salud bucodental gracias a los análisis antropológicos previos sobre los restos óseos, que encontraron pocos signos de enfermedad bucodental. Lo que añadimos en este estudio es que también demostraron una escasa presencia de factores de virulencia y bacterias patógenas en la cavidad bucal.
– ¿Este estudio tiene alguna importancia en términos de prevención?
– El estudio no tiene una importancia en términos de prevención, sino de conocimiento. Nos dice cómo era el estado ancestral del microbioma oral y cómo los acontecimientos transitorios moldean su composición a lo largo del tiempo (quizá no siempre de forma positiva).
– Los dientes almacenan una cantidad de información mayor y más fiable que cualquier otra parte del cuerpo. ¿Cómo han evolucionado las técnicas utilizadas en su estudio?
– En los últimos tiempos las técnicas moleculares para estudiar el microbioma humano y, por tanto, también el oral, han evolucionado profundamente. En el campo del microbioma oral antiguo, el grupo de la profesora Warinner se encuentra entre los principales innovadores.
– Y, por último, el objetivo del estudio era ver cómo evolucionó el microbioma oral a lo largo del tiempo en el mismo lugar. ¿Cómo resumiría las principales conclusiones, los resultados y su importancia para el público en general?
– El objetivo principal del estudio era identificar si la transición a la agricultura había supuesto un cambio en la composición de nuestro microbioma oral y cómo lo ha hecho. Lo que conseguimos fue mucho más.
En primer lugar, fue posible identificar no solo una primera transición entre cazadores-recolectores y agricultores, sino también una segunda fase de transición más reciente, hacia el final del propio Neolítico.
También hemos observado que entre las especies bacterianas que aumentan mucho su presencia, en comparación con la fase pre-neolítica, hay varias especies del llamado complejo rojo y naranja, a menudo asociadas con trastornos orales y enfermedades sistémicas del individuo.
Por último, hemos encontrado varias asociaciones entre las funciones bacterianas y la dieta de las poblaciones estudiadas, lo que sugiere, por ejemplo, que la transición a un nuevo estilo de vida agrícola ha sido un proceso bastante gradual y con evoluciones en el tiempo.