Introducción
El éxito de un implante viene dado por su estabilidad, que se ha definido como la ausencia de movilidad clínica bajo una carga (1) y puede variar a lo largo de su vida funcional por aposición y reabsorción ósea alrededor de la superficie del implante (2-5).
La estabilidad del implante se puede medir de forma objetiva y cuantitativa mediante un dispositivo RFA (analizador de frecuencia de resonancia) que determina la frecuencia natural de vibración de cada implante proporcionando un valor de cociente de estabilidad del implante (ISQ) de una escala de 0 a 100 (6).
Esto significa que mide la longitud de onda de vibración dependiente de la magnitud de distancia entre el vástago y el primer contacto con el hueso que crea resistencia (7).
La periimplantitis se caracteriza por la pérdida gradual del hueso marginal alrededor del implante (8) e, independientemente de la causa, su diagnóstico se basa fundamentalmente en el análisis radiográfico. Aunque el potencial para detectar estos cambios de niveles óseos de pocos milímetros sigue siendo bajo (9) y puede pasar desapercibido hasta alcanzar un estado más avanzado. Por ello, se buscan otros métodos, con los que juntamente con la clínica y la radiografía, ayuden a diagnosticar una pérdida inicial.
Adicionalmente, ¿puede el análisis de frecuencia de resonancia detectar defectos o cambios en el nivel óseo alrededor de los implantes?