Reporte de un caso
Introducción
La endocarditis infecciosa (EI) fue descrita por primera vez en 1885 por William Osler (1). Es una de las infecciones cardiovasculares infrecuente, pero potencialmente devastadora con mayor morbimortalidad. Casi siempre es mortal si no se trata a tiempo. Aunque hace 50 años su mortalidad era del 100%, es una infección de la superficie endocárdica que afecta habitualmente a las válvulas, pudiendo también situarse en un defecto septal, cuerdas tendinosas o en el endocardio mural.
De acuerdo al tiempo de evolución se distingue entre:
– Aguda, que tiene una duración de 6 semanas y casi siempre está ocasionada por Estafilococus Aureus.
– Si evoluciona de 6 semanas a 3 meses, ya se trata de una endocarditis subaguda y suele deberse a Streptococcus viridans.
– Si su evolución es más de 3 meses es una endocarditis crónica.
Aunque todas las bacterias pueden producir endocarditis, la inmensa mayoría de los casos se deben a Streptococcus y Staphylococcus (2).
Factores de riesgo para el desarrollo de endocarditis infecciosa
Existen múltiples factores de riesgo para el desarrollo de endocarditis infecciosa como:
– Lesiones valvulares tanto en válvula nativa (de naturaleza congénita, reumática o degenerativa) como en válvula protésica (biológica o mecánica).
– Fenómenos vasculares e inmunológicos o consumo de drogas intravenosas, que se encuentran dentro de los criterios diagnósticos de Duke modificados (3).
– Mala higiene dental.
– Alcoholismo crónico.
– Catéteres venosos centrales.
– Marcapasos endocavitarios.
– Enfermedades asociadas (diabetes mellitus, lupus eritematoso sistémico, insuficiencia renal crónica en programa de hemodiálisis, el cáncer, la enfermedad inflamatoria intestinal crónica, VIH, etc.) (4, 5).