Dr. Eduardo Anitua
Director Científico de BTI Biotechnology Institute
Sinónimo de creatividad, dedicación e implicación con la investigación. Así podríamos resumir la prolífica trayectoria del Dr. Eduardo Anitua, uno de los máximos referentes de la profesión odontológica nacional e internacional, tal y como vuelve a poner de manifiesto el último ranking de la Universidad de Stanford que le sitúa en el primer puesto de los científicos españoles más influyentes en Odontología, ocupando el número 62 a nivel mundial. El director científico de BTI Biotechnology Institute repasa en esta entrevista sus inicios, sus mayores logros o las barreras con las que se topan para desarrollar sus proyectos, ofreciéndonos su visión sobre el futuro de la investigación en España donde hay talento de sobra y aún está todo por desarrollar.
-El Ranking of the World Scientists: World´s Top 2% Scientists le sitúa como el investigador español más influyente del mundo en Odontología. ¿Cómo se llega a alcanzar dicho reconocimiento mundial?
-Se llega después de muchos años de trabajo y de investigación. Se trata de un ranking que mide la producción acumulativa a lo largo de toda una vida. Es una clasificación que repasa la historia de la Odontología. Para nosotros supone comprobar que vamos por el camino correcto, pero no nos ha distraído lo más mínimo. Nuestro día a día sigue siendo intenso.
-¿En qué momento se despertó su pasión por investigar? ¿Cómo fueron sus inicios?
-En mi caso, la investigación nace desde la clínica. Es donde surgen numerosas preguntas que la comunidad científica no me estaba respondiendo de manera adecuada. Hace 30 o 35 años hacíamos extracciones, algunas veces con lesiones importantes, pero ¿cómo conseguir que el paciente cicatrizara o regenerara el defecto de la mejor manera? Había muchas propuestas -y sigue habiéndolas- y quizás la idea que tuvimos después de años de investigación esté siendo una propuesta ganadora.
Básicamente, un investigador es una persona curiosa, que tiene inquietudes. En nuestro caso lo difícil es que tuvimos que crear la estructura para poder investigar. A nivel de investigación, en mi caso, no he nacido ni en una gran universidad, ni en un laboratorio… Tuve que empezar de cero, creando un pequeño laboratorio, contratando desde la iniciativa privada a biólogos, bioquímicos, hematólogos… Así comenzamos nuestros primeros pasos en el campo de la Terapia Regenerativa y, posteriormente, sumando al equipo algún ingeniero. Al final nos vimos abocados a tener que crear una estructura empresarial. No teníamos la intención de desarrollar un laboratorio y mucho menos desarrollar productos que pudiéramos comercializar. Pero la Terapia Regenerativa fue la razón fundamental por la que dimos el paso porque si no, no se podía utilizar la técnica. Era necesario tener un soporte legal para usar los productos sanitarios, que regulatoriamente tenían que tener la aprobación. Esto nos llevó un enorme trabajo, tanto en Europa como a nivel nacional, para que nos indicaran cuáles eran los caminos, la hoja de ruta. Lo primero que tuve que hacer fue explicar a la Agencia del Medicamento qué eran los factores de crecimiento plasmático y en qué consistía la técnica. Fuimos a dar formación. Teníamos bastante información porque para tener el certificado de la CE pasamos varias auditorías y ya sabíamos por el camino que teníamos que ir.
-Tal y como usted mismo comenta, tuvo que empezar de cero, pero ¿cómo se consigue formar el amplio equipo de profesionales con el que trabaja en la actualidad?
-Cuando estás investigando en Biología sabes que alguien que se dedique y se haya formado en ello sabe más que tú en esa materia. Al final un laboratorio de investigación como el nuestro es una gran orquesta. En mi caso, me toca ser el director, por tanto, tienes que aprender a dirigirla, pero te debes ir rodeando de músicos. Ahora tenemos un gran equipo compuesto por ingenieros electrónicos, informáticos, ingenieros de superficies, de biomecánica, biólogos, bioquímicos, farmacéuticos, biotecnólogos, médicos y odontólogos. Hablamos de muchas especialidades, de un equipo multidisciplinar, que en estos momentos está formado por más de 50 personas que trabajamos en una misma dirección.
-¿Se redujo su actividad investigadora en los momentos más críticos de la actual pandemia? ¿Cómo les ha afectado?
-Realizamos algún ensayo clínico en concreto en algunas líneas relacionadas con la pandemia donde creíamos que podíamos aportar. Si habitualmente las jornadas de trabajo son de entre 8 o 10 horas, en esta etapa hemos podido dedicarle aún más tiempo. En mi caso, por primera vez en mi vida, tenía los fines de semana libres. Un momento que, desde el punto de vista del tiempo material, ha sido tremendamente enriquecedor, un periodo en el que hemos estado muy sumergidos y desarrollando mucho trabajo. Todo el equipo de I+D ha trabajado a tope.
-De su extensa carrera como investigador, ¿cuál diría que es su mayor logro, del que se siente más orgulloso?
-Diría que el día que vi que podíamos conseguir revertir la cascada de la coagulación, ya que es algo que técnicamente, aunque igual hay mucha gente que no le da importancia, era la primera vez en la historia que se conseguía sacar sangre, anticoagularla y conseguir revertir la cascada de la coagulación sin utilizar ninguna proteína de origen animal, entendiendo todo lo que es el mecanismo de la cascada de la coagulación y consiguiéndolo revertir. Toda la literatura decía que era imposible, todos los investigadores decían que no se podía hacer, los hematólogos de nuestro equipo lo mismo… pues lo conseguimos.
«Es importante que sepan que, en estos momentos, el mejor país para formarse en Odontología es España. No hay ningún interés de ponernos por encima de nadie, pero sí es importante que no nos pongan por debajo»
Cuando estás estudiando un tema acabas teniendo una visión más profunda. Es como cuando vas conduciendo con las luces cortas y, de repente, pones las luces largas. Esto no es otra cosa que el estudio y el conocimiento. Cuando vas descubriendo más vas entendiendo más y ves más lejos mientras los demás siguen con las luces de posición o las de cruce. Tú estás viendo mucho más allá. Es algo que nos pasa cuando a nivel divulgativo das una conferencia y te das cuenta de que hay numerosas personas que están en una noche cerrada con luces de posición.
-Desde su dilatada experiencia, ¿cómo ve el futuro de la investigación?
-Creo que está todo por desarrollar. El mundo de la investigación es un mundo inacabado, en el que cada día tenemos mejores herramientas. Hay veces que a mucha gente éstas les hacen perder el horizonte, se quedan más ‘trasteando con el juguetito’. Está pasando mucho ahora con el tema del flujo digital, se detienen más en el ‘juguete’ que en el para qué estamos utilizando dicha herramienta. ¿Mejora mi calidad de trabajo o es solo la apariencia de que estoy mejorando mi calidad de trabajo? Y no solo eso, sino que esta máquina esté dando, en estos momentos, lo que promete. Esto es lo que aporta la investigación.
Estamos encantados de que nuestras publicaciones tengan una buena divulgación porque es material que nosotros liberamos y que estamos encantados de compartir. El conocimiento pertenece a la sociedad. Y nosotros se lo intentamos transmitir. Cuando tú estás coordinando nuevos trabajos, hay que dejarlos que reposen y maduren y algo para mí muy importante: nos podremos equivocar, pero nunca nadie nos podrá decir que no estamos siendo sinceros y transparentes. Enseñamos lo que sabemos, lo que sucede es que, si veo mi libro de Implantología que publiqué en 1996, evidentemente, hoy en día, no lo volvería a reeditar porque hay que actualizarlo. Estamos permanentemente actualizando nuestros trabajos.
-¿En estos momentos en qué líneas de investigación trabajan?
-Estamos dedicando mucho, mucho esfuerzo a la transparencia, a la evidencia científica, a que todo lo que estamos realizando esté perfectamente contrastado. No solo que estemos encontrando estos resultados en nuestras manos, sino que cualquier persona que esté utilizando estas técnicas, esté obteniendo los mismos resultados. En Implantología Oral seguimos trabajando. Es un orgullo poder afirmar que uno de los laboratorios más punteros del mundo en Implantología Oral y Terapia Regenerativa está en España. Es una buena noticia, sobre todo, para todos nuestros pacientes, que estén recibiendo los tratamientos más actualizados que se están dando hoy en día en el mundo.
En nuestro laboratorio nunca vamos a decir nada de lo que no estemos absolutamente convencidos de que es verdad. Ponemos el foco en la absoluta transparencia y la evidencia científica. Esto hace que cuando nos evalúan desde fuera de nuestras fronteras aparecemos en muy buena posición. Cuando la evaluación se produce desde dentro, lógicamente hay más distorsión, pero esto es lo bueno, las bondades que tiene la ciencia es que al final termina poniendo las cosas en su sitio.
-¿Qué lectura hace de que siete profesionales españoles aparezcan en esta prestigiosa clasificación?
-Creo que es una extraordinaria noticia para nuestro país. El hecho de que haya un grupo de científicos españoles destacado, que haya universidades como la Complutense de Madrid, la de Barcelona, Valencia o Granada, que estén en los rankings en las primeras posiciones considero que es una extraordinaria noticia para España, para los alumnos y para todos los odontólogos jóvenes que están pensando dónde irse a formar. Es importante que sepan que, en estos momentos, el mejor país para formarse en Odontología es España. No hay ningún interés de ponernos por encima de nadie, pero sí es importante que no nos pongan por debajo. Llevo muchos años en el camino de que se respete la investigación española dentro y fuera.
-¿Tenemos cantera investigadora?
-Hace 38 o 40 años había muy poca gente. “Viejos rockeros” que sigamos con la misma ilusión y pasión por lo que hacemos quedamos pocos, pero hay mucha gente joven con talento. A mí lo que me sucedió es que no tuve más remedio que crear un vivero para poder plantar mis ideas y en él iban creciendo. Hacía falta abonar, agricultores, tecnólogos que conocieran este campo. Creo que lo hemos creado y me siento muy satisfecho de contar con equipo de investigación joven. La edad media de los investigadores de mi laboratorio es de 30 años, mayoritariamente mujeres. Hay mucho talento, por supuesto, y gente con ilusión. Lo importante es que las personas que tenemos más años de experiencia abramos el camino a la gente joven, que es la que tiene ilusión, que no se encuentren con las mismas barreras que nos hemos encontrado algunos. Tenemos que ayudarles a que se centren en determinadas líneas. Yo creo que hay madera, pero lo que no hay son tantos viveros para que el talento crezca. Este es uno de los retos quizás que tenemos por delante.
-Hablando de barreras, ¿cuáles cree que son las principales dificultades a las que se enfrentan los investigadores en España?
-Son muchas, aunque en nuestro caso, por ejemplo, nos hemos encontrado con una gran barrera legal. En este país no se protegen las patentes. Al igual que en la música a la salida de un concierto hay un top manta vendiendo, esto sucede también en la ciencia. Es una vergüenza el poco respeto que hay por la innovación. Es imposible que éste sea un país innovador si no protegemos la innovación. Hemos ganado juicios a otras empresas por violarnos las patentes. En otros países esas empresas ya no existirían porque se penaliza de una manera muy severa. Hay normas de obligado cumplimiento que no se deben saltar. En España hay gente que se salta las leyes con una impunidad increíble. Es bueno que la severidad en este sentido vaya entrando en la ciencia. El tema de los viveros es importantísimo, pero el legal también. Ninguna de las vacunas de las que han salido por la COVID-19 ha sido de España, algo de responsabilidad tenemos que tener. Porque este país podía destacar aún más en los rankings por el talento y la capacidad de sus investigadores. Si hay algo de lo que sí me alegro es que, hoy en día, un investigador, un dentista, si quiere desarrollar su profesión y es inquieto no tiene necesidad de irse fuera. Nosotros hemos recibido muchas ofertas para adquirir el laboratorio, pero consideramos que es nuestra responsabilidad intentar que todo esto continúe estando aquí, que se siga desarrollando y que sea un vivero para que futuros investigadores puedan crecer, porque si no protegemos la innovación la matamos.
Me gustaría lanzar un mensaje de enhorabuena a la Odontología y a las universidades españolas por estar en la posición que ocupan y mostrar nuestra colaboración a todos ellos porque es lo que intentamos hacer desde el día uno. Somos un equipo de investigación abierto a colaborar, estamos colaborando con alrededor de 30 universidades alrededor del mundo, entre ellas, muchas españolas. Nuestro apoyo lo van a tener siempre.