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Visiones internacionales de la pandemia

Cinco dentistas, cinco análisis de la COVID-19, cinco pronósticos de futuro

La COVID-19 nos está golpeando a todos. Ningún país se ha librado de una pandemia cuyo alcance, efectos y fecha de caducidad aún desconocemos. De un lado a otro del planeta, los ciudadanos han visto alteradas sus rutinas en todas las facetas de sus vidas. La profesional, lógicamente, es una de ellas. Hoy «hacemos las maletas» y nos trasladamos hasta Italia, Portugal, Suiza, Ecuador y Estados Unidos para consultar a cinco profesionales de la Odontología cómo han vivido y están viviendo la situación excepcional e histórica marcada por la COVID-19, y cómo creen que impactará a la Odontología esta complicada etapa.

Nuestro primer destino del recorrido es la ciudad italiana de Verona. En concreto, la clínica Periocentrum que dirige el Dr. Fabio Vignoletti, para quien «el problema más grande que tenemos que manejar es la incertidumbre sobre lo que va a pasar. Muchos proyectos se han paralizado. Es como si este 2020 tuviéremos que borrarlo de nuestro calendario, de nuestra agenda».

«Desde marzo -comparte con nosotros-, mantuvimos la clínica totalmente cerrada durante dos meses y medio por respeto a las autoridades sanitarias, a los pacientes y a mis empleados. Solo se ha abierto en casos de real emergencia, para no crear más daño al sistema sanitario nacional. El 18 de mayo volvimos con ritmo reducido para que todo el equipo de la clínica, los colaboradores e higienistas, pudieran adaptarse a los nuevos protocolos dictados por la Ordine dei Medici Chirurghi e degli Odontoiatri».

Al igual que en España, las medidas de protección en la atención clínica en Italia se han visto reforzadas para evitar la trasmisión del virus. «Tenemos estipulada media hora de pausa entre paciente y paciente para poder prepararnos, tratamos de limitar al máximo el uso de aerosoles, trabajamos con los dispositivos de protección individual, doble mascarilla FFP2 más quirúrgica por encima… La desinfección de ambientes y espacios no ha cambiado mucho porque era algo que todo dentista que trabaja con determinados estándares de control de calidad ya lo realizaba. Hemos liberado las superficies, de tal forma que todo el gabinete dental está mucho más ordenado. Hemos puesto barreras físicas en la recepción, hemos establecido distanciamiento en la sala de espera y habilitado dos salas, hemos marcado diferentes turnos para las comidas… Es una forma de trabajar más lenta, pero que funciona, prueba de ello es que en Italia se han registrado muy pocos contagios entre odontólogos, a pesar de que cuando empezó todo se decía que era una de las profesiones de mayor riesgo», detalla Vignoletti, quien en su relato cronológico destaca, tras el inicio pausado de mayo, la importante actividad clínica posterior, con «un junio y un julio muy activo, quizás demasiado -apostilla-».

Luces y sombras

Sobre cómo irán las cosas en el futuro, el Dr. Vignoletti tiene claro que la pandemia va a pasar una factura muy elevada. «Aún no hemos vivido las consecuencias de la COVID-19. En Italia hemos tenido una política asistencial muy parecida a la de España, con una especie de paro que ha cubierto entre el 70-80% de la nómina de los trabajadores durante los meses de inactividad, una medida aún activa y pendiente de una nueva prórroga. De tal modo, que hasta que no termine la política asistencial y veamos el daño económico de este ‘maldito’ virus no vamos a darnos cuenta de su verdadera dimensión. Vivimos una pandemia, una situación excepcional, incluso, a veces diría que surrealista. Dependiendo de la edad y tipo de consulta, muchos dentistas cesarán su actividad», pronostica en el ámbito dental.

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El Dr. Fabio Vignoletti desarrolla su práctica privada en la ciudad italiana de Verona (Foto bandera: Shutterstock/Anatoly Tiplyashin).

Como lado más positivo de esta difícil etapa, el Dr. Vignoletti destaca el tiempo. «Si nos olvidamos del drama personal, económico y empresarial, a nivel profesional, en la vuelta a la actividad he tenido la ocasión de disfrutar más de mi trabajo. Los ritmos más alargados me hacen disfrutar más de mis tratamientos, hablar más con el paciente y con el personal de mi clínica, trabajar mucho más despacio -incluso más concentrado-, he podido documentar más casos, he organizado mejor la consulta … Todo esto me ha recordado lo bonita que es mi profesión», asevera.

Otro aspecto favorable lo encuentra en la formación. «Se ha producido un ajuste, creo que necesario. Teníamos una oferta formativa impresionante, quizás exagerada, que se ha aniquilado en seis meses. La pandemia marcará un antes y un después en la formación en la Odontología. Seguramente habrá un cambio a mejor, se reducirá el número de cursos y eventos y se limitará a los más relevantes desde el punto de vista científico. En este tiempo, hemos podido ver que la formación on line tiene muchos límites, pero también que se puede considerar más de lo que pensábamos. Estamos evolucionando y cambiando, algo fundamental para garantizar la supervivencia», finaliza el Dr. Vignoletti.

«LA PANDEMIA MARCARÁ UN ANTES Y UN DESPUÉSEN LA FORMACIÓN ODONTOLÓGICA»
DR. FABIO VIGNOLETTI

En su clínica de la Praça Francisco Sá Carneiro, en Oporto (Portugal) nos atiende telemáticamente el Dr. Armando Dias Da Silva, quien nos hace una cronología de lo acontecido en los últimos meses. «A principios de marzo, el Gobierno decidió que las clínicas de Odontología y Estomatología debían cerrar. De entre todas las especialidades médicas hemos sido los únicos obligados a cerrar puertas y el 5 de mayo pudimos abrir bajo rigurosos protocolos de seguridad», explica.

Tras la vuelta a la actividad, el reconocido ortodoncista luso reconoce haberse equivocado en su pronóstico: «Pensaba que la población esperaría a que pasara la pandemia para empezar tratamientos, y al reabrir tuve un boom de nuevos casos».

Reconocimiento a la profesión

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Reconocido ortodoncista, el Dr. Armando Dias da Silva tiene su clínica en la ciudad portuguesa de Oporto (Foto bandera: Shutterstock/Gil C).

Aunque no sin temor al principio, como afirma del Dr. Dias da Silva, los pacientes están agradeciendo el esfuerzo que el colectivo odontológico está haciendo por garantizar su seguridad. «La dirección general de salud y la Orden Nacional de Odontólogos han emitido un riguroso protocolo de obligado cumplimiento: circuitos de entrada y salida en las clínicas, citas espaciadas, uso de EPIs, limitación de personas en la sala de espera, nuevas medidas de desinfección y esterilización, cuestionario médico por teléfono y cuando el paciente entra en la clínica, medición de temperatura corporal, etc.», detalla Dias da Silva.
A pesar de que aún es pronto para realizar un pronóstico de futuro, el Dr. Armando Dias se muestra preocupado por las previsiones económicas. «Auguran una crisis más intensa en Europa, un crecimiento importante del desempleo… La población tendrá que volver a pagar sus préstamos personales y empresariales en marzo de 2021… En nuestro caso, hasta que no se decidió suspender el cobro de los préstamos –finales de mayo-, y a pesar del cierre, tuvimos que hacer frente al pago de los préstamos, algo que ha sido difícil para muchos colegas al no tener fuente de ingresos».

«ESTA CRISIS HA AUMENTADO EL NIVEL DE EXIGENCIA DE LOS PACIENTES, LO QUE NOS OBLIGA A NO BAJAR LA GUARDIA»
DR. ARMANDO DIAS DA SILVA

¿Lecciones positivas de esta crisis? El Dr. Dias da Silva destaca: «el reconocimiento a la mayor parte de las clínicas dentales, que ya cumplían con muchas normas de seguridad y que no han tenido mucha dificultad para adaptarse a esta nueva realidad y el aumento de la exigencia de los pacientes, que están, a su vez, mucho más informados sobre protocolos de seguridad, lo que nos exige no bajar la guardia», dos elementos a los que añade una sensación: «en la Península Ibérica veo cómo nos gusta una cierta rutina y un ambiente de normalidad. ¡Quizá por eso los pacientes han regresado más pronto de lo que pensábamos!».

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La Dra. Katherine Losada ejerce su actividad clínica, investigadora y docente en la capital suiza de Zurich Foto bandera: Shutterstock/ParinPix).

Venezolana de nacimiento, la Dra. Katherine Losada ejerce su actividad clínica desde hace más de una década en Zurich. En el país suizo, «las clínicas pequeñas son las que se están viendo más afectadas por la pandemia, sin embargo, son las que pueden optar a algunas medidas y ayudas gubernamentales como el retraso en algunos pagos de alquiler, equipos y concesiones», relata. «Desde el comienzo de la pandemia el departamento de salud del Estado estableció cuotas de suministros y distribución del material de protección mínima (mascarillas quirúrgicas tipo FF2 y N95, así como guantes y productos desinfectantes) para evitar escasez y acaparamiento. A mediados de abril, las clínicas que contaban con los EPI podían reabrir y ejecutar sus tratamientos llevando un control con una hoja de Anamnesis COVID-19 previa a la consulta, además del sistema de rastreo habilitado por medio de una APP de uso libre. En general, en las consultas se observa menos afluencia de gente mayor y con enfermedades de riesgo», nos explica la Dra. Losada.

«NECESITAMOS REINVENTARNOS, TENER UNA VISIÓN MÁS AMPLIA, PARA
SACAR A FLOTE NUESTRA PROFESIÓN»
DRA. KATHERINE LOSADA

Tras la situación inicial de marzo, marcada por la incertidumbre, actualmente hay más calma y el uso de medidas sanitarias marca la diferencia en la atención médica y odontológica. «En los hospitales, las clínicas dentales y consultorios médicos el personal debe usar el equipo mínimo recomendado. La mayoría de estos centros de salud permiten solo la entrada con mascarillas, aunque en clínicas pequeñas no se exige al paciente el uso de mascarilla si puede mantener una distancia mínima de 1,5 m y si no establece una comunicación de contacto de más de 15 minutos. Además, se exigen datos actuales de temperatura y síntomas recientes antes de cualquier tratamiento. Los procesos de desinfección y lavado de manos están disponibles en todas las tiendas, restaurantes y centros de atención sanitaria. El principio de responsabilidad individual es lo que prevalece más que la imposición por parte de las autoridades. Se trata de no imponer medidas sino de crear conciencia comunitaria», destaca la Dra. Losada.

En fase de aprendizaje

Aún es pronto para determinar cómo afectará a la Odontología la situación sanitaria y económica derivada de la pandemia. «Estamos en la etapa de aprendizaje, aprendiendo a vivir y a trabajar de una manera más pausada y menos descabellada. Desde mi punto de vista, más consciente y enfocada a las necesidades básicas que por la tecnología, la moda y la estética, a veces se desestimaba. Las autoridades en el sector médico y odontológico deberán unir sus fuerzas para llegar a consensos y medidas comunes en favor de todos. Económicamente habrá gastos adicionales que, a la larga, nos reportarán un beneficio. No debemos olvidar que somos clínicos de profesión y que la salud no es un medio para obtener beneficio económico propio sino para prestar soluciones que se reflejen en la salud de nuestros pacientes. Ver actualmente la Odontología como una profesión con fines de negocio está muy lejos de la realidad sanitaria».

«De todas las crisis se puede sacar algo positivo», asegura la Dra. Losada. «Nuestra mente necesita reinventarse, nuestra visión necesita ampliarse y llenarse de conocimientos y de nuevas estrategias para sacar a flote nuestra profesión. Seguro que no soy la única que se ha planteado disminuir la carga de trabajo y enfocarse en una Odontología de más atención plena (mindfullness). No porque antes no lo hiciéramos, sino porque veo esta pandemia como una llamada a nuestro origen, a ver la fragilidad del ser humano, a concienciar y reflexionar sobre la esencia de cada uno de nosotros y qué podemos aportar en las circunstancias que la vida nos presenta», finaliza.

Adaptación y formación continua

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El Dr. Christian Abad ha desarrollado una encuesta y un protocolo de bioseguridad para sus colegas ecuatorianos (Foto bandera: Shutterstock/Gil C).

Cruzamos «el charco» y nos plantamos en la ciudad ecuatoriana de Cuenca, donde «nos recibe» el Dr. Cristian Abad, quien destaca, que, tras cuatro meses de parón absoluto en la atención privada, la vuelta ha sido lenta. «El inicio de actividad ha venido marcado por una alta inversión en equipos de protección personal y más equipamientos para la bioseguridad (desde una alfombra desinfectante de calzado hasta equipos de descontaminación ambiental). Hoy los dentistas en general han adoptado una visión más serena de la situación, esperanzados en una, para mí, lejana solución en tiempo real y la vuelta a la antigua normalidad. Todos nos estamos acostumbrando aún al trabajo con mayores precauciones y protocolos».

El Dr. Abad comparte con nosotros los datos arrojados por una reciente encuesta promovida por él en la que les preguntaba a sus colegas cómo estaban viviendo esta crisis. «Una gran mayoría de los profesionales ecuatorianos respondió que el número de sus pacientes había disminuido, pero tenía la seguridad de que saldría adelante. Un segundo grupo, minoritario, respondió que el número de pacientes se había mantenido igual, y un tercer grupo, contestó que la situación había afectado gravemente su clínica y el número de pacientes, un hecho muy preocupante sin una solución temprana. En un país como el nuestro hay esperanza en retomar las actividades paulatinamente, con menor ansiedad y mayor adaptación a unas circunstancias que nos afectarán durante mucho tiempo», destaca el Dr. Abad.

«PESE A LA SITUACIÓN, LA SALUD ORAL NO PUEDE ESPERAR. SU ATENCIÓN ES PRIMORDIAL»
DR. CHRISTIAN ABAD

La inquietud del Dr. Christian Abad le llevó también a recopilar información para organizar el protocolo de bioseguridad para el reinicio de la actividad. «La iniciativa tuvo mucho éxito y aceptación por parte de la comunidad odontológica. Y es que se ha producido un enorme cambio en los protocolos de atención. Aunque, los odontólogos, en su mayoría, ya conocían y se preocupaban por la bioseguridad y bioprotección, las medidas se han reforzado y muchos han modificado positivamente sus protocolos y equipamientos para el control de infecciones». En datos, basados en la encuesta a 150 profesionales impulsada por el Dr. Abad: «un 83% respondió que sus protocolos mejoraron indudablemente en cuanto a bioseguridad; un 11% respondió que cambió completamente sus protocolos y apenas un 6% respondió que seguían aplicando los mismos protocolos utilizados antes de la pandemia».

La situación actual no ha hecho más que acentuar la crisis en el país ecuatoriano debido a «los gastos aumentados, por la especulación, el súbito y desmedido aumento del coste de insumos (consumibles, herramientas…)», destaca el Dr. Abad. «Profesionales, cuyo centro de atención eran adultos de más de 50 años, se han visto afectados al caer el número de pacientes por el miedo a un posible contagio. Económicamente, tratamientos que pueden ser diferidos o aplazados también han dejado de realizarse, vislumbrándose la crisis económica que ha afectado a la población en general. Sin embargo, la salud oral, tampoco puede esperar demasiado sin riesgo de complicaciones funcionales, biológicas y estéticas. Su atención termina siendo primordial», advierte el clínico ecuatoriano.

¿Ha traído algo positivo esta pandemia desde el punto de vista profesional? Le preguntamos al Dr. Abad. “Desde mi punto de vista, una de las grandes ventajas en esta pandemia ha sido el énfasis y la conciencia de la importancia de la formación continua odontológica. Una gran oferta, en principio incluso gratuita, ha permitido a colegas adentrarse en procesos formativos que los veían muy lejanos por tiempo, accesibilidad o recursos. Esto, sin duda, va a redundar en una mejora de la calidad de la Odontología. También, democratizar la enseñanza de temas como la digitalización en Odontología ha permitido demostrar, una vez más, su importancia dentro de los protocolos de exploración, diagnóstico, planificación y ejecución de los tratamientos, precisamente en situaciones límite como las que ahora se han producido», afirma el Dr. Abad.

Incertidumbre con mensaje positivo

El joven odontólogo español Carlos Parra Carrasquer nos explica cómo han vidido en Estados Unidos -reside y trabaja en Texas- los últimos meses. Aunque con menos restricciones que en Europa, «las clínicas dentales cerraron por mandato del Gobernador a mediados de marzo, y se limitaron a atender tratamientos de urgencias hasta el 1 de mayo, cuando reabrieron para tratamientos electivos. Así, hasta junio, hubo un boom de pacientes que querían terminar sus tratamientos, pero después hubo un bajón hasta finales de verano, ya que había pacientes que preferían no acudir al dentista si no era necesario», relata el Dr. Parra.

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El odontólogo barcelonés Carlos Parra lleva más de cinco años trabajando en el Texas A&M University College of Dentistry (Foto bandera: Shutterstock/CryptoSkylark).

Este vaivén en la actividad está teniendo sus lógicas consecuencias a nivel económico y laboral. «En Texas A&M University College of Dentistry -donde trabaja cuatro días a la semana-, hemos evitado despidos, y algún profesor ha decidido jubilarse anticipadamente. No obstante, vamos a ver recortes en los próximos meses o probablemente años. En clínica privada sí que ha habido despidos, pero parece que poco a poco se reactiva la contratación», relata.

Los nuevos protocolos de seguridad en la atención clínica en el país norteamericano es otra de las consecuencias de la COVD-19. «Algunas universidades requieren tests negativos antes de tratar a pacientes. En nuestro caso, tenemos un cuestionario específico, y tomamos la temperatura a cada paciente que entra en la clínica. Todo el personal debe llevar un respirador N95. Cuando se hacen procedimientos dentales se debe llevar una mascarilla sobre el respirador N95, así como una pantalla protectora facial, bata y gorro. Los procedimientos que incluyen emisión de aerosoles y salpicaduras se restringieron bastante al principio, ahora ya no. Tras finalizar el tratamiento del paciente, se desinfecta estrictamente el sillón dental y superficies adyacentes. Además, en la medida de lo posible, se debe mantener una distancia mínima de 6 pies entre personas, y en la universidad, como máximo, se pueden juntar en un mismo espacio hasta 10 personas, por lo que la mayor parte de las clases son online», detalla el Dr. Parra. No obstante, no hablamos de algo revolucionario. «En Odontología estamos acostumbrados a usar EPP y, a pesar de que ahora debemos ser más estrictos, esta situación no ha supuesto un cambio dramático para muchos de nosotros. Sobre todo, el cambio ha sido en la interacción con las personas, colegas, pacientes y personal de clínica», asevera.

«SE PUEDE Y SE DEBE SACAR ALGO POSITIVO DE ESTA CRISIS»
DR. CARLOS PARRA

Sin olvidarse de las dificultades, el Dr. Parra ve luz al final del túnel. «Si la gente no tiene dinero para pagar el alquiler o la hipoteca de su casa, no va a acudir al dentista, salvo en casos de urgencia. En ese sentido, creo que vamos a ver un declive en pacientes y/o tratamientos, al menos hasta que aparezca una vacuna fiable. Aquí, en Texas, he visto de todo, desde clínicas que han bajado los precios para tratar de captar más pacientes, a otras que los han subido para cubrir los gastos extras en EPP y métodos de desinfección», detalla. Además, en el caso de su país de residencia suma otro factor de cara al futuro. «Tenemos las elecciones presidenciales ahora, así que eso añade un poco más de incertidumbre al tema económico. Creo que la sociedad americana está más polarizada que nunca, veremos qué pasa tras los comicios. Sea como fuere, tenemos la suerte de trabajar en el campo de la sanidad y, si conseguimos aguantar este bache en el camino, estoy seguro que todo volverá a la normalidad pronto. Ofrecemos un servicio necesario a la población», asegura el Dr. Parra, para quien se puede y se debe sacar algo positivo de esta crisis.

«La pandemia ha impactado, impacta y va a impactar a toda la población global. Se han perdido ya más de 1 millón de vidas, que nunca se van a poder recuperar. Económicamente también está siendo brutal. No obstante, me quedo con la capacidad de adaptarse del ser humano. Cómo, en momentos de crisis, podemos ayudarnos entre todos, y cómo nos hemos respetado los unos a los otros con el uso de mascarillas y otros EPP», afirma Parra. Además, destaca la buena adaptación de la educación universitaria al mundo digital. «Hemos aprendido a dar clases y hacer exámenes online… Hemos conseguido unir a la gente a pesar de estar aislados o de estar en distintos continentes. Nos hemos organizado para no juntarnos más de 10 personas en un laboratorio o en la consulta. Y en Odontología clínica, con las nuevas medidas de desinfección y EPP, estamos más protegidos, como clínicos y como pacientes», afirma el odontólogo barcelonés. Y, a nivel general, extrae como conclusión: «La pandemia ha educado a la población; somos todos miniexpertos en epidemiologia, virología, vacunas, protocolos de aislamiento y desinfección. Así, sin querer ser pesimista, cuando venga la siguiente pandemia, porque vendrá, estaremos más preparados y sabremos cómo responder», finaliza.

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