Introducción
Actualmente se realizan cada año más de quinientos millones de restauraciones dentales en todo el mundo. En la mayor parte de los casos se emplean resinas compuestas y compómeros, frente a las antiguas amalgamas de plata. La creciente demanda de las reconstrucciones estéticas, unida al énfasis de los procedimientos mínimamente invasivos, ha propiciado el extendido uso de la resina compuesta para obturaciones posteriores (1, 2). La longevidad de las obturaciones de composite está bien documentada e influenciada por factores tales como los sistemas adhesivos y los materiales utilizados, así como el tipo de matrices, entre otros (3).
Hay consenso en que los puntos de contacto más fuertes y ajustados se consiguen con matrices seccionales (4). Así lo han podido comprobar otros autores como Wirsching y cols., en un estudio aleatorizado de restauraciones realizadas con matrices seccionales en combinación con un anillo separador frente a otros casos tratados con un sistema de matriz circunferencial tipo Tofflemire. Concluyeron, con amplia evidencia, que el punto de contacto fue significativamente más apretado en los casos que emplearon matrices seccionales. No hubo diferencia estadísticamente significativa en el punto de contacto entre cavidades mesiales o distales, es decir, la localización de la cavidad no mostró tener influencia en el resultado final (5).
Por otro lado, son varios los factores que influyen en la longevidad a largo plazo en las restauraciones, como el material, localización de la misma, operador, técnica, etc. (1, 6, 7).
El objetivo de este informe es evaluar los diferentes sistemas de matrices seccionales para la realización de restauraciones interproximales así como sus ventajas y posibles problemas.