Artículo de opinión del Dr. Eduardo Anitua
En mecánica cuántica, se conoce como principio de incertidumbre o relación de indeterminación de Heisenberg a la imposibilidad de que determinados pares de magnitudes físicas observables y complementarias sean conocidas con precisión arbitraria. Esto, en física, significa que cuanta más certeza intentemos buscar en determinar la posición de una partícula menos conoceremos su momento lineal y, por lo tanto, su masa y velocidad.
Este principio es extrapolable a la posición que ocupa la odontología en este momento. Nos encontramos en un punto de incertidumbre total, donde todo lo que dábamos por sentado en nuestra profesión y en nuestro día a día está cambiando. Este cambio sucede a un ritmo tan vertiginoso que nos resulta difícil fijar nuestra posición. La velocidad de los sucesos que vienen acaeciendo en las últimas semanas nos causan confusión y sensación de no saber dónde nos encontramos.
La cercanía al paciente es inherente al desarrollo de nuestra profesión, tanto física (por nuestro tipo de trabajo) como personal. La relación dentista-paciente se basa en la confianza, lo que hace que la implicación personal y la empatía que desarrollamos con nuestros pacientes sea el pilar fundamental donde se sustenta esta relación.
La situación actual nos exige un distanciamiento, pues es la manera de frenar esta pandemia y de este modo proteger nuestro patrimonio esencial, que es nuestra salud y la de las personas que nos rodean. Pero este distanciamiento tan necesario nos impide poder tratar a nuestros pacientes con la cercanía habitual. Los medios de protección son para garantizar nuestra salud y la salud de nuestros pacientes y, por extensión, la de todas las personas que están en nuestro entorno, pero, a la vez, son una barrera física y en cierto modo psicológica, que nos recuerda la situación en la que vivimos cada segundo.
Tenemos que aprender a trabajar de otro modo, con más protecciones, controlando no solo nuestras defensas físicas, sino también inmunológicas. Debemos mejorar nuestros hábitos, controlar nuestra inmunidad y, como paso final, obtener un equilibrio físico y mental, tan necesario en estos momentos.
Esto supone una serie de cambios que en definitiva nos acercarán a controlar las incertidumbres y alejar los miedos. Tenemos que ser más enérgicos, y esta fuerza tiene que salir de dentro, con base científica y control emocional. Si este virus lo pasamos desde la perseverancia, el trabajo y la ciencia, nos hará más fuertes en el camino que tenemos que recorrer. Desde esta nueva posición, estaremos en el punto de partida de un futuro nuevo y diferente, en el que alejaremos las incertidumbres basándonos en las certezas que nos aporta la ciencia.
En estos momentos, donde en nuestra sociedad afloran los comportamientos más honestos y en muchos casos solidarios y heroicos, nosotros, irremediablemente, tenemos que afrontar nuestra responsabilidad. Nuestra consulta deberá transformarse en un lugar más “aséptico” y quizás menos acogedor de lo que era hasta ahora. Nuestros pacientes deberán distanciarse físicamente, y tendremos que mostrar nuestro afecto y proximidad hacia ellos de un modo diferente. Nuestra agenda se verá condicionada a que los pacientes no coincidan en el mismo tiempo y espacio en la consulta. Nuestro uniforme se transformará en algo a lo que los cirujanos estábamos ya habituados, aunque puede que no tanto los pacientes, pero sabrán que con ello estamos velando por su salud.
Es una nueva era, un nuevo comienzo y, como todos, está siendo extraño, pero debemos afrontarlo con ánimo y con convicción. Juntos, podemos con esto, de eso no hay duda. Unidos lo superaremos, separándonos, distanciándonos… bonita contradicción, pero ya los arquitectos nos enseñaron que alejando los pilares las estructuras son más sólidas.