Que el coronavirus está también alterando las cabezas lo demuestra esta noticia que protagoniza un británico de 33 años. Billy Taylor, así se llama el autor de la “hazaña”, ante el insoportable dolor que le producía un diente con infección y la imposibilidad de encontrar un dentista durante la cuarentena (asegura que insistió, pero no encontró ninguno), decidió atajar el problema de raíz. Ni corto ni perezoso, con un poco de whisky como anestesia y la “formación” rápida que le proporcionó visualizar unos cuantos vídeos en YouTube, cogió unos alicates y se arrancó el diente así mismo. Sí señores, como lo oyen.
El proceso, que calificó de muy doloroso, incluso de horrible -me entran sudores fríos solo de pensarlo-, contó con la “supervisión” de su hijo de once años -¡pobre criatura!-. El niño tenía como misión no bajar la guardia por si su padre se desmayaba. ¡Menudo trauma! Seguro que ese niño, ante cualquier problema que tenga en su boca, va a querer ir al dentista con los ojos cerrados. Con tal de que no le “pille” su padre…