Lo atractivo del riesgo
Con respecto a la reticencia de algunos profesionales en acercarse a las nuevas tecnologías, Miguel Arroyo se mostró rotundo al afirmar que «me sigue sorprendiendo que haya gente que todavía no haya empezado a dar el paso de digitalizarse. Bien es cierto que se sienten seguros con lo que hacen, con su práctica diaria, pero lo seguro no es atractivo, lo atractivo está en el riesgo». En cuanto a los perfiles formadores, Arroyo quiso referirse a la industria asegurando que todavía tiene mucho por hacer. «El problema está en que nosotros como técnicos tenemos que colaborar con muchos clínicos que se encuentran con una herramienta que no saben utilizar, ni les han enseñado a hacerlo. Adquieren una herramienta y se frustran porque la formación que les han proporcionado desde la industria no es buena. Tienen que incidir un poco más. Si vas a vender una herramienta que es buena, que va a funcionar, que va a hacer mejor el funcionamiento de la clínica y estás lo suficientemente seguro de que lo que vas a ofrecer es bueno, la gente que lo vende tiene que estar formada y en muchas ocasiones no lo está. La industria tiene que tender la mano a los clínicos y a los técnicos, apoyarles. Respecto al papel de la universidad -prosiguió-, están saliendo ya nativos digitales, están realizando un trabajo digital importantísimo, y también las escuelas de técnicos dentales, aunque en este caso me preocupa mucho la curva de aprendizaje. Salen sabiendo digital, pero olvidamos parte de donde venimos. Tengo alumnos que son CAD designer, pero no tienen conocimiento en compensación, física…, dominan la máquina, pero la formación la abandonamos por otro lado y al final nos toca llevarles de la mano a los que tenemos esa parte de formación anterior», concluyó.
«Tenemos la tarea de encauzar la excesiva oferta formativa para adaptarla al nivel y a los intereses de cada cursillista», Dr. Jesús Isidro
Además, Arroyo se refirió a la «distinción entre Odontología digital y analógica», afirmando que «yo ya no entiendo una cosa sin la otra. Llegará un momento en que sea simplemente Odontología, de hecho, ya es Odontología, nos une el punto de esperanza que es arriesgarse», concluyó.
En este punto, la Dra. María Paz Salido quiso incidir en que el problema es que «utilizar esa tecnología requiere una curva de aprendizaje que lleva tiempo y, muchas veces, en las clínicas dentales no disponemos de mucho para dedicar a aprender algo nuevo. Yo creo que es un problema de los formadores, porque cuando te están dando la formación del aparato que has comprado, si te explican que ese tiempo que estás invirtiendo lo vas a ahorrar después porque vas a hacer trabajos más rápidos, más predecibles y de una forma más sencilla, evitaría que tuviésemos las máquinas aparcadas, algo que a veces pasa», afirmó.
Perfiles y niveles
Otro de los asuntos al que los asistentes al encuentro dedicaron una atención especial fue a la accesibilidad de los cursos dependiendo de los perfiles o los niveles de conocimientos.
En este sentido, Javier Pérez constató que «la ventaja de la Odontología Digital es que integra a todos, que es algo importantísimo. No podemos entenderla sin que todo el mundo permanezca unido, porque existen muchas especialidades. Es importante tener bien segmentados qué perfiles van a participar desde el punto de vista del nivel, ya sea de iniciación, medio o avanzado. Quizás donde haya que aumentar un poco más la formación es en esos perfiles ya de grado medio o más elevado. No es lo mismo comenzar en un flujo digital a tener uno ya avanzado, que es hacia donde vamos. Y, sobre todo, la formación debe integrar a todos los equipos de trabajo, porque no pueden ir separados. La Odontología Digital es una».
«Brecha digital»
En este sentido, el Dr. David González quiso añadir un aspecto sociológico. «Ahora mismo nos encontramos que a nivel profesional existen dos generaciones, la Generación X y la Millennial, y en el medio nos encontramos nosotros, que hemos vivido el inicio de la tecnología cuando éramos jóvenes, cuando estábamos en la universidad. Es lo que llamábamos ‘brecha digital’, que es muy grande, por lo que los que nos dedicamos a dar formación de lo digital es importante que segmentemos. Establecer cuál es el nivel básico de formación en lo digital, y en base a eso, realizar cursos, porque la frustración, muchas veces, viene por ahí».
Igual opinión mostró el Dr. Gutiérrez de Rave al afirmar que «uno de los problemas que nos encontramos cuando realizamos cursos generalistas es que no sabemos a qué tipo de público nos estamos dirigiendo y llega un momento en el que te tienes que poner con cada alumno a hacerle, paso por paso, una tarea que ya tendría que conocer. La ‘brecha digital’ sigue existiendo y el gran hándicap para los cursos de formación es segmentarlos. Esa brecha y esa dispersión que existe actualmente está muy generalizada. Creo que nos va a faltar algo de tiempo para que todos los clínicos y los técnicos se vayan aunando y equiparando de nivel. Todavía falta un camino largo por recorrer».
«El reto de SOCE es convertirnos en un referente en cuanto a la Odontología Digital y, para ello, nuestro congreso es la mejor herramienta», Dra. Araceli Morales
Establecer protocolos
Por su parte, el presidente de SOCE, el Dr. Imanol Donnay, aseguró que, precisamente, «la clave está en establecer esas líneas de formación básica, media y avanzada. Lo primero que pensamos es qué escáner me voy a comprar, y no, lo que hay que pensar es qué necesitas cambiar y para qué. Y cambiar los flujos internos de tu clínica y todos los protocolos. Desde la SOCE tenemos como objetivo estructurar y moderar esos niveles de formación que existen ahora mismo en España, porque si no es una locura».
En este punto Javier Pérez mostró su total acuerdo con el Dr. Donnay y quiso insistir, una vez más, en la importancia de aglutinar el desarrollo digital que llevan a cabo los diferentes actores implicados: clínicas dentales, laboratorios e industria. «La integración de todos ellos va a ser importantísima en el futuro para que todo vaya enlazado y, sobre todo, creo que el digital no funcionará si no se generan esos protocolos de trabajo que unan a todas las partes y que, en este caso, son paralelos a lo analógico, aunque no iguales. Si en analógico el flujo de trabajo y la colaboración interdisciplinar era importante, en digital es imperativo. La clave no es la herramienta, sino el flujo digital que mejorará la finalidad». Todo ello sin olvidar que «esto requiere de un mantenimiento, de un servicio de soporte técnico en el día a día del funcionamiento de la aparatología. Aunque también hay que apuntar que no solo porque la máquina funcione significa que el protocolo de trabajo sea bueno».