Actualmente, una de las cuestiones que siguen preguntándose los pacientes cuando se plantean un tratamiento implantológico es: ¿cuándo podré disfrutar de las ventajas de una nueva prótesis dental? Si asemejamos el plan de tratamiento implantológico a la construcción de una vivienda, la pregunta sería similar a: ¿cuándo puedo empezar a vivir en ella? Entrar a vivir a una vivienda no implica en todos los casos que las obras hayan terminado. Aunque en muchos casos es así, en no pocas ocasiones se pueden hacer obras en una casa sin llegar a desalojarla. Este concepto sería el que en nuestros tratamientos implantológicos estaría cubierto por las prótesis provisionales sobre implante, que permitirían disfrutar de una rehabilitación, aun cuando el tratamiento no se ha terminado. Al igual que vivir en una casa en obras, el periodo que estemos con estas prótesis provisionales, su uso y nuestra comodidad tendrá algunas limitaciones.
Hemos empezado por las similitudes entre un tratamiento implantológico y la construcción de una vivienda, pero ¿y las diferencias? Evidentemente, hay muchas. Pero por centrarnos en la que más nos interesa ahora, diríamos que mientras una casa se ancla en pilares, lozas y estructuras que al fin y al cabo creamos de forma artificial retirando los elementos naturales (si no nos son favorables) y pudiendo sustituirlos por elementos artificiales sin que esto afecte negativamente (más bien positivamente) al resultado final, en el caso del tratamiento implantológico, los anclajes de dicho tratamiento nos vienen dados: es el hueso del paciente. Si no es adecuado, nuestra capacidad para mejorarlo es limitada (aunque es cierto que hay opciones) y siempre, siempre, estamos sujetos a la variabilidad biológica sobre la que no tenemos ninguna capacidad de actuar (lo cual equivale a decir que nunca, nunca, se puede garantizar el éxito de un tratamiento al 100%).