A propósito de las Guías Clínicas de 2018 de la Fundación Dental Española en el paciente infantil y adolescente
Introducción
En términos mundiales, entre el 60 y 90% de los niños en edad escolar y cerca del 100% de los adultos tienen caries dental, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que la considera la primera enfermedad crónica en términos de prevalencia. Las enfermedades bucodentales presentan factores de riesgo relacionados que son, entre otros, la mala alimentación, el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la falta de higiene oral, el consumo excesivo de azúcares, así como diversos determinantes sociales.
Hoy en día, la caries puede prevenirse con programas y tecnologías adecuados (1), manteniendo de forma constante una concentración de fluoruro en la cavidad oral. Esto puede conseguirse mediante la fluoración del agua bebida, la sal, colutorios, la pasta dentífrica o bien, mediante la aplicación profesional de fluoruros (2). Asimismo, también tienen importancia, como medidas de prevención, la reducción de la ingesta de azúcares y una alimentación equilibrada rica en frutas y verduras.
En determinadas situaciones, como es durante el tratamiento de ortodoncia, es relativamente frecuente encontrar acumulación de placa bacteriana alrededor de los brackets como resultado de una deficiente higiene oral. Como consecuencia pueden aparecer manchas blancas por el efecto de una desmineralización del esmalte y manifestación reversible y temprana de la caries (3). La prevalencia de estas lesiones blancas en pacientes de ortodoncia se ha estimado entre el 2 y 96%. Aquellos pacientes con una dieta no equilibrada y una insuficiente e inadecuada higiene oral pueden desarrollar manchas blancas dentro de las cuatro semanas posteriores al inicio del tratamiento de ortodoncia (4).
En estas situaciones la aplicación de flúor resulta beneficiosa, pues, tras el cementado de los aparatos se producen modificaciones en la cavidad oral, la flora microbiana de la placa experimenta un cambio hacia bacterias más acidogénicas, especialmente Streptococcus mutans y Lactobacillus (5).