Dr. Aritza Brizuela, presidente de SCOI
La Sociedad Científica de Odontología Implantológica (SCOI) ha renovado su Junta Directiva por primera vez en sus 10 años de historia. El Dr. Aritza Brizuela toma el relevo del Dr. Pablo Galindo con el objetivo de aumentar la visibilidad de la Sociedad y desarrollar iniciativas de formación continua. La estrecha relación con las universidades será uno de los puntos prioritarios del nuevo presidente que ejerce como profesor en el departamento de Cirugía de la Universidad de Salamanca.
—Su nombramiento supone el primer cambio de presidencia en los 10 años de vida de la Sociedad Científica de Odontología Implantológica (SCOI). ¿Qué significa para usted suceder al Dr. Pablo Galindo en el puesto?
—Asumo la presidencia de la Sociedad con gran sentimiento de responsabilidad y es evidente que relevar en el puesto a un doctor, profesor y científico de la talla de Pablo Galindo no alivia la presión. Por otro lado, también lo percibo como un honor que los socios me han brindado y una prueba de confianza que no defraudaré. No obstante, mi presidencia se acompaña de una nueva Junta con la que estoy muy ilusionado y los logros del futuro serán fruto de las ideas y del trabajo de todos nosotros.
—Se ha propuesto dar más visibilidad a la SCOI. ¿De qué forma piensa hacerlo?
—Sí, me lo he propuesto y no solo es prioritario para intentar hacer de la SCOI una Sociedad más grande, sino para cumplir su principal objetivo, que no es otro que el de la difusión de la Ciencia alrededor de la Implantología oral, para que, a su vez, revierta en avances en los procesos clínicos.
Creo que para aumentar esta visibilidad será básico nuestra nueva página web, en proceso de construcción, y una mayor eficiencia en el manejo de las redes sociales. También saber aprovechar nuestros eventos (congresos, SCOI Meet-update, SCOI one day….) para presentar a los profesionales asistentes la Sociedad, y hablar de sus principios y de sus objetivos. Y, en definitiva, seguir el camino marcado por el anterior presidente y su Junta, porque estoy convencido de que el trabajo bien hecho siempre acaba siendo visible por sí mismo.
—Concretamente, ¿en qué trabajan en la actualidad usted y su Junta Directiva? ¿Qué objetivos se han marcado?
—Los objetivos de la Sociedad no han cambiado, son parte de su idiosincrasia, están en su ADN y son, en síntesis, los comentados anteriormente.
A ese respecto, el trabajo de la Junta es intentar cumplirlos y, en estos momentos, hay ciertos proyectos cuyo desarrollo resulta clave, especialmente SCOI Academy (plataforma de formación online asociada a la nueva página de SCOI), fomentar las relaciones con las universidades con posgrados en Cirugía y Rehabilitación sobre implantes y programas de Doctorado y, posiblemente, un Congreso Nacional dirigido a este público. Se ha hecho mucho y, a la vez, queda mucho por hacer.
—Respecto a las relaciones con la industria, ¿cómo va a dinamizarlas?
—Éste es otro de los grandes campos de batalla. Las relaciones con la industria son una moneda con dos caras. Por un lado, es evidente que su apoyo es imprescindible para el desarrollo de parte de las actividades de la Sociedad, especialmente los Congresos. Por otro, el desarrollo de la Ciencia que promueve la SCOI sería en balde sin el desarrollo de producto e instrumental por parte de la industria. Creo que estamos condenados a entendernos. La Sociedad cuenta en la actualidad con importantes colaboradores del mundo de la industria a los que agradecemos el apoyo y esperamos contar con más en el futuro. Para ello sigo pensando que lo anteriormente comentado es la clave: aumentar la visibilidad de la SCOI, desarrollar sus objetivos y, sobre todo, mantener a ultranza el carácter científico y profesional que la Sociedad se ha ganado a pulso.
—Uno de sus retos al frente de la Sociedad es fomentar las relaciones de la SCOI con la universidad. ¿Se está trabajando en alguna acción concreta?
—Sin duda, la idea del Congreso Nacional que está cogiendo forma, iría por este camino. Se trataría de un evento no tan monumental como nuestro Congreso Internacional bienal, pero igual de ambicioso y destinado en concreto para los profesionales jóvenes en formación, adscritos a programas de Posgrado y Doctorado en universidades. La idea es muy sencilla: ellos son el futuro de la Sociedad, de la profesión y de los cambios que se avecinan en la Implantología. La SCOI quiere estar cerca y empujando a los que serán los artífices de esta revolución.
—El paso de la Implantología a asignatura troncal es una de las reivindicaciones históricas de la Sociedad. ¿En qué punto está esta reclamación?
—Es un tema no resuelto y que resulta difícil de explicar, puesto que no parece ni imposible ni siquiera difícil de habilitar. Habrá que estar atento al desarrollo de este asunto y la SCOI deberá ser consultada.
—En su opinión, ¿cuáles son los principales desafíos a los que se enfrentan los profesionales de la Implantología de cara a los próximos años?
—Posiblemente, el que será cada vez más difícil es seguir el ritmo del avance y desarrollo de la Implantología, algo que no ocurre en todas las Ciencias. Da la sensación de que lo que se está enseñando en el presente en las universidades puede estar desfasado o directamente demodé en un futuro próximo. Esto es un reto que solo se puede superar con la combinación de una formación inicial muy potente en los aspectos claves de la Biología, Biomecánica, Cirugía y Rehabilitación y, además, con la apuesta personal del profesional por la formación continuada. Camino en el cual deberá de superar otro escollo: ser capaz de seleccionar aquellos cursos o programas de formación que sean realmente relevantes. Nuestra Sociedad debería ser capaz de alumbrar este camino, hay que separar el grano de la paja.
—Su antecesor afirmó, en el reciente Congreso celebrado en Bilbao, que la Implantología está maltratada. ¿De qué manera se puede trabajar desde la SCOI para mantener su status científico?
—No puedo interpretar exactamente a qué se refería el Dr. Galindo, aunque me puedo hacer una idea sobre lo que quería decir. En cualquier caso el estatus científico de la Sociedad no se toca; es preciso continuar por el mismo camino: congresos y formación de alta calidad, contar con una Comisión Científica permanente de alta capacitación y mantener una relación estrecha con las universidades. No obstante, hay una cosa que me gustaría dejar patente: la Ciencia y la clínica van de la mano. No quiero dar la sensación de que la SCOI solo interesa a aquellos que tengan su nombre en Pubmed; no entiendo la Ciencia cuando no tiene sentido de aplicación y soy un ferviente defensor de que la interacción clínico-investigador es la clave del desarrollo. Un buen clínico es capaz de hacer una buena pregunta y en Ciencia una buena pregunta lo es todo.
—En la próxima edición del Congreso en 2020, usted será el anfitrión en Salamanca donde ejerce como profesor en la universidad. ¿Qué retos se ha marcado para el evento?
—Salamanca es una ciudad espectacular, volcada hacia una universidad decana a nivel internacional. Será un Congreso especial por muchos motivos: por ser para mí el primero como presidente de la Sociedad, por mi vinculación profesional al Departamento de Cirugía de la Universidad de Salamanca y especialmente por que Antonio Jiménez Garrudo, compañero y, sobre todo amigo del alma, será su presidente.
El Congreso, como todos los precedentes de SCOI, solo podrá ser y será perfecto y desde luego una nueva oportunidad para crecer, captar más socios y amigos, fomentar las relaciones con la industria y desde luego ser foro de difusión y de intercambio de ideas. A nuestra Sociedad se le dan bien los congresos.
—En su experiencia como profesor de dicha universidad, ¿cómo cree que las próximas generaciones de dentistas afrontan la situación actual de un mercado laboral tan competitivo y sin la existencia aún de especialidades oficiales?
—No se puede negar que existe cierta tensión a este respecto que, efectivamente, se masca en los estudiantes de Grado. La Odontología en general, en España, tiene ciertos males endémicos, que serán difíciles de superar. Me refiero, especialmente, a estar condenados a una actividad profesional privada, la desesperante marcha de la instauración de las especialidades o la entrada de grupos de inversión ajenos a los valores de la profesión en las últimas décadas. Es difícil vislumbrar la luz al final del túnel. No tengo un manual de supervivencia, pero sí cierto consejo a la gente joven: esta profesión es importante, ni se vende ni se puede corromper. El concepto de lex artis y fair play está más vivo que nunca.
—Por último, ¿qué balance haría de los 10 primeros años de la Sociedad?
—Excelente, lo pienso de corazón. La SCOI es mi Sociedad, aquella que me brindó lo que buscaba: la formación, pero desde el prisma de la seriedad, la profesionalidad y la ciencia, pero también la amistad y el compañerismo. Desde luego, quedan en el recuerdo sus cinco Congresos Internacionales, nuestra entrada en el Consejo General y ver un goteo de entrada de socios en nuestra base, en definitiva, nuestro verdadero tesoro.
Creo que el anterior presidente y su Junta han desbrozado un camino que nos facilita el nuestro y ahora el objetivo es que cada vez más gente recorra con nosotros esta senda.
Más personal…
• Nacido en… el centro de Bilbao.
• Estado civil… felizmente casado.
• Aficiones… pensar.
• Deportes… paseo muy bien y juego muy mal al pádel.
• Película… imposible elegir solo una… cualquiera de Kubrick o Coppola.
• Un lugar… mi casa o en su defecto allí donde estén mi mujer y mis tres hijos.
• Música preferida… la música depende del momento y el momento es la fuerza por la distancia.
• Viajes en cartera… no tengo. No ambiciono conocer y, aunque esté implícito, sí volver y reconocer.