Hay infinidad de casos en los que los médicos forenses han de recurrir a los dientes para determinar la identidad de algunas víctimas mortales. Así ocurrió, por ejemplo, en la investigación que concluyó con la identificación de los niños Ruth y José, de seis y dos años, respectivamente, asesinados e incinerados en la finca de Las Quemadillas (Córdoba) por su padre, José Bretón. El análisis de los dientes dio como resultado la certeza de que pertenecían a niños de esas edades, según expuso en su día el director de la Escuela de Medicina Legal de la UCM y experto en Odontología Forense, Bernardo Perea. Esto ocurría hace casi seis años, pero ahora, por primera vez, se ha tenido noticia de la identificación de un cadáver a través de un implante dental.
El hecho se remonta a finales de 2016, cuando se localizó a orillas del Duero, a su paso por Zamora, el cadáver que resultó ser de un varón adulto pero tan deteriorado por el paso del tiempo que hacía imposible determinar su identidad. En la dentadura del hombre se hallaron nueve implantes, de los que se pudo obtener el número de lote y que resultó ser de la marca Straumann, una de las pocas que identifican sus piezas. Consultados los archivos pertinentes de la firma fabricante en sus oficinas centrales de Basilea (Suiza) se consiguió dirigir la investigación hacia la clínica zamorana que había realizado la cirugía implantaria y concluir con la identificación del fallecido, un toxicómano que no mantenía relación con sus familiares, por lo que nunca fue denunciada su desaparición.