La impresión 3D no es una tecnología nueva, pero sí que es cierto que en los últimos tiempos se ha desarrollado de forma vertiginosa gracias a la capacidad de procesamiento, software de diseño, materiales y, por supuesto, internet, que la ha popularizado y extendido a todos los rincones de la Tierra. En el campo dental existe el desafío de incorporar la impresión 3D en el sistema productivo, siendo una realidad que se está introduciendo de forma paulatina, a la espera y observando su evolución en cuanto a posibilidades y a materiales (Figura 1).
Esta tecnología es también conocida bajo los nombres de manufactura aditiva (1), prototipado rápido (2) o solid free form fabrication (SFF) (3). Todos estos términos se usan indistintamente, aunque cabe destacar que el de impresión 3D también se emplea para denominar una técnica específica.
La manufactura aditiva consiste en la construcción física de estructuras tridimensionales, capa por capa, a partir de sus respectivos modelos virtuales (4).
En el campo de Ciencias de la Salud, los modelos impresos reciben el nombre de biomodelos, y su función es asistir a la planificación y simulación de diferentes procesos sanitarios (5). El proceso de creación de un biomodelo se divide en tres pasos: adquisición de la imagen, procesamiento de la imagen y fabricación del modelo (6).
En Odontología, la tecnología de impresión 3D se ha empleado para la planificación de tratamiento y diagnóstico en Implantología, Cirugía Oral y Maxilofacial, Ortodoncia, Prótesis y Endodoncia (7).