Introducción
En el campo de la Odontología, las manos son nuestros instrumentos principales, de ellas nos servimos para realizar todos y cada uno de los procedimientos. Ya lo decían Aristóteles: «la mano es el instrumento de los instrumentos» y San Agustín: «si precisas una mano, recuerda que tengo dos».
Con la mano, ya desde el inicio en la etapa fetal y del recién nacido, comienza a marcarse la evolución psicomotriz del niño gracias al desarrollo de la acción de «pinza» con los dedos. Es el avance fundamental que le abre a un mundo de posibilidades, con el cual toca, explora, descubre y aprende.
En la evolución y desarrollo de la mano se establecen unos patrones funcionales que, desde la década de los 50, describió Napier 1956 (1).
Los patrones funcionales se clasifican tradicionalmente en:
a) Agarres de fuerzas: donde los dedos están flexionados en las tres articulaciones. El objeto se encuentra entre los dedos y la palma, el pulgar se aduce y queda posicionado sobre la cara palmar del objeto, con una ligera desviación cubital y dorsiflexión para aumentar la tensión de los tendones flexores.