Introducción
El tejido blando es uno de los tejidos principales junto con el hueso en la estabilidad periimplantaria. El déficit tisular duro o blando puede llevar a diferentes tipos de enfermedades como la mucositis o la periimplantitis que pueden tener como consecuencia final el fracaso de la rehabilitación realizada.
Por ello, la modificación tisular cobra mucha importancia y los tejidos blandos pueden ser una herramienta fundamental en esta estabilidad. Así lo evidencian publicaciones recientes, donde una cantidad inadecuada de mucosa queratinizada alrededor de los implantes se asocia con una mayor cantidad de acúmulo de placa, una mayor inflamación tisular, mayor recesión mucosa y, por último, mayor pérdida de inserción (1) (Figura 1).
Por ello, aunque existe controversia al respecto, diversos estudios avalan que una anchura adecuada de mucosa queratinizada se asocia con mejores tasas de éxito de los implantes, menores complicaciones estéticas, menor recesión mucosa, así como mayor salud periimplantaria (2-6).