Dr. Antoni Gómez Jiménez, presidente del Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de Cataluña (COEC)
Preside desde hace dos años el segundo colegio de dentistas más importante de España, el de Cataluña (COEC), con 5.300 colegiados. Ocupa el cargo por pura convicción de que hay que trabajar en favor de la profesión, lo que no le impide hablar directamente y sin tapujos de los problemas. Está convencido de que los casos de Funnydent y Vitaldent se van a repetir, y desea que así sea. Está empeñado en denunciar lo que considera es “la mercantilización de la pobreza” que se está haciendo desde las cadenas marquistas. Este barcelonés que apenas supera los 41 años ha revolucionado el mundo colegial catalán y se ha propuesto dignificar, de verdad, la profesión persiguiendo la mala praxis.
—¿Cuál es la situación actual del COEC, ahora que se encuentra en el ecuador de su mandato?
—Heredamos una situación muy complicada, lo que nos obligó a tomar unas medidas para sanear la economía, subordinada por las cinco hipotecas que tiene el colegio hasta 2030. Estoy muy satisfecho de la gestión económica en estos dos años que ha pasado por una reducción de los gastos, incluidos los correspondientes al personal, que nos hemos visto obligados a reducir en diez personas, entre ellas el gerente, porque contábamos con una plantilla sobredimensionada. Teníamos un balance desastroso, sin liquidez inmediata y con las cuotas pignoradas desde hace años… estamos atados con La Caixa, y no nos encontramos cómodos porque es de Adeslas. Hemos intentado negociar con otros bancos, como el Sabadell, pero no ha habido forma.
Además de la gestión económica, otro de los grandes logros conseguidos en estos dos años es que los colegiados tengan acceso a todas las revistas electrónicas científicas del mercado, poniendo más de 300 publicaciones al alcance de todos los colegiados que lo soliciten. Es una de las mejores iniciativas que puede tomar un colegio para los profesionales de la salud, que tienen la obligación de estar pendientes de los avances científicos.
También creo que ha sido muy importante el convenio con el Colegio de Médicos, en este caso con la Fundación Galatea, por el que nuestro colegio entra en su patronato. Es algo pionero en España y referente en Europa que sigue la línea de estructuras americanas; en esencia se trata de un plan de atención integral al médico enfermo, al que en este caso nos sumamos los dentistas, lo que permite tratar de manera anónima a los profesionales con problemas de drogodependencias o mentales y que se incluye en el programa de protección social que hemos iniciado hace unos meses.
Asimismo, hemos aprobado medidas de ayuda social, como la de orfandad, la exención de cuotas para las colegiadas en baja maternal o para cualquier colegiado por baja de enfermedad y la póliza colectiva que tenemos también les cubre la responsabilidad civil. A eso hay que añadir el detalle de dar una canastilla a los colegiados por el nacimiento de sus hijos y las ayudas y becas para hijos de dentistas que hayan fallecido.
Creo que el colegio ha cambiado mucho en estos dos años, somos más cercanos y empáticos con nuestros colegiados. Me enorgullece que sean los propios colegiados quienes digan que por primera vez se sienten orgullosos del colegio, parece que vamos por el buen camino. Siempre digo que se puede hacer mejor, pero se está haciendo bien.
—¿En qué situación se encuentra la relación del COEC con las delegaciones provinciales?
—Voy a ser muy directo y muy claro. El COEC es un colegio único que representa a los colegiados de cualquier punto de Cataluña. Aquí no hay colegios provinciales, sino delegaciones de Lleida, Girona y Tarragona, presididas, respectivamente, por Joan Carrera, Pilar Casas y Montserrat Márquez, que pasan a ser automáticamente vicepresidentes del colegio. Es cierto que poco después de asumir el cargo como presidente hubo un conato de secesión, instigado especialmente por Carrera, con el que tengo buena relación y que, legítimamente, reclamaba la segregación. Tuvimos unos meses de rifirrafe, pero aprovechando que estamos reformando los estatutos, que era uno de nuestros compromisos electorales, optamos por hacer una consulta al Departamento de Justicia de la Generalitat. Sorprendentemente, la respuesta fue muy rápida y dejó claro que la normativa catalana de colegios profesionales no va hacia la dispersión ni segregación de colegios, sino a la existencia de colegio único porque no tiene sentido crear colegios para unos pocos colegiados. Ya no hay dudas ni polémica alguna en la Junta porque se ha hecho lo que dice la ley, fue un pequeño incendio que apagó la propia Administración, dejando zanjado el asunto.
—¿Qué otras modificaciones incluirán los nuevos estatutos?
—Queremos que la reforma de los estatutos sea profunda y real, actualizándolos de verdad. Por ejemplo, queremos limitar el mandato a dos legislaturas, ahora está en tres, y antes no había límite; sin ir más lejos, el anterior presidente, Josep Lluís Navarro, estuvo 24 años. Fue él quien parcheó los estatutos en 2010, en una reforma insuficiente, que limitó el mandato a doce años, pero que no se aplicó a sí mismo con carácter retroactivo y quería permanecer otra legislatura. Este artículo pretende que la gente no se perpetúe en el cargo. También pretendemos eliminar el voto delegado, que ha sido siempre perverso en este colegio. Ha habido pocas elecciones en estos últimos treinta años, pero cuando las ha habido el voto delegado siempre ha sido un sistema de coacción y persecución de los compañeros. Creo que no aporta nada a la colegiación, es un sistema perverso que incrementa el porcentaje de participación el día de las elecciones, pero a base de auténticas campañas de acoso y derribo, coaccionando y persiguiendo a la gente. Es lamentable.
—No podemos dejar de lado los últimos acontecimientos del sector. Muchos colegas suyos dicen que los casos de Funnydent y Vitaldent no van a ser los únicos. ¿Usted también es de esa opinión?
—Sí, tengo claro que va a ser así. No me puedo basar en nada, pero en este caso soy muy poético y muy romántico: lo deseo. Tal vez sea eso lo que nos pasa a los que estamos en la organización colegial o en la profesión, que nuestro deseo de que esto pasara y de que siga pasando es tan grande que quizás nos ciega un poco, se trata de un convencimiento más visceral que cerebral. Va a pasar, y deseamos que pase porque realmente creo que estamos ante un problema de salud pública y en esto sí que insisto cuando hablo con los políticos, les hago ver que esos casos producen morbilidad, porque tienen efectos sobre la salud, incluso emocionalmente, porque a las personas les afecta no tener bien los dientes, con dolor y sin una masticación correcta… esto es morbilidad. Pero como no hay mortalidad, los políticos no toman cartas en el asunto. A fin de cuentas, aquí lo que se produce es una negligencia de la Administración General del Estado, que ha dejado la Odontología de la mano de Dios en el sector privado, porque no la ha querido incorporar nunca al sector público, alegando siempre que no hay recursos; pero ya que lo dejas en el sector privado, por lo menos, regúlalo. Esto se ha convertido en una jungla, porque han dejado que se pueda hacer cualquier tipo de publicidad, que pueda invertir y hacer negocio cualquier persona ajena a la profesión. No se dan cuenta que no hay nada más peligroso que tener un profesional de la salud mal remunerado, por la presión que recibe en una empresa creada con finalidades mercantiles y de negocio. Un profesional de la salud mal remunerado es más peligroso que un mono con dos pistolas.
—¿Ese peligro se aprecia en el trato recibido por los pacientes?
—El 80% de las 500 denuncias presentadas el año 2015 por pacientes está relacionado con clínicas marquistas, franquicias, seguros… Algunas de las quejas que recogemos en el colegio nos vienen derivadas de Consumo, y casi siempre se trata de una reclamación contra la propia marca, no contra el profesional, porque el paciente, entre otras cosas, no sabe qué profesional le trata y cada día es atendido por una persona diferente; esta es la realidad que tenemos.
Me preocupa mucho la mercantilización de la pobreza que se practica en algunas clínicas que montan centros en plan Silicon Valley, con futbolines, césped artificial, consolas… He trasladado mi preocupación a los políticos para que al menos se acuerden del nombre porque se ha dado un paso más en la mercantilización de la Odontología y se está mercantilizando la pobreza. Pregonando que se dispone de un millón de euros para subvenciones se están dirigiendo a los sectores sociales más bajos, que finalmente siempre tienen que pagar; falsean los datos de las financiaciones y terminan tratando a la gente como si fuera ganado. Yo no puedo confirmarlo, pero es lo que a mí me llega y también que hay jóvenes odontólogos que están pagando por trabajar bajo la apariencia de una supuesta formación y que, en el mejor de los casos, no está controlada ni supervisada como debiera.
—¿Qué porcentaje de colegiados catalanes trabajan en cadenas marquistas?
—No puedo dar cifras reales, me las tendría que inventar. La realidad a día a hoy es que hay más dentistas que trabajan por cuenta ajena o son falsos autónomos que los que trabajan por cuenta propia, en un proceso que ha invertido lo que ha sido la profesión tradicionalmente. Por ejemplo, cuando cerró Funnydent, en Cataluña no estaba autorizada ni registrada por el Departament de Salut y sabemos que hay clínicas que no están registradas ni autorizadas y que llevan ya años con actividad. ¿Cómo vamos a saber cuántos dentistas trabajan en Vitaldent si no sabemos cuántas clínicas dentales hay en Cataluña? Cualquier cifra que te den no es real.
Está claro que el Colegio también tiene que defender públicamente a los profesionales que trabajan en la cadena que sea, pero hay veces que se hace muy difícil porque los hay que miran para otro lado y estrechan la línea roja marcada por la ética hasta hacerla fácilmente pasable. No se dan cuenta de que al final son ellos quienes realizan los tratamientos y los pacientes son de su exclusiva responsabilidad. Por mucho que quieran alegar que se sienten presionados por el gerente o el comercial de turno son ellos quienes terminan sacando los dientes a la gente sin que lo necesite, o hacen la vista gorda cuando la empresa engaña al paciente poniendo brackets de plástico cuando le dice que son de zafiro. Ese tipo de clínicas se nutren sobre todo de gente joven, mano de obra barata, aprovechando que no tienen experiencia y necesitan adquirirla, y en muchos casos hasta pagan por trabajar bajo la apariencia de que se les ofrece formación. El máximo objetivo de la reforma de nuestro código deontológico consiste en velar por la buena praxis y perseguir todo aquello que no se adecúe a ella, castigando a quien lo incumpla.
—¿Muchos de estos problemas se solucionarían con la creación de númerus clausus en las facultades de Odontología?
—Yo en ese tema he arrojado la toalla. No voy a gastar ni una gota de saliva más en explicar lo de los númerus clausus porque no hay ánimo político de hacerlo. Y eso que a cabezón no me gana nadie, pero tampoco soy tonto y ya me he cansado. Cuando yo estudiaba solo había las ocho facultades públicas y ya se pedían los númerus clausus, ¿qué me van a contar ahora con todas las privadas que hay? Y se crearán más porque se trata de business, porque hay demanda; la gente todavía piensa que el dentista gana mucha pasta y creen que dando a sus hijos esta carrera les aseguran el futuro. Pero como también hay plétora en otras profesiones, todos piden los númerus clausus, por eso yo no gasto más tiempo en solicitarlos.
—¿Y cómo ve el tema de las especialidades?
—Parece ser que el ministerio ha avanzado en la de Ortodoncia, que es la única que no ofrece ningún tipo de fricción con nadie; la cirugía se ha parado un poco porque interfiere con la especialidad médica maxilofacial. Es el primer paso después de muchísimos años hablando de las especialidades y después de esta creo que será más fácil incorporar las otras. Pero una cosa es aprobarla y otra culminar el proceso, es decir, definir el modelo de los centros que estén acreditados, y en ese aspecto a mí me gustaría que con la Ortodoncia o cualquier otra especialidad odontológica se siguiera el modelo MIR, que es remunerado por el Estado e inmerso sobre todo en la sanidad pública, pero en nuestro caso no va a poder ser. Habrá que establecer unos centros acreditados por consenso entre el Consejo, la Universidad y las sociedades científicas, o por una comisión creada al efecto, en los que se hará una especie de postgrado que esté regulado por la Universidad que será la que dé el título. Tenemos ver qué coste tiene eso.
—¿Con qué idea nace la clínica solidaria instalada en la sede del colegio?
—Una de mis prioridades era darle uso a la segunda planta del colegio, que dispone de ocho sillones y dos quirófanos. Yo conocía la firma de un acuerdo entre la Cruz Roja y los ópticos, que me parecía podría repetirse con nosotros. Es esa ONG la que filtra los pacientes por su nivel de renta, condición social o entorno para ser atendidos con tratamientos absolutamente gratuitos, sin que haya un pago ni siquiera simbólico. Aquí nadie hará business ni competencia desleal. Ya contamos con medio centenar de colegiados voluntarios, que cubrirán la atención un día determinado de la semana por turnos y otro día los tratamientos se harán con las prácticas de alumnos pregrado tutelados por los profesores de la Universidad Internacional de Cataluña (UIC). Se harán tratamientos de Odontología conservadora, obturaciones, endodoncias, alguna extracción y prótesis removible; en ningún caso implantes, ni prótesis fija porque se trata de atender las necesidades más básicas, como recuperar mínimamente la función y la estética. Habrá una persona que llevará los temas de organización de la clínica, con Henry Schein como único patrocinador, que será quien asuma el coste del contrato de esa persona y del material fungible que sea necesario. Teníamos muy claro que en este proyecto de clínica solidaria el colegio no podía tener otro coste que el de aportar los espacios con los quirófanos y los sillones ya montados.
—¿Qué opina de la formación obligatoria de los dentistas, como se hace en otros países?
—Es un tema muy controvertido porque una parte de la profesión no está de acuerdo, aunque a mí me parece de sentido común que, al igual que ocurre, por ejemplo, en Estados Unidos, la renovación de la licencia se haga a quienes garanticen que están al día con los créditos conseguidos en cursos validados por la Universidad y confío que también por los colegios. No puede ser que haya profesionales que apliquen las mismas técnicas de hace treinta años.
—En agosto del próximo año se celebra en Madrid el congreso de la Federación Dental Mundial (FDI), ¿qué grado de implicación tiene su colegio con el Consejo en este acontecimiento?
—Apoyo total e incondicional. Nuestra colaboración será total y en cuanto empiece la fase de promoción de ese congreso, el Colegio hará todo el despliegue de que sea capaz para conseguir que participe en ese evento un elevado número de colegiados de Cataluña. Queremos que se repita el exitazo de 1998, cuando se celebró en Barcelona. Soy consciente de que las fechas (del 29 de agosto al 1 de septiembre) no son las mejores, pero como a pesar de que mucha gente hizo esta observación son las que finalmente se escogieron, vamos a trabajar todos para que este evento único sea un gran éxito. Deberíamos aspirar a que hubiera 30.000 dentistas españoles dando vueltas por el congreso.
—Creo que también es grande su implicación con el congreso de los estudiantes de odontología (ANEO) que se celebra este año en Barcelona y coincide con el europeo.
—Como he sido presidente de la asociación de estudiantes de la facultad y he dirigido la revista de ANEO durante muchos años, sé lo guay que es hacer un congreso, porque pocas cosas hay a nivel social en nuestra profesión y al menos cuando eres estudiante hay que aprovecharlo, luego te metes en tu gabinete y vas a algún congreso y poco más, así es que cuando ANEO me pide ayuda y colaboración yo me desvivo, les dejo todo. Además se celebra en unas fechas muy buenas, porque en agosto el colegio está infrautilizado. Entiendo que es positivo y no un capricho mío.
—¿Cómo ha visto la feria Expodental de este año?
—Realmente esta edición de Expodental me ha sorprendido gratamente el comprobar el buen momento de la industria del sector. Ha sido un verdadero placer pasear por Ifema y poder ver, probar y toquetear toda clase de materiales odontológicos y poder comparar y asesorarse, un buen momento sin duda para realizar compras importantes.
Además es una ocasión perfecta de reencuentro con amigos y compañeros que no vemos con la frecuencia que desearíamos. En definitiva, se trata de una gran exposición comercial. Sin duda, una cita obligada para todos los dentistas de España.
—¿Y cómo ve la celebración del próximo Fórum Dental Mediterráneo?
—El colegio hacía tradicionalmente un congreso que, por intereses comerciales, se transformó en el actual Forum que organiza directamente la Fira y al que se ve arrastrado el colegio en unas condiciones horribles. A mi llegada me he encontrado con un contrato firmado con la Fira para la celebración del congreso hasta 2017. Sinceramente, esperamos que el modelo se agote porque Fira tiene unas maneras de funcionar que a la industria no le gusta, el metro cuadrado es más caro que en Expodental y siempre hay quejas en este sentido. A pesar del precio, el COEC va a la feria y siempre la ha apoyado organizando el programa científico. Dentro de nuestras posibilidades intentamos hacerlo lo mejor que sabemos y podemos. Pero, claro, hay una realidad sobre la mesa, que en agosto se celebra la FDI y realizar un FDM en abril puede ser demasiado esfuerzo para las casas comerciales. Nosotros somos de la opinión de que el FDM ha de ser gratis, lógicamente sin perder dinero, con dictantes de calidad, frente a la filosofía de la Fira que es la de rentabilizar el congreso, cobrando inscripciones porque se llevan una parte de ellas. Cuando liberemos este tema de FDM, uno de los grandes proyectos que queremos abordar es la puesta en marcha de un congreso apoyado en nuestro potente programa científico y con la sede como escenario, por lo que no sería muy costoso.
—¿Compensa la dedicación al cargo?
—Siempre me gustó el compromiso, fui delegado de clase en el colegio y en la facultad, pero está siendo muy duro porque yo hago las cosas con pasión y no tengo mesura. Por eso tengo que agradecer a mi mujer y a mis hijos que soporten las ausencias que exige el cargo, que se han acentuado desde que saltaron los temas de Funnydent y Vitaldent. Y luego está el problema de que es un cargo no remunerado que, por el contrario, reduce tus ingresos habituales. En mi caso he cuantificado que se han reducido en un 45% desde que soy presidente del colegio. El tema de la remuneración de la presidencia lo voy a dejar cerrado para mis sucesores para que, como ocurre en el Colegio de Médicos, si bien no exista una remuneración fija sí se dé una asignación anual, como el conocido lucro cesante para la tintorería de los trajes, las corbatas que has de comprar… hay mil ejemplos.
Más personal
Nacido en… Barcelona, el 23 abril de 1974.
Estado civil… Casado y muy feliz y con dos hijos.
Aficiones… Acuarofilia y el COEC, no tengo tiempo para más.
Deportes… Submarinismo.
Un libro… El silenci del far, de Albert Juvany, escritor odontólogo y mi compañero de prácticas.
Una película… Pulp Fiction.
Un lugar… El sofá de mi casa.
Música preferida… Clásica, sin duda. Toco el violín.
Viajes en cartera… Volver a las Maldivas.