Dr. Mariano Sanz, Catedrático de Periodoncia de la UCM y Doctor Honoris Causa por la Universidad de Göteborg
No hay grandes secretos ni recetas mágicas para llegar tan alto: tiempo, esfuerzo, trabajo, afán e interés son los ingredientes fundamentales para conseguir un puesto de honor en la Odontología no solo nacional sino internacional. Una posición que sin duda ocupa el Dr. Mariano Sanz, que acaba de regresar de Suecia con el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Göteborg bajo el brazo. Un motivo de orgullo no solo para él y su familia, sino también para el resto de sus colegas españoles y un ejemplo a seguir para la cantera de odontólogos que lleva formando desde hace más de treinta años en las aulas de la Universidad Complutense de Madrid.
—Congresos, cursos, viajes, clínica, universidad… ¿Cómo se las ingenia el Dr. Mariano Sanz para llegar a todo?
—Sobre todo con mucha dedicación, no sé quién decía que las personas con más talento eran las que más horas de trabajo echaban. Llegar a todo exige sacrificios, pero a mí me gusta lo que hago y por eso le dedico tiempo y esfuerzo.
—El hecho de que su esposa [la Dra. Concepción Martín, vicedecana de Investigación de la Universidad Complutense de Madrid] comparta con usted profesión hará que las ausencias en casa sean más comprendidas.
—Conchita, mi esposa, tiene muchas obligaciones en la universidad y en la clínica y muchas veces no me puede acompañar a los viajes frecuentes que debo hacer, pero siempre intentamos aprovechar el mayor número de oportunidades para viajar juntos.
—¿Siempre fue tan inquieto?
—Sí, desde muy pequeño. No solo en los estudios o en el trabajo sino en general. En el bachillerato o en la educación secundaria quizás no estaba muy inclinado hacia los estudios médicos, pero era muy inquieto en otras parcelas, como el deporte, el arte, la literatura, la historia… Luego, claramente mi padre, el Dr. Mariano Sanz Martín, influyó para estar donde estoy.
Había un profesor de esta casa [en referencia a la UCM], ya fallecido, el profesor Calatrava, que nos decía que todo lo que se hace con afán acaba siendo apasionante. Y yo he seguido esta máxima. No soy muy fanático de las vocaciones, sino que uno cuando empieza a hacer algo y le pone afán e interés al final le acaba apasionando.
—Para muchos jóvenes estudiantes es usted un claro referente. ¿Quiénes eran los suyos en su etapa de estudiante?
—En la carrera de Medicina tuve profesores maravillosos en los campos de Cardiología, Neurología o Psiquiatría, aunque quien me introdujo a la Estomatología fue el Dr. Castillo Escandón, jefe de servicio de Cirugía Maxilofacial del Doce de Octubre que me permitía asistir a las guardias en mis últimos años de la carrera y con él me empecé a entusiasmar por este campo. Cuando comencé las especialidad en la Escuela de Estomatología no puedo dejar de mencionar al Prof. Antonio Bascones, en aquella época un profesor recién independizado, muy innovador e impulsor de actividades científicas y profesionales que, incluso antes de terminar la especialidad, me permitió incorporarme a su grupo. Posteriormente dirigió mi tesis doctoral y me animó y ayudó a realizar mi especialización en Periodoncia en UCLA. Cuando regresé en 1987 me incorporé de nuevo a su cátedra y desde entonces hemos trabajado juntos muchos años.
—¿Se reconoce en los jóvenes con los que se cruza ahora por los pasillos de la facultad?
—Por supuesto que sí. Hoy en día tenemos estudiantes muy brillantes y muy apasionados con lo que hacen. Los tiempos cambian, las generaciones también y, aunque los jóvenes hoy tienen otra forma de hacer las cosas, yo creo que los fundamentos siguen siendo los mismos.
—Es usted profesor, ha sido decano de la facultad de Odontología de la UCM y presidente de la conferencia de decanos española y europea. Desde su punto de vista, ¿cómo es la formación que se ofrece en las aulas españolas?
—Es difícil generalizar, pero lo que sí tengo claro es que en España hay magníficos profesores y buenas instituciones. Como saben recientemente (ver GACETA DENTAL nº 270), la Facultad de Odontología de la UCM aparecía en un ranking entre las 40 mejores facultades del mundo. Por eso, creo que algunos centros ofrecemos unos buenos estándares. Hablar en un plano general es mas difícil.
En mi opinión una universidad no puede ser una escuela de formación profesional y desafortunadamente en España en algunas facultades esto es lo que ocurre. Cuando toda la actividad académica se centra en dar clases y supervisar prácticas para que los estudiantes adquieran su formación en Odontología, bien en tipodontos o en pacientes, podemos estar formando a estudiantes para hacer un trabajo profesional, pero esto no es Universidad, sino que es únicamente formación profesional. Para ser universidad hay que investigar, hay que crear conocimiento, hay que invitar a los estudiantes a participar en la creación de ese conocimiento… Hacer solo formación profesional no es suficiente.
—¿No se pierde el estudiante ante tal exceso de oferta formativa, por ejemplo, en relación a los postgrados?
—Llevo muchos años hablando sobre este asunto. El problema es que en España no hemos sabido hacer evidente la distinción entre la formación postgraduada reglada y la formación postgraduada no reglada, también llamada formación continua. Los odontólogos, como cualquier profesional del campo de Ciencias de la Salud, tienen que estar formándose toda la vida, y por lo tanto, tiene que haber una oferta enorme de cursos de formación de postgrado no reglada, en fines de semana, en estructuras modulares, cursos presenciales, semipresenciales, etc… Cuanta más oferta haya mejor porque en un mundo competitivo van a sobrevivir aquellos programas que ofertan calidad, que realmente se diferencian del resto.
Sin embargo, en nuestro país no hemos sabido crear una buena formación postgraduada reglada, aquella en la que un individuo emplea dos, tres o cuatro años a tiempo completo para formarse como especialista en un área concreta de la Odontología. Por supuesto que hay buenos ejemplos de formación postgraduada reglada, pero son los menos. Lo más frecuente es una oferta enorme y confusa de cursos de postgrado a tiempo parcial, en la que los estudiantes no saben si están participando en un curso de formación postgraduada reglada, de formación continua o de algo intermedio. En este problema, no debemos echarnos la culpa unos a otros, hemos sido todos probablemente incapaces de desarrollar un modelo válido. Yo tengo una historia de treinta años en la Odontología y puedo decir que llevamos todo este tiempo discutiendo sobre cómo hacerlo mejor y, sin embargo, los estudiantes siguen sufriendo las consecuencias de esta total desorganización en la formación postgraduada de nuestro país.
—Hemos abierto un tema que nos lleva a hablar obligatoriamente de la falta de especialidades odontológicas oficiales en nuestro país. ¿De qué ramas estaríamos hablando en el caso español?
—A nivel europeo hay cinco o seis especialidades que son las más reconocidas y que estimo son las que deberían implementarse en nuestro país. De hecho, la legislación europea recomienda su reconocimiento, cuando dicha especialidad está formalmente reconocida en al menos dos quintos de los estados miembros de la Unión Europea. Desde mi punto de vista, no hace falta ser tan exacto, aunque si nos atenemos a esta regla además de las dos especialidades reconocidas –Cirugía Oral y Ortodoncia– la cumpliría la Periodoncia, aunque estimo que la Odontopediatría y la Endodoncia, si todavía no la cumplen, estarían muy cerca y por lo tanto deberían ser también reconocidas.
Esto si hablamos en términos generales. Luego hay especialidades que están muy desarrolladas en algunos países europeos al estar muy vinculadas a su sistema particular de provisión de servicios odontológicos, tales como la radiología dental o la Odontología pública en aquellos sistemas donde la mayor parte de los servicios odontológicos son de carácter público.
Lo que está claro es que hay ciertas especialidades clásicas, reconocidas no solo en Europa sino en todo el mundo, y es un agravio comparativo para nuestros estudiantes que no tengan capacidad para acceder a ellas. Además, en España hay una situación de facto, donde ciertas Facultades de Odontología llevan muchos años formando especialistas que, una vez graduados, están perfectamente capacitados para trabajar como especialistas, pero desafortunadamente no están reconocidos por nuestro sistema legal. De hecho hay postgrados en España, y en concreto el que yo dirijo de Periodoncia en la Complutense es uno de ellos, que están acreditados a nivel europeo, pero no están reconocidos en España.
—Docente, conferenciante, dictante de cursos… ¿Cuál de todos los palos que toca en el terreno odontológico le satisface más, tanto personal como profesionalmente?
—Durante veinte años –doce como vicedecano y ocho como decano de la Facultad de Odontología de la UCM– mi labor fundamental ha sido como docente y académico. Desde que terminó mi mandato hace mas de 2 años, estoy mucho más volcado en tareas de investigación, centrado en el grupo de investigación que dirijo junto con el Dr. David Herrera y ahora lo que más me motiva es potenciar nuevos proyectos, realizar nuevas publicaciones… Con eso no quiero decir que no me siga apasionando la docencia, sino que mi interés se dirige ahora más hacia la investigación.
—Pocos profesionales de la Odontología en España pueden presumir de un currículum como el suyo. Desde finales de junio preside la Osteology Foundation (OF), ¿cuál es su misión al frente de la organización?
—El objetivo fundamental de esta fundación es fomentar la ciencia y la educación en el área de la regeneración en Odontología. La OF tiene un gran desarrollo en Europa, donde su impacto a nivel científico o en el fomento de la educación en regeneración tisular ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos quince años. De hecho estamos manejando importantes presupuestos para fomentar proyectos de investigación, becas y el desarrollo de muy interesantes iniciativas educativas en este campo científico, la regeneración tisular en Odontología, que, aunque pequeño, es muy importante y novedoso. Mi objetivo como presidente es seguir ampliando estas actividades y tratar de internacionalizar su actividad a Estados Unidos, Latinoamérica o Asia.
—Acaba de regresar de la localidad sueca de Göteborg, cuya universidad le acaba de conceder un Doctorado Honoris Causa. ¿Qué valor especial tiene para usted este reconocimiento?
—Para mi tiene un valor enorme, procediendo de España, del Sur de Europa, no es fácil ser reconocido por nuestros colegas escandinavos; además dentro de las Ciencias de la Salud, el número de Doctores Honoris Causa de la Universidad de Gotemburgo es muy pequeño. Bien es conocido que nuestros colegas médicos son los que obtienen normalmente este reconocimiento. Además formar parte de este grupo tan selecto de ilustres académicos y científicos de nuestro campo como Heltmut Zander y Harald Loe –ambos ya fallecidos– y el Prof. Klaus Lang, que en la actualidad es profesor honorífico de nuestra Universidad Complutense, es un orgullo y satisfacción muy difícil de explicar.
Además, en mi especialidad, la Periodoncia, la Universidad de Göteborg es como nuestra meca, es de donde se han generado la mayor parte de nuestros conocimientos científicos. Todos hemos mamado de la Periodoncia escandinava, no solo nosotros en Europa, sino en todo el mundo. De hecho el libro de texto por excelencia a nivel mundial en Periodoncia es el editado por el profesor Lindhe, que es además quien me ha propuesto y quien me ha apadrinado en este acto, algo que para mí tiene mucho significado.