Áurea Simón Soro, investigadora de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (FISABIO).
Áurea Simón Soro, investigadora del Laboratorio del Microbioma Oral del Área de Genómica y Salud de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (FISABIO), ha desarrollado, junto con el doctor Alejandro Mira, un test diagnóstico que predice el riesgo de cada persona a desarrollar caries dental. Esta futura odontóloga es capaz de vislumbrar un futuro sin caries gracias a las nuevas técnicas moleculares que permiten conocer mejor la etiología de esta enfermedad.
—Recientemente habéis diseñado un método mediante el cual, con una simple muestra de saliva, es posible averiguar el riesgo de caries. ¿En qué consiste este test?
—Se basa en la determinación, por medio de compuestos que se encuentran en la saliva, del riesgo que una persona tiene de padecer caries y cuál es la causa del mismo. Esto permite poder prevenir la enfermedad mediante un tratamiento personalizado adecuado a la tendencia natural de esa persona a desarrollar caries.
—Una vez evaluado el riesgo, ¿cuál sería el abordaje preventivo?
—Vemos como una buena opción el desarrollo de varios tipos de pastas de dientes que se correspondan con el resultado del test.
—¿Cuáles son los principales biomarcadores de la caries y cómo actúan cada uno de estos compuestos?
—Hemos realizado pruebas con 25 compuestos de la saliva clasificados en tres áreas. La primera se basa en los biomarcadores del sistema inmune de la saliva; la segunda engloba todos aquellos que afectan a la capacidad tampón; y el último grupo está formado por componentes que permiten la adhesión bacteriana al diente.
—¿Qué fiabilidad tiene este test?
—Para validar su funcionamiento, se ha realizado un estudio en el que han participado personas que nunca han tenido caries (ICDAS 0) y pacientes con caries activas en el momento de la muestra. El resultado ha sido de una especificidad del 98%. Actualmente, en aras de confirmar resultados, se está incrementando el número de muestras tanto en adultos como en niños.
—¿Cómo se ha desarrollado esta investigación?
—Se tomaron muestras de saliva no estimulada en cuatro momentos temporales a lo largo del día, donde se midieron 25 compuestos, principalmente por reacciones colorimétricas o de inmunoabsorción ligadas a enzimas (ELISAS). La concentración de cada compuesto se cuantifica por lecturas de absorbancia a varias longitudes de onda y los datos obtenidos se integran en un programa estadístico que evalúa mediante el test de «Galgo» el número mínimo de compuestos que distinguen a individuos con y sin caries. Este procedimiento seleccionó seis compuestos que clasifican con éxito las muestras de individuos adultos en un momento temporal exacto, ya que hemos observado que la concentración de los mismos varía a lo largo del tiempo desde el momento del cepillado.
—¿En qué punto se encuentra este proyecto?
—En el momento actual, el test se lleva a cabo de forma manual y cada uno de los compuestos requiere un procedimiento distinto de medida (test de ELISA o colorimétricos, mediante el uso de distintas reacciones químicas para cada compuesto).
La idea es realizar un codesarrollo con una empresa capaz de automatizar el test en un kit que se pueda utilizar en la clínica de forma similar a un test de embarazo y permita al profesional poder evaluar el riesgo de cada paciente y proporcionar el tratamiento adecuado en función del diagnóstico.
—¿Actualmente existen en el mercado otros test que pretenden identificar el riesgo de caries? ¿Que particularidad tiene el que habéis desarrollado en FISABIO?
—Los métodos de diagnóstico comerciales para la prevención de caries dental son microbiológicos, basados en cultivo y recuentos de Streptoccus mutans y Lactobacillus spp. Sin embargo, se ha demostrado que estos métodos no pueden predecir si una persona va a tener caries debido a que estos microorganismos se encuentran tanto en pacientes sanos como enfermos.
Se están empezando a desarrollar test genéticos asociados a predisposición de caries, pero están en un estadio muy inicial.
Otros métodos muestran el riesgo a padecer la enfermedad en función del pH de la saliva del paciente para ver la capacidad tampón que tiene. Aunque este es un factor fundamental, no es el único y, por tanto, es necesario desarrollar una aproximación más amplia que contemple otros factores involucrados en el desarrollo de la enfermedad. Esto es lo que pretende nuestro test (SIMMA), incluyendo no sólo el pH, sino también la adhesión de los microorganismos y el papel del sistema inmune.
—¿Qué otros métodos de prevención de la caries se están desarrollando en FISABIO?
—En el grupo del Dr. Alejandro Mira, en el que estoy trabajando, se ha descubierto la bacteria Streptococcus dentisani, patentada en este centro. Fue aislada de pacientes sanos, y se ha demostrado eficaz contra patógenos cariogénicos como Streptococcus mutans y sobrinus. Se implementará como probiótico para la prevención de la caries, tanto en productos de uso profesional como domiciliario de mantenimiento.
—¿Quiénes integran vuestro equipo de investigación?
—El Laboratorio del Microbioma Oral está formado por microbiólogos, el Dr. Mira, Anny Camelo y Majda Druzic; biotecnólogas, Alba Boix y Elísabet Bello; farmacéuticos, Sandra Moreno y Pedro Belda; biólogas moleculares, las doctoras Arantxa López y Mariam Ferrer; y los odontólogos del grupo, César Bernabé y yo misma.
—¿Hacia dónde se dirigen los tratamientos preventivos de última generación?
—Todos los tratamientos están enfocados a modificar el ambiente que se ha generado por los microorganismos y la insuficiencia de la persona de contrarrestar ese desequilibrio. Se ha pasado del concepto de tratamientos antimicrobianos, dirigidos a bacterias, a un nuevo abordaje que pretende restablecer el pH ácido mediante compuestos. Un ejemplo podría ser el caso de la arginina, la cual favorece la regulación del pH sin eliminar ningún microorganismo.
—¿Tenéis otras líneas de investigación abiertas en el campo odontológico?
—Sí. En el equipo estamos trabajando en conocer los microorganismos involucrados en el desarrollo de la enfermedad, desde el esmalte hasta la afectación pulpar. También estamos investigando el papel de los anticuerpos salivares en reconocer los patógenos orales, así como el motivo por el cual las vacunas anticaries no están funcionando como se esperaba.
Nuestro último proyecto es el desarrollo de un material que indique lesiones incipientes de caries imperceptibles con técnicas de imagen o visuales.
—¿Podemos vislumbrar un futuro sin caries?
—Creo sinceramente que eso es posible. Las nuevas técnicas moleculares nos permiten conocer mejor la etiología de esta enfermedad, siendo capaces de saber qué especies de microorganismos habitan en ese ambiente, cómo interaccionan y qué papel juega cada una de ellas en el desarrollo y progresión de la caries. Todo ese conocimiento básico dará lugar a estrategias más adecuadas. Por ejemplo, ahora ya sabemos que no es una enfermedad infecciosa, porque los microorganismos que creíamos que causaban la caries se encuentran tanto en personas sanas como en pacientes con caries. En base a eso se están cambiando las estrategias directas con ciertas bacterias para restablecer el ecosistema oral. Todo es una cuestión de equilibrio.