InicioNoticias¿Cómo influye en ciertas patologías faciales la toxina botulínica?

¿Cómo influye en ciertas patologías faciales la toxina botulínica?

Análisis de la SECOM

El bruxismo, la hipertrofia de los músculos maseteros o la luxación recidivante de la articulación temporomandibular (ATM) mejoran tras su aplicación.

La toxina botulínica aporta mejoras funcionales y estéticas en patologías faciales como el bruxismo, la hipertrofia de los músculos maseteros o la luxación recidivante de la articulación temporomandibular (ATM), según ha mostrado un análisis de la Sociedad Española de Cirugía Oral y Maxilofacial (SECOM).

La toxina botulínica se emplea en Cirugía Oral y Maxilofacial para tratar patologías relacionadas con los músculos mandibulares e hiperfunción muscular. Es el caso del dolor miofascial asociado al bruxismo. Asimismo, se emplea en el tratamiento de la hipertrofia de los maseteros. «Son músculos cuyo efecto supone el cierre mandibular y participan en la masticación. La hipertrofia de los mismos se caracteriza por un aumento de la anchura del tercio inferior de la cara así como del volumen de los ángulos mandibulares. El efecto es sobre todo estético ya que algunos pacientes pueden desarrollar un aumento de volumen severo, que puede afectar a uno o ambos lados de la cara, dando aspecto de asimetría o cara cuadrada», explica el presidente de la SECOM, el Dr. Javier González Lagunas.

Eficacia probada

El doctor Lagunas explica que se ha demostrado que tres infiltraciones de toxina botulínica repartidas a lo largo de un año consiguen una reducción significativa del volumen, así como estilizar y suavizar el rostro, al reducir la asimetría.

La eficacia de la toxina botulínica también ha sido demostrada en el tratamiento de las luxaciones recidivantes de la ATM ya que, según apunta la Dra. Dolores Martínez, jefa del servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial de la Fundación Jiménez Díaz, disminuye el riesgo de que el cóndilo se vuelva a luxar. Además se emplea también para casos de distonías focales o trastornos de tipo neurológico relacionados con movimientos mandibulares involuntarios de apertura.

Asimismo, existen pacientes que, tras una cirugía de la glándula parótida sufren el conocido como «Síndrome de Frey», que se caracteriza por la sudoración gustativa. En este campo, afirma el presidente de la SECOM, «el tratamiento con la toxina botulínica ha demostrado mejores resultados y una morbilidad muy inferior que otras técnicas quirúrgicas».

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