Buena mano. La opinión generalizada de los profesionales que se han dado cita en Málaga como respuesta a la convocatoria de SEPES para participar en su 44 Reunión Anual es que la sociedad lo está haciendo muy bien. No había comentario que no fuera laudatorio para los presidentes del comité organizador, doctor Eduardo Crooke, y de la sociedad, doctor Nacho Rodríguez, del que “se ve su mano”. Ponencias interesantes, elevada participación y, de regalo, buen tiempo (chaparrón del sábado al margen) y mejor rollo en la capital de la Costa del Sol. Con espeto incluido en el chiringuito Maricuchi de Pedregalejo.
El malagueño inquieto. A la reunión de SEPES no faltó Luis López de Uralde, fundador de Ueda Europa y patriarca de una familia dedicada al mundo de la Odontología desde su patria chica, Málaga, cuyo colegio de dentistas le concedió este año la Medalla al Mérito Odontológico. Sorprende la jovialidad de este empresario malagueño que se ha jubilado “del todo” cuando comprobó que la empresa funciona mejor con sus hijos, como a él le gusta pregonar. El vitalista López de Uralde no pierde el tiempo, el mucho tiempo que ahora tiene y ha dado rienda suelta a su afición por la escritura; confiesa que ya ha escrito un libro muy personal –una especie de autobiografía “que nunca publicaré”– y una novela que tampoco ha visto la luz y ya está metido de lleno en la redacción de otra. Pero como no le debe parecer suficiente, el hombre todavía saca tiempo para jugar al golf, leer y ¡estudiar francés!
Riesgo añadido. Ya es sabido que la de dentista es una profesión de riesgo [ver Gaceta Dental 256, página 342], pero las estadísticas no contaban con la posibilidad de que al pobre profesional del tema bucal le tocase en suerte un paciente llamado Carlos Irwin Estévez, más conocido en los corrillos actoriles norteamericanos como Charlie Sheen. Cuentan las crónicas que el protagonista de las series televisivas Dos hombres y medio y Terapia con Charlie acudió a su dentista para que le tratara un flemón y, al parecer, amenazó al doctor y a su higienista con un bisturí cuando intentaron colocarle una mascarilla, que debió pensarse el hombre que iban a asfixiarle y si no llega a ser por la intercesión de Santa Apolonia… Ahora los tres protagonistas de esta historia están a la espera de que el juez conozca las respectivas versiones de la misma y decida qué hacer con el muy problemático hijo menor de Martin Sheen.
Dentistas y rugbistas. La verdad es que eso del riesgo deben llevarlo en los genes muchos dentistas. Hombre, no es que sea lo mismo que nadar en un río plagado de pirañas o esquiar en la cima del Mont Blanc, pero lo del rugby como deporte para pasar el rato también tiene lo suyo. Más de un diente se habrá roto en algún partido de este deporte. No ha trascendido si esa doble circunstancia rugby-diente llevó a cursar la especialidad de Estomatología a los doctores Carlos Sanz, Carlos Oteo y José Carlos de la Macorra, profesionales de la cosa dental y rugbistas en sus años mozos, lo que sí se sabe es que ellos, como cuantos han coincidido en los campos donde se practica el deporte del balón apepinado valoran mucho el trabajo y el disfrute en equipo. Lo primero, entonces, en el terreno de juego –y ahora en la consulta o la Universidad–, lo segundo en la denominada tercera parte, el tiempo de la cerveza compartida incluso con los jugadores rivales, una tradición que muchos mantienen viva pese a los años transcurridos.