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«Todas las profesiones sanitarias han de estar colegiadas»

Borradores fantasmas, bocetos invisibles, apuntes anónimos y un ‘power point’ filtrado al parecer desde el Ministerio de Hacienda es cuanto se sabe de la anunciada Ley de Servicios Profesionales, que afectará, lógicamente también, a las profesiones sanitarias. ¿Un globo sonda lanzado desde la Administración para ver la respuesta de los afectados? GACETA DENTAL ha sondeado en los distintos ámbitos del sector y parece unánime la idea de que la ley es necesaria… «pero contando con nosotros».

¿Tiene sentido reunir a un grupo de cualificados profesionales del sector dental para hablar de algo que no existe? La verdad es que en GACETA DENTAL nos hicimos esta pregunta cuando propusimos como tema de uno de nuestros desayunos de trabajo la anunciada Ley de Servicios Profesionales, de la que todo el mundo habla a raíz de la supuesta existencia de un borrador en el que se recogería la obligatoriedad de la colegiación para ejercer la Odontología, pero no así las profesiones de higienista y protésico dental.

Ni borrador

Lo cierto es que nadie ha tenido acceso a ese supuesto borrador y desde la Administración se asegura que lo único que existe es «un pantallazo de ocho o nueve páginas», según han asegurado a Juan Carlos Megía, representante del Colegio de Protésicos Dentales de Madrid, en la reunión que mantuvo con personal autorizado del Ministerio de Economía y Competitividad: «Lo que hay  no es ni un esbozo, sino un primer apunte para empezar a trabajar; nada formal», dice que le dijeron.

El caso es que sí se sabía desde hace tiempo que esta Ley tendría que llegar («así lo dice la disposición transitoria cuarta de la Ley Ómnibus», apunta José María Fonollosa, presidente del Colegio de Protésicos Dentales de cataluña) y que, según se avanzó, estaría lista en el primer semestre de 2013. O sea que, o hay algo más que un simple apunte o se van a tener que dar mucha prisa para redactarla. Y en esa redacción deberían contar con la opinión de los colegios, que son los que conocen los detalles y peculiaridades de sus respectivas profesiones.

Pero «el caso es que no sueltan prenda», comenta el doctor Juan Antonio López-Calvo, vicepresidente del Consejo de Dentistas y ex presidente del Colegio de la primera región (COEM), «seguramente porque hay una discrepancia grande entre el Ministerio de Sanidad y el de Economía, que quiere implantar un liberalismo a ultranza en la creencia de que la libertad de mercado sería beneficiosa. Ven los colegios como un obstáculo a la libre competencia».

No obstante, apunta, «todas las referencias que nosotros tenemos es que la colegiación seguirá siendo obligatoria para las profesiones sanitarias y jurídicas y no tiene porqué decirse ahora lo contrario de que protésicos e higienistas no vayan a estar, como profesionales sanitarios que son. En eso no debería haber ninguna duda», se muestra categórico. Y confía, «por pura lógica», que la colegiación sea obligatoria «porque la UE, el Parlamento, los Tribunales de Justicia han establecido como prioridad máxima la protección de la salud de los ciudadanos y eso ha de estar garantizado» y, además, «la colegiación es obligatoria prácticamente en toda Europa».

Profesión sanitaria

Las filtraciones de ese, llamemos, ‘primer apunte’ anónimo apuntan que los dentistas van a figurar, sí o sí, en esa categoría de profesión de colegiación obligatoria, pero cuestionaban la obligatoriedad de ser colegiado para ejercer como protésico o higienista. Sol Archanco, presidenta del colegio de Higienistas Dentales de Madrid, está convencida de que su colectivo será de colegiación obligatoria «porque somos profesionales sanitarios y excluirnos sería una contradicción si esa Ley apunta a la obligatoriedad para todas las profesiones sanitarias». Y Megía puntualiza: «También los protésicos somos profesionales sanitarios».

«Que nosotros estamos dentro del ámbito sanitario es indudable –asegura Fonollosa–. La de protésico dental es una profesión regulada por la misma ley que los dentistas y los higienistas» y recupera la disposición transitoria cuarta de la Ley Ómnibus, «reflejo exacto de la Ley paraguas» o ley de servicios sanitarios en el ámbito de la Unión Europea, «que en el terreno de la liberalización de profesiones hace la salvedad de las sanitarias». Según esa disposición transitoria «la colegiación será obligatoria cuando el Colegio se muestre como un instrumento eficaz para el control del ejercicio profesional» como fórmula garante de los derechos de los pacientes. También se especifica «explícitamente» que «la responsabilidad de la fabricación de un producto sanitario dental a medida es totalmente nuestra, como reza nuestra licencia».

Ante la determinación que la Ley Ómnibus ha de hacer sobre cuáles han de ser las profesiones que requerirán colegiación obligatoria para ser ejercidas, Fonollosa habla del «trato discriminatorio hacia las profesiones de higienista bucodental y protésico dental que delata el respaldar esa colegiación a podólogos y fisioterapeutas [otro de los detalles de ese filtrado borrador fantasma que planea durante la reunión], porque si me dicen que es por tratarse de una titulación universitaria, no tiene ningún sentido que nos discriminen puesto que la Ley de Productos Sanitarios ya especifica que la responsabilidad de nuestro trabajo es exclusivamente nuestra, cuando habla de esa responsabilidad para técnicos universitarios, excepto para las profesiones que fabriquen productos a medida, y se refiere a audioprótesis, ortoprótesis y prótesis dental, que se regularán por la titulación de Formación Profesional».

Tampoco el tiempo dedicado a la formación ha de ser una variable discriminatoria porque, según expone Archanco, «lo importante no es la duración de los estudios sino la responsabilidad que asumimos en nuestro trabajo».

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El doctor Juan Antonio López-Calvo, José Luis del Moral y Sol Archanco.

Colegios necesarios

Hay otro aspecto que viene a confirmar la necesidad de los colegios. La UE reconoce que «las  normas de conducta y deontología profesional han de hacerlas y aplicarlas en el marco nacional los colegios», apunta López-Calvo. «De lo contrario –continúa– tendría que encargarse la Administración, lo que no sólo supondría un gasto mayor sino que también se crearía una situación realmente inédita al convertirse en juez y parte, porque si aplica unas normas de conducta hablamos de dos cosas opuestas: la relación laboral y el acto profesional».

Megía insiste en esta circunstancia porque «la Administración no podría ejecutar las funciones que realizan los colegios profesionales si éstos no existieran. En Madrid, por ejemplo, hay tres inspectores para controlar, no sólo los centros del sector dental sino todos los centros sanitarios, como clínicas y laboratorios, lo que es claramente insuficiente de no existir la mediación colegial».

En cualquier caso, «la ley es necesaria, al menos para los higienistas», dice Sol Archanco, ya que en este colectivo se da la circunstancia particular de que hay comunidades en las que existen asociaciones pero no colegios. «Esta ley –añade Archanco– corregiría la anómala situación que se da en comunidades como el País Vasco o Cataluña, cuyos gobiernos autonómicos no permiten la creación de nuevos colegios y solo existen asociaciones. Nosotros creamos los colegios cuando vimos que el modelo de asociación se quedaba corto». «Por más que lo ha intentado Montse Cunill, la han dejado sin colegio», tercia Fonollosa, conocedor de las peripecias vividas por la presidenta de los Higienistas Dentales de Cataluña en su intento de transformar la asociación que preside en colegio. Archanco cree que «esta situación deja sin protección a una parte de la sociedad española. Por eso la colegiación tiene que ser obligatoria para todos por ley, como única manera de conrtrolar que quienes trabajan en la profesión están debidamente cualificados». «Además de tener detrás una corporación de derecho público –añade López-Calvo–. La colegiación obligatoria no se puede entender nunca como un privilegio para los sanitarios, sino como una garantía para la sociedad, porque los fines de los colegios son la ordenación del ejercicio profesional, pero, sobre todo, la salvaguarda de los intereses de los ciudadanos».

Las ventajas también alcanzan a los propios colegiados, como expone Sol Archanco, «desde el momento en que supone una garantía para el profesional que va a contar con la defensa y el apoyo de su colegio cuando lo necesite, y que nunca va a tener individualmente, como el seguro de responsabilidad civil gratuito, cursos de formación baratos…».

Intrusismo

Y todavía hay un argumento más para defender la obligatoriedad de colegiación para ejercer las profesiones sanitarias, aportado por Fonollosa: «¿Quiénes se van a dar de baja de los colegios si no son obligatorios? –se pregunta–, pues los que no quieren control, los que están por la labor de trabajar con materiales de dudosa procedencia y los que puedan hacer intrusismo».

Palabra tabú como pocas en el sector dental, porque el intrusismo se da en cada una de las profesiones del sector dental, pero también entre ellas, es decir, que hay intrusos externos sin titulación ni preparación que ejercen como dentistas, higienistas o protésicos, pero no faltan profesionales que realizan funciones que no les están permitidas: higienistas que hacen de dentistas y viceversa, protésicos que pasan por dentistas y viceversa, auxiliares que realizan tareas propias de higienistas y cuantas combinaciones permiten estas profesiones.

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Los representantes de los colegios de protésicos dentales de Madrid y Cataluña, Juan Carlos Megía y José Maria Follonosa, respectivamente, hablaron del intrusismo como uno de los grandes problemas que persiguen sus corporaciones.

«De la misma manera que velamos por nuestros intereses cuando hay auxiliares que hacen tareas propias de higienistas, no consentimos que un higienista haga labores de protésico o de dentista», defiende Archanco, aunque Fonollosa generaliza para el caso de los protésicos y define al intruso como «el ejerciente de la profesión de protésico dental sin ser titulado. No hay alternativa a esto: el ejercicio de la profesión de protésico pasa por la titulación». Y esto, prosigue Fonollosa, se puede controlar desde los colegios, «que en seguida se enteran de dónde hay un laboratorio ilegal o alguien haciendo intrusismo», pero no la Administración, que «está muy lejos de la práctica cotidiana. Eso debería preocupar a las autoridades sanitarias y a los usuarios y en nuestro caso también al colectivo de dentistas, porque ellos se sienten seguros si un colegio de protésicos garantiza el ejercicio de la profesión y que los laboratorios son legales».

Y López-Calvo, que define al intruso como «todo aquel que hace actos para los que no está titulado, sea al nivel que sea», está totalmente de acuerdo con esa apreciación, hasta el punto de que el Colegio de Dentistas de Madrid, cuando él era su presidente, apoyó la creación del Colegio de Higienistas: «Por supuesto, porque nosotros somos los primeros interesados».

Control del título

Megía profundiza en la definición aportada por López-Calvo para defender el hecho de que muchos protésicos que son acusados de intrusismo profesional «no son ni protésicos. Puede ser un señor cualquiera que echa horas en la cocina de su casa haciendo prótesis». Y ese es uno de los grandes argumentos para defender la existencia de los colegios, controlar la titulación de quienes ejercen en el ámbito sanitario. «Actuar contra el intrusismo redunda en beneficio de la sociedad –puntualiza López-Calvo–, al igual que la vigilancia de la publicidad engañosa o la competencia desleal, tareas todas ellas que se realizan desde los colegios, que son los que vigilan que el señor que está tratando a un paciente tiene un título que lo capacita para ello».

Hay una insistente petición desde el lado de los protésicos hacia los dentistas para que exijan la documentación de la prótesis al laboratorio. «Sorprende que un usuario proteste si no le dan la garantía al comprar una radio –interviene Fonollosa– y sin embargo no le preocupe la de la prótesis que va a llevar en la boca, entre otras cosas para conocer su composición y la procedencia, que muchas veces ni el odontólogo la sabe. Y es fundamental que esa información esté en poder del paciente para que si le pasa algo en la prótesis y ha de ir a una clínica distinta, sepan qué tornillo necesitan o el tipo de material que hay que soldar».

Una situación que se ve agravada por la creciente importación de implantes procedentes sobre todo de Asia, «donde todavía se hacen con berilio o cadmio, sustancias cancerígenas, o con plomo, que ya han producido intoxicaciones en Estados Unidos; por eso es necesario conocer la procedencia y composición de las prótesis, y es uno de los temas en que se debería insistir desde los colegios», comenta Megía. Y pide colaboración para tener «un mayor control sobre el personal de los laboratorios, porque hay muchos que contratan personas que no están colegiadas o solo hay dos tituladas para ejercer como protésicos. Si lo llevamos al absurdo es como si en un hospital solo se colegiara el director médico del hospital y los demás no fueran colegiados». «En nuestro caso –apunta López-Calvo–, el dueño de una clínica puede ser cualquiera y se dedican a contratar a un dentista como cabeza visible que, a lo mejor, no va más que dos días a la semana y el resto del trabajo es todo encubierto. Pero si lo denuncias, la Administración te dice que todo está bien, por eso decimos que la Adminsitración está alejada de la realidad».

Función social

Sol Archanco introduce en los colegios «el valor añadido de la función social, más importante hoy que nunca. No se han subido las cuotas y no se les cobra a los colegiados que están en el paro manteniendo el alta con todos sus derechos». Medida similar se ha adoptado «en numerosos colegios de dentistas, que han mantenido congeladas las cuotas desde hace años y no se cobra cuota a los colegiados apuntados al INEM», asegura López-Calvo. En el caso de los protésicos, indica Megía, «hemos creado la figura de la paralización temporal de la colegiación para los colegiados en paro, lo único que no se cubre es el seguro de Responsabilidad Civil porque no tiene sentido pagarlo si no se ejerce la profesión».

A caballo entre la titulación y el intrusismo se encuentra la formación, un punto flaco que desde los colegios se quiere subsanar, incluso fomentando la formación continua. «Es una incongruencia que desde las mismas administraciones educativas se fomenten cursos de Prótesis Dental y se faciliten diplomas a quienes los realizan porque no es un título oficial que permita entrar a trabajar en un laboratorio, ni siquiera da acceso a los estudios de Formación Profesional», muestra su sorpresa Fonollosa. Una incongruencia que alcanzaba al INEM pues, según Sol Archanco, «organizaba ese tipo de cursos y, claro, la gente venía con ese título y cuando les decías que no servía se enfrentaban con nosotros porque venía repaldado por el INEM. Hasta que les dijimos que estaban cometiendo una ilegalidad y nos dieron la razón. Hay muchas escuelas y academias que imparten esas clases de higienistas y dan títulos falsos. Cuando haya un accidente con un paciente se va a producir un problema porque ellos creen que están correctamente titulados».

Pero incluso en la formación oficial hay incongruencias, como la que expone Fonollosa: «¿Cómo es posible que el profesorado de los cursos de formación de protésicos dentales no sea profesional? Son biólogos o farmacéuticos. No me imagino, llevándolo a lo absurdo, a un filósofo explicando cirugía en la carrera de Odontología. Y es más sangrante que eso ocurra en la enseñanza pública porque, curiosamente, en la enseñanza privada son más exigentes».

«Yo he recibido a varios profesores en mi laboratorio –dice Megía– para enseñarles a hacer la práctica que ha de explicar al día siguiente. ‘Es que tengo que decir cómo se modela un diente y no tengo ni idea de eso, me dicen».

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Hubo unanimidad absoluta sobre la necesidad de que la colegiación sea obligatoria para ejercer cualquiera de las tres profesiones dentales.

Una situación a la que no es ajena la formación de los odontólogos, especialmente si la facultad de Medicina y Odontología es única. «En los primeros cursos hay profesores que no son estomatólogos, sino anatómicos o fisiólogos, que son médicos pero no odontólogos y puede ocurrir, y yo lo viví –dice López-Calvo–, que en todo un curso se hable de anatomía del pie o del brazo, pero no la dentaria. Eso va cambiando, afortunadamente, y cada vez hay más odontólogos entre el profesorado».

Y como falta tanta base en la formación, explica Archanco, «los colegios asumimos la obligación de velar por la formación continua». «Fíjate lo que sería eso en manos de la Administración –ahonda López-Calvo–, que es una de las cosas que tendría que asumir en el caso de que la colegiación no fuera obligatoria. Porque la formación continua la estamos promoviendo desde los colegios y es una formación muy buena y muy asequible».

¿Y la Administración?

Y ya que se hace referencia a la Administración una y otra vez en el coloquio, «¿qué se le puede pedir desde los colegios?», pregunta Del Moral. «Esa es una pregunta muy peligrosa… no seremos francos, quiero decir, sinceros», responde el primero López-Calvo. «Si nos vamos al terreno del idealismo –añade el vicepresidente del CGCOE–, aunque por otra parte es la realidad, yo le diría que la existencia de los colegios profesionales y la colegiación obligatoria suponen una garantía de los derechos del paciente. Siendo malvados, y bajando más al terreno económico, en la Administración han de saber que en el caso de que la colegiación no sea obligatoria le va a costar muchísimo dinero. Tiene que asumir unas responsabilidades y unas funciones que ahora están realizando los colegios profesionales con presupuesto propio».

Juan Carlos Megía dice pedir «sólo lo básico, que se continúe con la colegiación y que nos escuchen. Es ridículo que estén pensando en hacer una ley sin que los profesionales afectados seamos consultados. Somos los que más tenemos que aportar». «En Cataluña  la administración sanitaria sí se implica –dice Fonollosa–, pero la obligatoriedad en la colegiación entra más en el ámbito de Justicia o Economía y a ellos pediría que, en defensa de los intereses de los usuarios, se potenciara más la labor de los colegios profesionales, que son los que están en el día a día de la profesión, los que controlamos la fabricación de los productos a medida; la Administración está demasiado lejos para actuar en este terreno».

Los problemas

Aunque ya han aparecido algunos de los problemas más importantes que afectan a los colegios, se propone a los invitados hacer un ejercicio de síntesis al respecto. Para los dentistas una de las grandes preocupaciones es «la inasumible plétora profesional. Cada año terminan sus estudios en España más de 1.500 odontólogos y eso no hay mercado que lo aguante. Es absurdo que estemos creando odontólogos, con el coste que eso supone para el Estado, para que engrosen directamente el paro. La nuestra es una profesión de muy difícil recolocación; un médico puede trabajar en la industria farmacéutica, pero ¿un odontólogo? Es que está formado específicamente para que su vida gire alrededor del diente. Y yo habré estado entre 60 y 80 veces en el Ministerio y en la Dirección General de Universidades para decirles que no podemos seguir poniendo en la calle señores destinados exclusivamente al paro. Las últimas encuestas demuestran que más de treinta de cada cien dentistas salidos de la universidad en los últimos siete años están en paro o subempleo». Un problema que, «con la irrupción de las universidades privadas, ha sido el caos más absoluto. Incluso pone los pelos de punta a muchos de nuestros socios europeos, como Italia, que ve cómo sus jóvenes vienen a formarse aquí y luego se van a ejercer a su país… Terminarán por tener plétora de dentistas».

En el caso de protésicos el intrusismo, la regularización de los profesionales y la mejora de la formación son los tres aspectos que Juan Carlos Megía destaca y que refrenda José María Fonollosa, quien añade la falta de reconocimiento social de su profesión, «que mejoraría si el dentista entregase al paciente la documentación que se acompaña con la prótesis y que dice qué laboratorio la ha hecho».

También en el ámbito de los higienistas lo que más preocupa es el intrusismo, por delante de la deficiente formación, «que ha pasado de tres años a dos y ahora a solamente uno, lo que es insuficiente», expone Sol Archanco.

Tras hacer un repaso a las «mejorables» relaciones entre los colegios de los tres colectivos, «en las que siempre hay roces profesionales», según apunta López-Calvo, se pone de manifiesto la absoluta unanimidad a la hora de abordar el tema de la obligatoriedad de la colegiación: «Es necesaria».

Compromiso

Y Fonollosa aprovecha para pedir a López-Calvo que, «por tranqulidad ante el facultativo, desde el Consejo de Dentistas se transmita explícitamente esta necesidad a la Administración sanitaria». Y el doctor recoge el testigo: «Contad con ello –responde– porque no hay mejor vía que hacerlo a través de un colegio; nosotros somos los primeros que lo estamos deseando».

Y ponemos fin a la reunión con la esperanza de que esta unanimidad entre dentistas, protésicos dentales e higienistas bucodentales sobre la necesidad de la colegiación obligatoria para ejercer sus respectivas profesiones, sea tenida en cuenta cuando el borrador de la nueva Ley de Servicios Profesionales deje de ser «fantasma» y se inicie su redacción definitiva.

 

LOS INVITADOS, UNO A UNO

Sol Archanco. Higienista dental. Presidenta del Colegio de Higienistas de Madrid. Asiste al encuentro en representación de los Colegios Profesionales de Higienistas de Madrid, Valencia, Castilla- La Mancha, Galicia y Extremadura.

José María Fonollosa. Presidente del Colegio Oficial de Protésicos Dentales de Cataluña. Técnico Especialista en Prótesis. Licenciado y Magister en Ciencias de la Educación. Curso de doctorado en Teoría de la Educación por la Universidad Autónoma de Barcelona. Experto tecnológico para la Cualificación Profesional en Prótesis Dental.

Juan Carlos Megía. Presidente de la Comisión de Formación del Colegio Profesional de Protésicos de la Comunidad de Madrid. Protésico dental.

Juan Antonio López-Calvo. Vicepresidente del Consejo General de Colegios de Odontólogos y Estomatólogos de España. Doctor en Medicina y Cirugía (1981). Licenciado en Estomatología (1976). Presidente de la Comisión Científica del Colegio de Odontólogos y Estomatólogos Primera Región (Madrid) (1984-1995). Presidente del COEM (1996-2004). Director del Departamento de Odontología Conservadora UCM (1987-2010).

Artículo elaborado por: Del Moral/Rojas

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