El doctor Juan Carlos Llodra Calvo, profesor titular de Odontología Preventiva y Comunitaria de la Universidad de Granada, presidente del Grupo de Trabajo de Salud Pública Oral (FDI) y vicesecretario del Consejo General de Dentistas de España, ha elaborado un informe sobre «Equidad y salud oral. contexto mundial» en el que analiza la influencia de las desigualdades sociales mundiales en la salud en general y particularmente en la oral.
En la introducción de este informe, el doctor Juan Carlos Llodra aporta datos tan estremecedores como que más de 1.000 millones de personas viven en la pobreza más absoluta, es decir, con menos de un dólar diario (menos de 0,78 euros al cambio actual), que 24.000 personas mueren de hambre diariamente, o que hay nada menos que 1.800 millones de personas sin acceso al agua potable y 880 millones carecen de acceso a los cuidados sanitarios básicos.
Todo esto tiene una clara influencia en el mundo de las desigualdades en salud «creando una brecha entre países ricos y pobres que no ha hecho más que crecer en los últimos años», nos comenta el doctor Llodra. «Existe una evidente desproporción entre el gasto sanitario por habitante en función del nivel de riqueza de los países», que se traduce en que «el 88 por ciento del total del gasto sanitario mundial se dedica al 13 por ciento de la población mientras que, en el otro extremo, al 62 por ciento de la población mundial solo le corresponde el 2% de ese gasto sanitario. Es evidente –califica el responsable del estudio– que se trata de una ecuación loca».
Desigualdades en salud oral
Estas desigualdades no hacen más que reproducirse en la salud oral, «cuyas patologías más prevalentes (caries, enfermedades periodontales, cáncer oral) están íntimamente asociadas al nivel socieconómico y educativo. A peor nivel socioeconómico y más bajo nivel educativo, la prevalencia de esas patologías orales, aumenta», puntualiza el doctor Llodra.
Y siguen los datos de la brecha: «A los 12 años la prevalencia de caries en los países pobres es del 67%, mientras que en los ricos es del 45%». Una desproporción que crece significativamente si nos referimos a la prevalencia de edentulismo en función del nivel educativo, «con casi la mitad de la población (46 de cada cien personas) sin dientes cuando ese nivel es bajo y una prevalencia del 7% en niveles educativos altos».
Pero estas asociaciones entre bajos recursos y pobre nivel educativo con las patologías orales no se limitan a patologías orales, «sino que incluyen también procesos de mucha mayor gravedad, como el cáncer oral o el noma». «En niveles socioeconómicos bajos –prosigue el doctor Llodra– el riesgo de padecer un cáncer oral es dos veces y media mayor que en los altos. En cuanto al noma, patología afortunadamente inexistente en España, es probablemente el mejor ejemplo de inequidad en salud oral. Se trata de un tipo de gangrena que destruye las membranas mucosas de la boca y otros tejidos, que se presenta en niños desnutridos, con más frecuencia entre los de dos a cinco años, que residen en áreas de higiene deficiente. Los casos detectados en los últimos veinte años se localizan fundamentalmente en África, Asia y algunos puntos de América Latina».
El precio del dentífrico
Indispensable como factor preventivo de la caries dental, los fluoruros son de acceso bien diferente en función del grado de desarrollo económico de las poblaciones, con su utilización en las aguas de bebida prácticamente limitada a los países ricos. Una situción de falta de equidad que se reproduce si hablamos de las pastas fluoradas, «que en Estados Unidos y Europa suponen un gasto medio por persona y año de 7 u 8 dólares, mientras que ese gasto es de tan solo 0,7 a 1 dólar en los continentes africano y asiático, donde el precio de esas pastas llega a ser prohibitivo. Un habitante de Zambia, por ejemplo, requiere el equivalente al salario mensual para su provisión de pasta fluorada anual, mientras que un danés requiere el equivalente a cuatro horas de salario», explica el doctor Llodra.
Mucho tiene que ver también el factor socioeconómico de un país en el acceso a los cuidados orales que facilita el personal sanitario, «en el que se dan variaciones en función de las áreas poblacionales, capítulo en el que la peor parte se la lleva África, con países como Guinea Ecuatorial donde solo tienen un dentista por cada 100.000 habitantes, en clara inequidad con Dinamarca donde hay casi un dentista por cada 1.000 habitantes».
Enfoque multisectorial
La verdad es que la solución a esa «loca ecuación» de la que habla el doctor Llodra que permita alcanzar un nivel de salud oral aceptable en el mundo es complicada y pasa «por una estrecha colaboración entre los principales actores (gobiernos, universidades, industria y asociaciones dentales) que permitan la implementación de políticas de promoción de salud oral efectivas enfocadas a las principales causas sociales, económicas y medioambientales que son responsables de las patologías orales, y para ello solo cabe un enfoque multisectorial y no exclusivamente sanitario». Para reducir las desigualdades en salud oral, el doctor Llodra mantiene que «están plenamente vigentes las premisas del acta de Otawa de 1986 en relación a las cinco estrategias principales de promoción sanitaria: crear ambientes de apoyo, construir una política de salud pública, reforzar la acción comunitaria, desarrollar las habilidades y aptitudes personales y reorientar los servicios sanitarios».
Así, el doctor Llodra cree que «las únicas soluciones para empezar a revertir estos graves desequilibrios pasan por potenciar la formación de recursos a nivel local, conjuntamen te con una política global de salud que integre a la salud oral dentro del marco de la salud general».
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Gonzalo Alvarado