Mario Vargas Llosa en su discurso de aceptación del premio Nobel de Literatura dijo: «Flaubert me enseñó que el talento es una disciplina tenaz y una larga paciencia». Flaubert comenzó siendo un mal escritor, comenzó haciendo imitaciones de estilos de escritores clásicos y de la época. Vargas Llosa explicaba que para que Flaubert llegase a ser el genio que fue, se impuso una disciplina férrea. Vargas Llosa concluía que «si uno no lo tiene, se puede conseguir a base de trabajo».
Por otro lado, y en el sentido contrario, se sitúa lo que afirmaba Oscar Wilde: «lo que no te dé la naturaleza, no se puede aprender». En el mundo de la empresa se extiende la idea que une el talento con la capacidad intelectual que poseen las personas a un determinado área de conocimiento y su habilidad para aplicar ese conocimiento en tareas puntuales. Cabe pensar que el talento no se basa tan sólo en el conocimiento que se tenga sobre un campo del saber determinado y su aplicación práctica; el talento también se basa en otras competencias del individuo, como pueden ser sus deseos, sus gustos, sus intereses personales y que sus respectivas proyecciones puedan ajustarse o no a la empresa.
Dan Coyle escribe en el libro Las claves del Talento (Zenit) que el talento no tiene tanto que ver con los genes, sino que el talento se cultiva. En cambio, el periodista Malcom Gladwell, que también ha investigado sobre el tema, presenta en su libro Fueras de serie (Taurus) que el talento existe de forma innata. Gladwell incluye en la ecuación el éxito y concluye que el éxito es talento más preparación.
Pero cuanto más miran los psicólogos el éxito y las carreras de los mejores en distintas disciplinas, menor parece ser el papel del talento innato y mayor el de la preparación.
El filósofo y pedagogo José Antonio Marina en su libro La educación del talento (Ariel) destaca que el talento es la inteligencia triunfante, que es aquella que resuelve los problemas y avanza con resolución, puesto que hay muchas inteligencias diferentes, también hay muchos tipos genios distintos, cada uno con una destreza especial: música, ciencia, deporte, finanzas, etc. Por tanto, no todos valemos para todo.
Robert J. Sternberg, uno de los actuales científicos mejor reputados en investigación sobre inteligencia, denomina «inteligencia exitosa» a aquella que se logra para conseguir objetivos importantes. Esta inteligencia exitosa es más amplia que la que puede medirse a través de los test de capacidad intelectual ya que incluye las emociones, perseverancia o la resistencia a la frustración.
Las personas que poseen esta aptitud no dependen en gran medida de motivaciones externas, son personas con capacidad de automotivarse, saben actuar con tenacidad cuando es necesario y desarrollan sus tareas y responsabilidades sin descanso hasta culminar sus objetivos, sacando el máximo partido a sus capacidades.
Parece indiscutible que los grandes maestros en habilidades como las matemáticas, el ajedrez o el violín para llegar a serlo, han necesitado de al menos diez años de intensa práctica y, en algunos casos, más. Sin duda, la práctica intensa a lo largo del tiempo y la concentración en una tarea un mínimo de horas diarias, es lo que está detrás de algunas de las estrellas en distintos campos. Esta fue la conclusión a la que llegó el investigador Anders Ericcson a principios de los años 90. El Dr. Ericcson, junto con varios colegas, organizó un estudio de referencia en la Escuela de Música de Berlín. Dividieron en tres grupos a los estudiantes de violín y posteriormente se repitió con estudiantes de piano. La división se realizó habiendo juzgado a los alumnos como muy buenos, buenos y regulares. Se partió de la misma base, que era la edad en la que comenzaron a practicar, siendo la de todos a los 5 años y practicando dos o tres horas a la semana. Quedó demostrado que los alumnos más brillantes eran aquellos que a partir de los ocho años habían tenido más horas de práctica llegando hasta los veinte años: 10.000 horas los muy buenos, 8.000 horas de práctica los buenos y 4.000 horas los regulares.
Un dato muy interesante que resalta Ericcson de su estudio es que no se descubrió en ningún alumno un talento innato que le hiciera resaltar sobre los demás sin perseverancia, esfuerzo y dedicación.
La combinación de lo que somos está formada por los genes desde el ámbito de la naturaleza y el entorno desde la educación, siendo una valoración aceptada en lo general; pero cuando se trata de talento parece ser este un modelo de base pero no básico. De esta forma, la gestión de talentos debe centrarse en identificar las pasiones, intereses, gustos y proyecciones del individuo; se debe dar espacio al individuo dentro de la organización para que desarrolle su potencial, brindándole las herramientas y capacitación necesaria; y, por último, establecer el merecido reconocimiento y avance personal en la organización. Sólo de esta forma será posible retener el talento y dar continuidad a los procesos que promueven el desarrollo de cualquier organización.
Artículo elaborado por: Marcial Hernández Bustamante. National Excellence Assessor EFQM. Experto en Coaching, Gestión y Marketing Dental. Director General VP20 Consultores
VP20 Consultores es miembro del Club Excelencia en Gestión y del Club de Evaluadores Acreditados de la EFQM. Además es la empresa líder en España en consultoría y marketing dental. Con 20 años de experiencia en el sector y, habiendo trabajado en más de 2.000 clínicas privadas con resultados más que satisfactorios, es sinónimo de éxito en la implantación de herramientas de gestión eficientes entre sus clientes. De todas las técnicas utilizadas, cabe destacar el Coaching Dental. Ésta es una herramienta que lleva siendo utilizada en empresas de todos los ámbitos de EE.UU. desde hace más de 30 años. El Coaching ofrece una amplia visión de dirección y gestión de la clínica a los responsables de la misma, haciendo que sus aptitudes mejoren y esto se traduzca en un aumento de la cartera de pacientes y de los beneficios de la clínica. Para más información: www.vp20.com. |