La rehabilitación del paciente parcial o totalmente edéntulo viene condicionada por la disponibilidad de un volumen óseo que facilite una osteointegración estable para conseguir el éxito a largo plazo.
Los pacientes edéntulos presentan con frecuencia atrofia de los maxilares, con un insuficiente volumen, como consecuencia de pérdidas dentarias de manera temprana, traumas, o enfermedades infecciosas como la periodontitis avanzada.
Cuando encontramos atrofias de larga evolución en los maxilares, el colapso se produce en sentido horizontal y vertical. En casos de atrofia severa horizontal y, sobre todo vertical, el tratamiento representa un desafío por las limitaciones anatómicas, producidas por la presencia de estructuras de compromiso vasculares o nerviosas.
En el maxilar superior encontramos una solución predecible y favorable con la elevación abierta de seno, dado que es un defecto autocontenido y, por lo tanto no crítico, lo que se traduce en altos porcentajes de éxito en la regeneración así como de supervivencia en los implantes colocados en el hueso regenerado en esta localización (Pjetursson 2008, Wallace & Froum 2003).
En la mandíbula nos encontramos con numerosas atrofias del sector posterior, con mantenimiento de los dientes anteriores. En esta situación marcará el plan de tratamiento si la disponibilidad de la base ósea residual es suficiente para estabilizar implantes cortos, lo que exige un mínimo de 6 milímetros. La rehabilitación en sectores posteriores mandibulares consigue resultados con índices de supervivencia del 92% al 98% (Annibali y cols 2012, Menchero-Cantalejo 2011).
La controversia con este tratamiento radica en la desfavorable proporción corona-implante, aunque no existe evidencia suficiente que determine esta situación como un posible indicador de riesgo en el éxito de los implantes a largo plazo. Algunos autores han pubicado que la colocación de implantes cortos, podría asociarse a diseños de prótesis poco higienizables, que podrían afectar al mantenimiento en salud de los tejidos periimplantarios a largo plazo (Mecall & Rosenfield 1991).
El verdadero reto lo encontramos en los casos en los que la distancia de la cresta ósea al nervio dentario es inferior a 5 milímetros. Esta situación exige realizar regeneración vertical ósea previa o bien simultánea a la colocación del implante. Las técnicas de regeneración vertical más soportadas y descritas en la literatura son: osteodistracción, injertos monocorticales en bloque y regeneración ósea guiada con membrana no reabsorbibles.