La lengua es un órgano muscular formado por 17 músculos diferentes de los cuales ocho son pares y sólo uno es impar (el lingual superior). La lengua se encuentra tapizada por un epitelio plano estratificado no queratinizado o poco queratinizado (dorso lingual).
Anatómicamente se distinguen dos porciones, los dos tercios anteriores, fácilmente visibles y accesibles a la inspección, y el tercio posterior, separados ambos por una hilera de entre 6 y 12 papilas caliciformes que conforman la denominada V lingual. En la lengua distinguimos también su cara dorsal, donde asientan las papilas filiformes y fungiformes; la cara ventral, con detalles anatómicos como el frenillo lingual, la plica fimbriata y el rico plexo vascular; los bordes laterales con las papilas foliadas y, por último, la punta de lengua.
En su inervación intervienen nervios sensitivos que informan de las diferentes sensaciones de tacto, temperatura y presión, así como de los sabores ácido, amargo, dulce y salado que somos capaces de percibir. Estos nervios sensitivos son el trigémino, el facial y el glosofaríngeo (V, VII y IX pares craneales). De su inervación motora se encargan dos nervios motores como son el glosofaríngeo (IX), por un lado, y, por otro, el nervio que predominantemente facilita la movilidad lingual como es el hipogloso (XII par).
La vascularización de la lengua corre a cargo de la arteria lingual y su rama ranina terminal. El drenaje venoso lo realizan la vena lingual y la vena ranina.
La lengua interviene en la realización de diversas funciones de gran importancia par la vida como son la deglución, la masticación, la fonación, la succión y la degustación, si bien no podemos olvidar una función no vital pero sí importante en la vida de relación como es la función erógena.
En la patología de la lengua podemos encontrarnos con alteraciones de forma y /o tamaño, traumáticas, malformaciones, infecciosas, autoinmunes, tumores, etc.
Por cuanto respecta a la movilidad lingual existen diferentes cuadros que cursan con dificultad para su movilidad, que pueden ser congénitos o adquiridos. Dentro de los primeros destaca por su frecuencia la anquiloglosia producida por un frenillo lingual excesivamente potente (figura 1), que impide tocar el paladar con la punta de la lengua teniendo la boca abierta. Entre los cuadros adquiridos distinguimos los traumáticos que pueden originar fibrosis y los debidos a enfermedades sistémicas.
Entre las enfermedades sistémicas, el grupo más importante lo integran las enfermedades del colágeno, las conectivopatías, con la esclerodermia y la dermatomiositis y poliomiositis como cuadros más representativos que pueden originar restricción en la movilidad lingual.
En el extremo opuesto se encuentran algunos trastornos hereditarios del tejido conjuntivo y que se caracterizan por alteraciones cutáneas y de laxitud articular, que facilitan la realización de movimientos extremos en algunas articulaciones y cuyo prototipo es el síndrome de Ehlers-Danlos.
También existen personas capaces de doblar, ondular y deformar los bordes y la punta de la lengua de forma voluntaria, dándole formas caprichosas, imposibles para la mayoría de los individuos.
Presentamos una serie de casos de personas jóvenes (bueno, casi todas), que sin presentar patología en la lengua son capaces de realizar diferentes movimientos con ésta, imposibles para la mayoría de las personas. Consiguen hacer diversas «piruetas» con sus lenguas, lo que algún autor ha denominado como «Lengua acrobática». Todas estas personas tienen en común que son odontólogos, aunque sus «habilidades linguales» son independientes de su actividad profesional. Simplemente han desarrollado estas habilidades, las han heredado genéticamente o se han entrenado concienzudamente para ello, como si de una competición deportiva se tratara. A cada una de estas habilidades les hemos puesto el nombre que nos parece presenta más similitudes con la forma o posición que adquiere la lengua. El lector podrá estar o no de acuerdo con ellas.
En cualquier caso nuestra intención es simplemente hacer algo de lo que suelen adolecer la mayoría de los textos científicos, como es distraer y divertir sin por ello dejar de ser serios. Esperamos haberlo conseguido (figuras 2-21).
BIBLIOGRAFÍA:
1. Brightman VJ. Enfermedades de la lengua. En: Lynch MA, Brightman VJ, Greenberg MS. Medicina bucal de Burket. 9ª ed. México D.F.: McGraw-Hill Interamericana, 1996. P 240-98.
2. Ceccotti EL. Acrobatic tongue (Ehlers-Danlos disease). Rev Asoc Odontol Argent. 1990 Jan-Mar;78(1):15. http://fauquierent.blogspot.com/2011/09/tongue-acrobatics.html
ARTÍCULO ELABORADO POR:
– López Sánchez, A.F., Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
– Somacarrera Pérez, M.L., Universidad Europea de Madrid.
– Moreno López, L.A., Universidad Complutense de Madrid. Patología Médica Bucofacial